La Acampada

Día de pesca y algo más

#Hannigram

La Acampada
Capítulo 3

🎣 Día de pesca y algo más 🎣

Hannibal abre los ojos y desea que alguien venga y le apuñale, porque total, no lo sentirá. Su primera vez en su saco de dormir en el suelo y está tan dolorido que lo único que quiere hacer es gritar, maldecir, golpear.

Concretamente a Will Graham. Que, además, ni siquiera está a su lado. ¿Dónde se ha metido este hombre?

Intenta desperezarse y al alargar los brazos, algo cruje. No está hecho para estas cosas y sin embargo, aquí está, dolorido, entumecido, sus músculos agarrotados y con  ganas de clavarle un cuchillo a Will. Ni que sea uno de esos de plástico, seguro que hasta con eso le puede hacer daño.
Abre la cremallera del saco de dormir y todas las piedras bajo su espalda le dan los buenos días.

Duele. Se plantea irse y perder la apuesta.
Eso jamás.

- ¡A los buenos días! - Will abre la tienda de campaña, muy sonriente.

<<¿Cómo es capaz de ser feliz viviendo así? Esto es una tortura, piensa Hannibal. Dicen de los asesinos en serie que somos unos psicópatas. ¿Por qué no incluyen a la gente que le gusta esto dentro de ese rango?>>

- Qué, ¿cómo has dormido? - sigue diciendo el joven.

Hannibal sonríe siendo la sonrisa más falsa que ha hecho en años. Tiene ganas de llorar.

- Estupendamente, gracias Will - responde -. Ya sabía que la naturaleza y yo bien podíamos ser uno.

- Bien, bien. Me sorprendes, doctor. Muy bien.

Will lleva en su cabeza una gorra de color oscuro. Hannibal le mira de arriba a abajo en una milésima de segundo y sabe que hoy su día será incluso peor que el de ayer. Porque Will va vestido para ir de pesca.
Estupendo.

- He hecho el desayuno, Hannibal. Espero que te guste el café quemado y unas tostadas un poco rustidas.

- Tengo tanta hambre que te comería a ti, Will - responde Hannibal, y es cierto, literalmente.

- Hannibal, no vamos a tener sexo. Por tercera vez - Will ríe.

Y es en esa risa que Hannibal vuelve a comprender por qué está allí, padeciendo lo indecible. Will Graham va a ser su compañero y si para ello debe dejar que una serpiente venenosa le pique, lo hará. Quien sabe, quizá Will succione el veneno de la mordedura. El pensamiento le calienta más que el maldito saco de dormir que todavía le cubre.

- A la quinta, tal vez - le responde -. El cinco es un número mágico.

- Venga, vamos a desayunar. Te he esperado.

- Gracias. Esto... Will...creo que voy a usar esa palabra de Seguridad.

- ¿Ayúdame, Will?

- Si. Ayúdame a salir de aquí, el saco me ha atrapado - Hannibal mira hacia arriba, los ojos en blanco.

Will entra en la tienda, se acucilla y aparta el saco de dormir del cuerpo de Hannibal.  No puede evitar mirarlo en su totalidad, fugazmente, algo que no pasa inadvertido a los ojos del mayor.

- ¿Algo interesante? - Hannibal le mmira fijamente.

- Esto... no... venga, dame la mano, que te ayudo a ponerte de pie... anciano - la carcajada de Will brilla en el corazón de Hannibal.

- Ya van dos veces que me llamas así. ¿De verdad me ves de esa forma? Porque ciertamente, no me gustaría.

- Es broma, doctor, no se enfade usted. Lo que pasa es que has dormido horriblemente, Hannibal, y no te puedes poner de pie tú solo. Confiesa.