(𝒇𝒖𝒄𝒌 𝒕𝒉𝒆) 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 𝒄𝒖𝒍𝒕𝒖𝒓𝒆; 𝑗. 𝑡𝑒𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑜𝑛

(𝒇𝒖𝒄𝒌 𝒕𝒉𝒆) 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 𝒄𝒖𝒍𝒕𝒖𝒓𝒆; ³

Ya estaba en su última clase, la que compartía con Howard, y seguía dudando si toda su conversación con Josh había ocurrido o solo era su imaginación. Se había pasado la mitad de la clase cuchicheando con su amigo, discutiendo por milésima vez cuál de las Heathers era lesbiana y por qué, cuando el maestro se aburrió y los mandó a cada uno a una esquina distinta del salón, así que por segunda vez en el día estaba atrapada frente a una hoja de papel en la que tenía que responder, solo que ahora era biología y ella no había prestado atención a absolutamente ninguna clase teórica en todo el semestre.

Simplemente se sentó, ahora al final de la clase, mirando su reloj cada tanto y dibujando pequeñas viñetas en su guía, siguió por el resto de la clase porque a ese maestro le daba absolutamente lo mismo lo que ocurriera con los alumnos siempre y cuando el ruido en la clase fuera el mínimo.

Por fin había terminado, su guía estaba al fondo de la pila de papeles en un vano intento por atrasar la mala calificación que se le acercaba, tomó su bolso de su casillero y se encontró con Howard en el estacionamiento de bicicletas.

—¿Tienes planes para esta tarde? —preguntó su amigo mientras ambos comenzaban a salir del terreno de la escuela.

—Quisiera que no, pero es el cumpleaños de mi tía Ann y mi mamá insiste en que tengo que ir.

—¿Esa no es la que está en una estafa piramidal?

—Esa misma, y mi mamá está furiosa porque ahora de lo único que habla es de la dichosa empresa que le cambió la vida, probablemente vaya a aprovechar la cena para intentar meter a los demás.

—Suena desagradable, mañana tienes que contármelo todo —ambos rieron.

—Por supuesto, va a ser desastroso.

Ambos se separaron algunas calles más adelante, cada cual en camino a sus casas. Lola iba mirando a su alrededor lo mejor que podía, pensó en Daryl, en Josh y también Howard. Había sido un día tan distinto, pero tan igual a cualquier otro; no se sentía físicamente distinta, pero al mismo tiempo sentía que estaba mirando el mundo con una lente completamente distinta, los colores se sentían más nítidos, pero todo era borroso en los bordes.

No estaba drogada, ni ebria, pero se sentía adormecida; lenta. Todo el mundo parecía más rápido y su cerebro se las arreglaba para hacerla sentir la presencia del cadáver del pobre bastardo que alguna vez fue su compañero de clase en cada paso que daba.

Josh se sentía al borde de la locura, ni en un millón de años se le llegó a ocurrir que estaría pensando en su más infame compañera de clase en tanta profundidad, porque solo se trataba de Lola Walker, y tampoco había sido una interacción tan importante. Tan solo habían compartido un cigarro y hablado un poco de sus problemas sin entrar en detalles, pero no podía evitar imaginar cuál sería su reacción si le dijera que él asesinó a alguien que ambos conocían.

No es que se sintiera bien por haberlo matado, claro que no, pues la culpa infectaba su cerebro cada vez más, pero tampoco estaba del todo arrepentido; Daryl era ruidoso y desagradable, nunca pensaba antes de decir el comentario más imbécil escuchado por la humanidad, siempre estaba molestándolo y era tan estresante siquiera estar cerca de él, sin mencionar lo insensible que había sido intentando fumar la hierba de su hermano.

Volvió a repasar la discusión en su mente, no la recordaba con claridad —por la adrenalina quizás—, los movimientos eran difusos y lo que más recordaba era buscar a Zach por consuelo, también los gritos, muchos gritos. Irónicamente, nunca olvidaría lo poco que recordaba.

... No se sentía particularmente de humor como para seguir pensando en eso, así que volvió a la chica de pelo oscuro y ojos cafés, ¿cómo se lo tomaría? ¿Estaría horrorizada, asqueada? O tal vez le daría lo mismo, tal vez incluso... le gustaría, pensaría incluso que era rudo y genial, lo miraría con esa mirada que vio en sus ojos cuando hablaron esa misma tarde y le diría lo atractivo que lo encontraba.