La cama y la cocina +18

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NARRA GAVI

La tumbé en su cama.

Su pelo castaño oscuro esparcido a su alrededor.

Sus pupilas negras tapando casi el verde de sus ojos.

Preciosa.

Estaba jodidamente preciosa.

Y por fin.

Por fin, después de años, estábamos solos y listos para afrontar lo que los dos habíamos querido.

Estar juntos.

Bajé primero sus pantalones cortos, dejándolos en el suelo y subí hasta ella de nuevo, levantándola con suavidad para quitarle la camiseta.

Lo hacía lento.

Quería disfrutarla.

Cada segundo, cada centímetro.

No llevaba sujetador y mi entrepierna dolió al ver sus pechos desnudos y sus pezones duros, listos para mi.

Joder.

Maldita mujer.

Quería que gimiera mi nombre una y otra vez sin parar.

Besé sus muslos, subiendo cada vez más hasta que mi aliento chocó contra su ropa interior i ella suspiró con fuerza.

Mía.

Ahora era mía.

Me levanté casi de golpe y me quité la ropa, necesitaba sentirla contra mi, piel con piel.

Era suave, cálida y mía.

Mi Maia.

Ella ahogó un gemido cuando vio mi longitud apuntando hacia ella.

- Dime cuántas veces has pensado en esto, cariño. -murmuré mirándola.

Las mejillas rojas, el pelo revuelto a su alrededor.

Joder.

Quería follarla hasta que me suplicara que parase.

- Cada vez. -murmuró ella, jadeó.

- No voy a poder ser un caballero hoy, Maia. -admití.

Llevaba tanto tiempo queriendo estar con ella así que no sabía como iba a reaccionar mi propio cuerpo.

- No me gustan los caballeros, ya lo sabes. -murmuró y supe que se refería a sus libros.

Había perdido la cuenta de cuantos libros le había regalado.

- Lo sé. -murmuré.

No podía dejar de mirarla.

Ella bajó su mano hasta su ropa interior y coló uno de sus dedos en su interior, sin dejar de mirarme a los ojos.

- Siempre me han gustado más los villanos, no quiero que nadie me sacrifique para salvar al mundo.. -jadeó mientras su dedo entraba y salía de ella.

- Quieres que alguien sacrifique al mundo por ti, y pienso hacerlo, tu eres mi mundo, Maia.- y no pude más.

Me acerqué a la mesita, donde sabía que ella tenía condones, saqué uno y me lo coloqué rápidamente.

La levanté y se enroscó en mi cintura.

Estampé su espalda contra la pared y ella gimió cuando mi punta entró en contacto con su humedad.

- Más fuerte, cariño, quiero escucharte. -jadeé mientras empujaba más y entraba por completo en ella.

Ahora tu +18 - Gavi y PedriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora