Un Lobo Enjaulado (SukuIta)

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El hombre de mejor vestimenta. El mismo que le ha pagado a mi padre se ha presentado bajo el nombre de Oriaku. Su cabello cano lo hace parecer mayor a la edad que supongo debe tener. Lleva jugando desde hace rato con un pedazo de tela. Un pañuelo rosácea con la palabra "Amor" bordado con hilo dorado. Lo guarda con cierta delicadeza en su bolsillo una vez llegamos al pueblo.

Las personas me observan. Susurran entre ellas con pena y lamento mencionando mi poca suerte con la familia que me ha tocado.

— Pobre chico, estan pequeño —

— Que tan crueles deben ser sus padres para cometer tal pecado — 

— Su vida ha acabado — 

— ¿Acaso no es el hijo de la pareja que vive a las orillas de pueblo? —

— Su padre es un horrible hombre. Sabes que hace poco vino a mi puesto, me distraje apenas unos segundos y me robo mercancia — 

No importa todo lo que se diga o las miradas que me dirijan me obligo a mostrarme impasible. Siento un tiron a mis manos que me ordena seguir un paso constante. El carruaje que he visto antes en el bosque esta frente a mi. Descubro al instante que este le pertenece a él, asi como tambien descubro que hay otro carruaje más en forma de jaula donde dentro se encuentran tres hombres jóvenes y dos mujeres, una de ellas la reconozco de inmediato. Es la chica que trabaja en el bar.

— Abran la reja —

Ordena Oriaku. Lo veo de cierta forma contento mientras roza con los dedos los barrotes. Su mano acaricia apenas por un segundo la mano de la joven quien se sobresalta y se aleja.

— Venir a los pueblos pequeños siempre es un buen negocio — Sonríe sin quitar la atencion de la joven — Se pueden comprar esclavos por apenas unas monedas — se le nota totalmente satisfecho con su adquisición. Voltea su rostro. He quedado frente a él sintiéndome tan pequeño — Tu nombre es Ryomen ¿verdad? Así fue como tú padre te llamo  —

No le contesto. 

Ryomen... Ese nombre parece mas mío que el que me fue dado de nacimiento.

Al ver que no muestro intenciones de dar respuesta pasa de mi. 

— Subanlo —

Un empujón a mi hombro me hace avanzar. Tropiezo con el metal de la jaula haciéndome trastabillar pero sin llegar a caer. Tan pronto entro cierran la reja.

Oriaku sube a su carruaje después de dar las instrucciones de que iran a casa. Los dos hombres que me ataron suben a sus respectivos caballos y se mantienen tras la jaula vigilando. Un tercer hombre se une a ellos un par de metros más adelante.

La jaula se mece ante el movimiento. Poco a poco el pueblo donde naci empieza a quedar atrás. Con mis manos agarro los barrotes metálicos sin quitar la mirada del camino. Siento un vacío en mi interior. Tengo miedo ante lo que me espera.

Escucho tierra y piedras caer desde una pequeña colina que se hace en el terreno del bosque. Las piedras vienen rodando desde lo alto para caer en el suelo y quedar ahí. No tengo las ganas de levantar la mirada. Me dejo caer en el suelo tableado.

Ha pasado un par de horas y en lo que se lleva de viaje nadie ha hablado. Cada uno se mantiene en su lugar asimilando la situación. Aceptando que nuestra libertad fue comprada.

El bosque que momento antes gobernaba todo el paisaje pasa a ser apenas un par de arboles separados entre si.

La carreta se detiene.