Era de noche, a Lola le gustaba la noche, era tranquila, oscura y sus padres no notaban si no estaba en casa. También le gustaba la noche porque era cuando se podían notar las estrellas, que eran su cosa favorita en el universo.
La mayoría de las noches Lola llenaría su bolso con algunas cosas, se lo colocaría al hombro para salir por su ventana y lentamente bajar sujetándose del alféizar, suavemente se dejaría caer al techo de la cochera, desde donde parada al borde se agarraría firmemente al árbol que estaba al lado derecho de la gran puerta de la cochera y lo bajaría ágilmente.
Su casa estaba bastante cerca del bosque a las afueras, por lo que sólo debía caminar un par de minutos para llegar ahí, a su lugar favorito para ver su cosa favorita. Llevaba puesta una casaca negra sobre su habitual camiseta gráfica, jeans y converse negras, su bolso bien sujetado a su hombro mientras avanzaba a pasos largos y rápidos. Era otoño, pero no le importaba enfriarse un poco y más ropa la haría sentir abultada.
Ya cuando estuvo más alejada de su casa se detuvo a sacar su discman y su cd de The Smiths, quería silenciar los pensamientos que invadían su cabeza y la voz de Morrisey era perfecta para eso. Su mochila estaba llena de papeles y envoltorios viejos que rodeaban sus discos, una botella de agua rellena de jugo de naranja con vodka y los diversos dulces en el interior.
Siguió caminando, embelesada por letras en las que no tenía ganas de profundizar, pero la hacían sentir nostálgica por algo que nunca tuvo. Había pensado en llamar a Howard, pero probablemente la mandaría a freír espárragos por despertarlo a la una de la mañana, su amigo tenía la estricta regla autoimpuesta de no estar despierto después de las once un día de semana.
La canción ya había terminado y comenzaba a escuchar los primeros versos de "This Charmig Man" cuando ya se encontraba cruzando el puente en mantención, algunas noches, cuando se sentía más audaz, se sentaba en la baranda a contemplar la idea de simplemente saltar, no porque Lola tuviera algún deseo suicida dando vueltas en su cabeza siempre en las nubes, más bien por el deseo de sentir alguna sensación; recordar cómo es sentirse viva sin la necesidad de alcohol corriendo por su sistema o simplemente entumecerse al punto de ver a dios.
Pero esa noche la adolescente no se sentía audaz, se sentía borrosa, cómo si viera su vida desde una televisión con estática. Podía sentir y sabía que era ella quien realizaba todos los movimientos; pero al mismo tiempo no estaba del todo segura de esto. Las sensaciones no eran como ella suponía que debían ser, a veces llegaban estas horas, detenida en el puente mirando a la nada y pensaba en sus acciones durante el día, pensaba sobre lo estúpida que se sentía, en las mejores respuestas que se le ocurrían después de repasar las conversaciones que tuvo, en cómo pudo haber respondido correctamente en clase de historia pero simplemente no tuvo las ganas de hacerlo, en cómo hubiera sido si en vez de quedarse callada durante química sus compañeros de clase no se habrían reído.
En momentos donde se sentía audaz se diría a sí misma que iba cambiar, que iba a preocuparse de sus estudios, quizás cambiar su alimentación por algo más sano.
Pero, cómo ya dije, ese día Lola Walker no se sentía audaz, estaba hundida en los confines de su mente regocijándose en la autocompasión y desprecio que se tenía. Le gustaba imaginar escenarios en los que era más parecida a la persona que era cuando estaba sola con Howard, escenarios donde no se fijaba constantemente en los demás y lo que pensaban de ella, incluso en los escenarios de su mente podía acercarse a Josh Templeton como una persona normal.
Pensando más en eso, estaba segura de que la última vez que le habló para más que pedirle que se agachara un poco y pudiera escribir los que estaba en el pizarrón fue en cuarto grado, antes del incidente de la ardilla. No le gustaba pensar en ese incidente.
Sacudió la cabeza y decidió seguir caminando hacia el claro al que iba la mayoría de las noches, a todo esto, ya había terminado otra canción desde la última vez que le puso atención a lo que escuchaba. Aún caminando sacó de su bolso la botella con el jugo con vodka y le dio un largo trago, no era su intención empezar a bajar la botella, pero tenía sed y sentía los labios secos.
Decidiendo dejarse llevar por la música comenzó a dar vueltas mientras avanzaba, murmurando el coro y dando pequeños pasos de baile. Aún se sentía entumecida, claro, pero el estar sola en un bosque en medio de la noche la hacía sentir que por un momento nada importaba; solo existían ella y las hectáreas de árboles a su alrededor. Probablemente debería estar asustada, pensó, era una mujer joven camino por un bosque a medianoche, estaba sola y cualquiera que intentara hacerle algo podría salirse con la suya fácilmente.
Pero si era sincera, su integridad física y mental no le importaban mucho; a veces esto era por un fuerte sentimiento dentro de sí que le decía que nada era real, que las cosas no tenían sentido y que sólo era un pequeño punto en el espacio flotando en una roca a miles de kilómetros por hora, otras veces era sólo porque se odiaba a sí misma y deseaba profundamente nunca haber nacido.
Cuando llegó a la parte más abierta del claro, por donde tenía que pasar para llegar a su lugar favorito, se percató de algo extraño mal enterrado bajo un montón de hojas secas y decidió acercarse a ver que era, pensando que serían restos de algún animal. Sacó la linterna que se encontraba en el bolsillo delantero de su bolso y la prendió cuando ya estuvo al lado del bulto.
—Oh, mierda —susurró, no se sentía muy bien.
Había un maldito cadáver humano ahí, y no cualquier cadáver, era el cadáver de Daryl Harper.
Estaba de vuelta en casa. Después de ver la macabra escena de moscas y gusanos comenzando a comerse el gordo cuerpo en descomposición del chico, terminó vomitando detrás de unos árboles.
Ahora mismo estaba tirada en su cama, mirando al techo con los ojos abiertos a más no poder. Sentía el olor a muerto todavía en la punta de su nariz y el sabor del vomito todavía entre sus dientes.
Aun procesando el hecho de que el idiota más desagradable que alguna vez había conocido estaba muerto, y sus restos estaban mal escondidos cerca de su lugar favorito. Nunca le había caído bien; era ruidoso, estúpido, le hacía comentarios desagradables e incluso una vez se atrevió a darle una nalgada en educación física. Pero nunca había deseado que muriera... bueno, eso es mentira, pero le habría gustado que lo encontrara otra persona que no fuera ella ¿Debería decirle a alguien? ¿A caso no decirle a nadie la volvía culpable?
Probablemente sí, debería decirle a alguien y tal vez no decirlo la volviera cómplice, pero también, si decía algo podrían pensar que fue ella ¿Cómo podía explicar que hacía en el bosque sin sonar sospechosa? Además, era un idiota insensato, probablemente se metió donde no debía y terminó muerto.
Después de varios segundos pensándolo, decidió que no le diría a nadie; que el cadáver de aquel imbécil sería su pequeño secreto sucio, y que probablemente algún otro pobre diablo lo encontraría en algún momento, con eso en mente cerró los ojos esperando no tener ningún sueño relacionado al bulto mal escondido en el bosque que tan solo ayer había sido Daryl.
Oh,Dolores, si tan sólo supieras lo que te espera...
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(𝒇𝒖𝒄𝒌 𝒕𝒉𝒆) 𝒄𝒓𝒖𝒔𝒉 𝒄𝒖𝒍𝒕𝒖𝒓𝒆; 𝑗. 𝑡𝑒𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑜𝑛
Fanfiction❝You think you're funny, right? Calling me drunk when it's too late at night Telling me truths that you know all are lies Yeah, you think you're funny, right? (What?)❞ -checkmate, Conan Gray. Donde a Lola le gusta Josh, pero él está muy atontado por...