Capítulo 4

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Harry Potter no es mío, le pertenece a J. K. Rowling.

Al abrir los ojos, Draco se siente desorientado. Después de unos segundos, apenas logra distinguir dos formas que se mueven alrededor de él.

"Mi señor, quizás deberíamos estudiar este ritual antes de-"

El sonido del grito de Bellatrix le resulta familiar a Draco y lo ayuda a identificar quienes están a su alrededor. La sombra que cae es la hermana de su madre, y el ser de túnicas oscuras es, obviamente, Lord Voldemort.

"Debes tener cuidado con tus palabras, Bella. O de otro modo, pensaría que estás cuestionando mis métodos, mi regalo para tu sangre, a pesar de la decepción que ha demostrado ser."

Lo primero que se aclara, es la forma del hombre que apunta con la varita hacia el suelo mientras pasa las páginas de un libro. Por el rabillo del ojo, alcanza a ver el escudo de la familia Black en una de las páginas.

Sabe que, lo que quiera que sea que estén haciendo con él, no es nada bueno.

El niño rubio vuelve su atención a la conversación de los adultos cuando se hacen preguntas. "¿Serás igual que tus hermanas, Bellatrix? ¿Le darás la espalda a los ideales de tu familia? ¿Estás dispuesta a privar a tu sobrino del honor de serme útil y redimir el error de sus padres?"

En medio de la confusión, Draco se preguntó el motivo del Señor Oscuro por el que estaba tratando de manipular a su tía en lugar de torturarla o matarla como había hecho con otros seguidores, como había hecho con su familia.

Lestrange se levantó con un ligero temblor en su cuerpo, su expresión alarmada ante la sola idea de ser una traidora. "¡No, mi señor! ¡Yo jamás-!"

"Entonces, muéstrame. Muéstrame tu lealtad hacia mí."

La pelinegra se acercó a la mesa junto a ella, tomó la daga ceremonial y cortó su palma dejando que su sangre escurra por la hoja antes de extender el objeto a su señor con la cabeza gacha. Los ojos rojos se llenaron de satisfacción. "La sangre compartida que facilita el camino del extraño, entregada voluntariamente", susurró con fascinación en su tono antes de hacer un corte en su propia palma y esperar a que el fluido escarlata cubra el de su sirviente.

Voldemort conectó su mirada con los ojos plateados y aterrados del niño. "Oh, pequeño niño, no debes asustarte" dijo con una voz suave que no coincidía con su expresión enloquecida y amenazante, "pronto, formarás parte de tu señor."

Draco gritó y lloró cuando sintió la hoja hundirse en su pecho y un ardor insoportable se empezó a expandir por todo su pequeño cuerpo. Lo último que escuchó fue la puerta abrirse bruscamente, unos pasos apresurados y una voz emocionada. "Mi señor, Colagusano tiene la ubicación de los Potter."

Luego, nada.

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Narcissa antes de adoptar el apellido Malfoy, había sido una Black. Ella creció en una familia llena de riquezas, de tradición, de cultura y de pureza. Estricta, sí, las reglas eran simples, el conocimiento fácil de digerir y si no podías hacer algo tan sencillo como callarte y escuchar, merecías un castigo, tal y como confirmó la menor al ver a su tía Walburga castigar a su primo Sirius.

Cissy creció con la mejor educación, tenía el afecto de sus padres y de sus hermanas mayores, todo era perfecto. Los pilares de su vida completamente firmes, al igual que los cimientos que formaron el apellido de su familia.

Hasta que, un día, aparecieron grietas en esos pilares.

Hasta que, un día, su hermana Andrómeda decidió irse.

El Club de las MandrágorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora