-Todo esto, no es más que un completo desastre. ¡Dios sabe, por supuesto que lo sabe! Trate de no intervenir en tus decisiones y mira el resultado de ellas -le reprocho su madre con enfado, igual que a un niño pequeño-. Tus caprichos ostentosos y absurdos algún día te costarán mucho más que un comunicado de prensa. ¿Siquiera sabes lo que dicen los periódicos ésta mañana? Pasarán meses para que la podredumbre que resultan ser los medios puedan olvidar.
-¡Claro que lo sé, madre! Pero acaso cree usted qué es lo más importante ahora.
-Eres el heredero a la corona, ésta es tu vida -repuso con voz
molesta-. Un error, por más tonto o pequeño que creas que sea, podría costarte la simpatía de tu pueblo y ni hablar del Parlamento. Si tan solo cumplieras con tus obligaciones y dejaras de llevarme la contraria con caprichos absurdos.El compromiso del príncipe había sido anunciado a los medios, desde hace ya varios días. Sin embargo, la reina esperaba que su hijo en algún momento recuperada la cordura. Aún no era tarde para retractarse.
-No es un capricho, como usted afirma madre -específico desafiante. Aquel tono ya se había vuelto habitual en él, desde que conoció a Lucy; parecían pequeños destellos de energía, que subían y bajaban cuando recordaba dónde y con quien estaba tratando- Ella ni siquiera sabe los procedimientos de éste tedioso circo, solo fue un accidente, del cual ni siquiera tenemos claro cómo ocurrieron los hechos. Sin embargo, no es como que la haya tenido fácil desde su llegada. Y ella lo intenta, se está moldeando a este mundo porque me ama.
Edwards suponía que aunque ella no podía decirlo todavía, no había una mayor prueba, que estar a su lado en este mundo tan solitario.
-Un accidente -reiteró sus palabras con cólera-. Avergonzó nuestra familia, un país entero está indignado y ni hablar del Parlamento...
-Yo hablaré personalmente con el Primer Ministro y el Parlamento tendrá que acatar lo que yo diga, después de todo seré su rey. Luego podemos hacer una rueda de prensa donde ofrezca disculpas...
-¡Pero aún no eres el rey! -señaló con firmeza en un evidente tono de irritación. Su hijo, estaba olvidando cual era su lugar y con ello desafiando sus ordenes-. Estoy consciente de que en parte es mi culpa, por considerar esa imprudente propuesta tuya.
-¡Lo lamento! No deberia tomarme tal atribuciones que aún no se me han dado -reitero en un tono templado-. Pero arreglaré la situación madre, sólo pido varios días. Lograré que se gane la simpatía de los medios otra vez, y luego podemos estar seguros que ellos, olvidaran pronto, específicamente a raíz de un nuevo cotilleo como siempre suele pasar en la corte. Y todo esto no será más que un pequeño tropiezo.
-Estas poniendo en riesgo tu futuro. Es que no lo ves; te debes a tu país, a nuestra familia. Para bien o para mal eres el sucesor y si ha de servirte de consuelo a mi tampoco se me preguntó, pero asumí mi deber cuando llegó mi turno. El placer y el deber muy pocas veces pueden ir de la mano. Sin embargo, cuando el placer se interpone en el deber, siempre debe quedar claro cuál es prioridad -Llevó la mano derecha a la mejilla de su hijo con delicadeza y le otorgó una breve mirada de decepción. Aunque en ese instante, ganas no le faltaron para abofetearle-. Necesito que tomes una decisión, de lo contrario me veré obligada a tomarla por ti. Y quiero que tengas esto muy claro. No me importaría cargar con tu despreció por hacer lo que se debe hacer -añadió en un tono restrictivo y sin titubeos. parada en la puerta del despacho. Su madre salió de allí con la postura firme y una expresión que inspiraba miedo al verla, la reina no miró atrás, mientras él sentía como el peso de una corona que aún ni siquiera había tocado, le aplastaba.
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Un día antes del desastre
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La Cenicienta de Queens (Por Editar)
RomanceLucy Andrews es el epítome de la dulzura en el caos de Nueva York, una joven cuya vida transcurre entre el amor inquebrantable por su prometido y la cotidianidad compartida con dos compañeras de piso tan dispares como el día y la noche. En un aparta...