Natalia permaneció inconsciente durante un tiempo indefinido. El golpe que Fabián le dio en el rostro fue certero y provocó que su cerebro se sacudiera como un huevo dentro de un frasco agitado, por lo que cualquier recuerdo que tenía después del golpe estaba oculto en una espesa neblina de confusión. Sin embargo, poco a poco comenzó a recuperarse cuando sintió sus hombros sacudirse por las manos de un hombre. Por unos instantes pensó que podía ser Carlos despertándola para que preparase el desayuno, o el propio Fabián intentando algún último alarde de galantería. Pero no era ninguno de ellos, sino Eduardo, que estaba arrodillado ante ella y la ayudaba a incorporarse. El cambio de postura le provocaba nauseas.
- ¡Natalia! ¡Despierta! –Eduardo continuaba agitándola, pero se detuvo al ver como abría los ojos –. ¡Gracias a Dios que estás bien! ¿Qué te pasó?
Ella miró a su alrededor. Seguía en la misma habitación donde Fabián la había dejado.
- Eduardo... yo... -Natalia hablaba despacio, aún aturdida por el golpe, pero Eduardo la interrumpió.
- Yo escapé de milagro. La situación se salió de control y ahora todos están como rehenes en el salón de fiesta –Eduardo hablaba apresuradamente, mientras miraba por encima de su hombro-. El Comandante Marcos apareció con un grupo de hombres armados y tomaron control de toda la sala. Tenía hombres infiltrados de antemano y nos tomaron por sorpresa. En la confusión decidí replegarme. Hay algunos muertos y heridos pero no sé cuántos con exactitud. ¿Cómo llegaste aquí?
Natalia se llevó una mano a la mejilla. La sentía inflamada y adolorida luego del fuerte impacto, aunque no sangraba.
- Encontré al sospechoso, y me redujo. No sé por qué no me mató.
- ¿Tuviste contacto con Marcos? ¿Por qué no dijiste nada? – Eduardo la miraba con los ojos muy abiertos por la sorpresa. Natalia hizo un gesto con la mano.
- Ya no importa ahora. ¿Dónde está mi arma?
- Aquí está. La encontré en una esquina. Parece que no la vio, porque sigue cargada.
Eduardo le entregó la pistola a su compañera y ella la chequeó rápidamente. Aún estaba cargada. Tal parece que Fabián no tenía intenciones de matarla, y eso se lo haría saber cuándo lo tuviera enfrente, esposado y entregado a la justicia.
- Rentería ahora está liderando las negociaciones, por lo que puedo escuchar en los auriculares, pero no he podido reportarme.
- ¿Crees que Manuel esté involucrado? –dijo ella mientras se incorporaba con dificultad. Se aproximó a la puerta cerrada intentando escuchar algún movimiento, pero no oía nada.
- Nadie está seguro de nada ahora, pero parece que interceptaron las transmisiones de Manuel y se enteraron de todo el plan, pero aún están las señales abiertas y he podido escuchar el caos que hay afuera. Creo que Manuel fue relevado hasta que se investigue que pasó en realidad.
Con su arma en mano, Natalia abrió lentamente la puerta. No se veía nadie cerca, pero debían moverse con cautela. Antes de salir, le dirigió una mirada a su compañero quien ya tenía su arma en mano.
- ¿Qué se ha sabido de Baptiste?
- ¿El francés? Nadie lo ha visto desde que empezó la operación. No se ha reportado con Rentería en todo el día.
- Esto me huele muy mal. Es raro que ese tipo esté desaparecido durante todo el día, pero luego nos ocuparemos de eso. Lo mejor es intentar hacer contacto afuera.
Natalia se llevó un dedo a la oreja, pero su auricular había desaparecido. Seguramente Fabián se lo había quitado.
- Además, el presidente está cautivo como rehén de los terroristas.
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La Emboscada
AcciónNatalia Castañeda es una de las mejores agentes de la División de Antiextorsión y Secuestro. Es sagaz, inteligente y hábil con las armas, pero durante una cumbre de presidentes, en la que el presidente de Francia es amenazado en un atentado de magni...