Hetero, primera vez.
||꧁) ༒ (꧂||
Sonia deseaba vivir a plenitud su sexualidad y expresar los sentimientos que se le ahogaban en la garganta cada vez que besaba a Rodrigo.
Cuando sus manos se unían en un abrazo eterno mientras caminaban por las calles adoquinadas de la plaza. Cuando sus ojos verdes se quedaban mirándola de esa forma intensa que lo decía todo. Cuando decir te amo se le hacía tan poco.
Pero la joven, a pesar de la seguridad de sus sentimientos y anhelos, era incapaz de consentir una cosa como aquella. Su cuerpo clamaba por la liberación. Los sentidos se exaltaban al contacto con la piel de Rodrigo y su corazón exigía desesperado una pronta liberación, pero Sonia no se atrevía a saciar la sed que brotaba de ella con urgencia.
Rodrigo sentía esa misma urgencia de fusión. Un deseo prohibido que ninguno de los dos había experimentado aún, pero que ambos necesitaban de modo extraño.
Docenas de veces lo habían planeado sin que lograsen a consumar el acto, siempre sucedía algo que se los impedía. Una visita inesperada, la timidez, los nervios, cualquier cosa era un pretexto perfecto para que aquello quedase postergado. Sin embargo, Sonia sentía que se hundía en un abismo repleto de dudas, deseos y vergüenza. A pesar de sus dieciocho años se sentía sucia con la idea de entregarse a alguien que no era su esposo, aunque conociera a Rodrigo desde hacía muchos años atrás.
La tarde anterior se había desquebrajado en llanto delante del chico ante sus inseguridades y temores. Le había revelado que estaba ansiosa por unirse a él en la carne, tanto como lo estaban en el corazón, pero que su educación le impedía consentir algo como aquello. Aún no.
Rodrigo intentó hacerle entender que no era necesaria la consumación, ya habría tiempo para eso, lo importante era que se amaban con locura y que nada ni nadie podría destruir ese amor tan profundo que los envolvía.
Sin embargo, la chica no estaba del todo convencida. Sentía que le fallaba a Rodrigo y lo que era aún peor, que se estaba fallando a sí misma.
Por la mañana recibió un mensaje de su novio quien la citaba en su casa para esa noche. Sus padres saldrían de viaje y no volverían hasta el día siguiente, de manera que tendrían la oportunidad perfecta, sin distracciones, sin sorpresas molestas, solo ellos dos.
Sonia sintió un vuelco en el estómago al leer el mensaje. Se sentía emocionada, nerviosa, temerosa. Una oleada de sentimientos la acogieron, haciéndola partícipe de una marejada tan violenta que se sintió abrumada de pronto.
Esa noche Rodrigo pasó por ella.
Durante el trayecto, ninguno habló de los planes para la velada. Mientras manejaba, el chico se dedicó a cantar junto a la radio, ofreciéndole sonrisas espontáneas, amenizando el ambiente. Era como cualquier otro día, pero Sonia sabía lo que ocurriría aquella noche. Era un plan silencioso e implícito, y eso la tenía con el corazón desbocado.
Al llegar al lugar, el joven se comportó como todos los días. Bajó del auto, la ayudó a abajar y la condujo de la mano hacia el interior de la casa en penumbra. Junto a una serie en la pantalla comieron y bebieron, charlando entre comerciales. Un beso tierno de pronto, una caricia en la mejilla, un apretón en la mano.
Al terminar, el chico la invitó a su habitación. Sonia sabía lo que estaba a punto de suceder y ella no tendría más valor para decir que no, pero ¿en verdad estaba lista para eso?
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Literótica (+18)
RomanceAliméntame con tus labios y devoraré tus deseos. *** Esta es una antología de relatos eróticos que te llevará a un mundo repleto de sensualidad, deseo y pasión. Cada historia es una poesía en sí misma, una oda al...