~Carta a mi mismo

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Cambié de trabajo pero sigo saliendo tarde y disimulando mi cara de mal humor. Cambié de departamento pero sigo durmiendo poco y pensando en lo mismo. Cambié mis ganas de trabajar pero sigo cometiendo errores y preguntándome ¿Cuánto duraré?


  ¿Realmente algo cambió?


  Siendo las 23:30 — habiendo terminado mi horario laboral — solo pienso en llegar a casa y acostarme, luego de un largo día fingiendo sonrisas para gente que sin un mínimo de respeto salta al canto de "flaquito, un café cortado chico y una medialuna. Rápido, que no tengo tiempo."


  Camino en la hermosa noche del centro de Córdoba, paso por Cañada o como a mi me gusta llamarle "el camino de los arboles caídos" hacia lo que sería mi nuevo departamento.   Me mudé hace poco, tiene un escaso espacio, pero abunda la paz; paz ambiental, claro. Mi cabeza sigue siendo el mismo desastre de siempre.


  Como es costumbre, no puedo dormir. A causa de eso voy a ponerme a escribir, hace mucho tiempo no lo hago; suele relajarme y servir como catarsis.


  Prendo la luz de noche, me siento en una silla algo incomoda (de ese color marrón opaco de madera desgastada sin rastros de barniz, que muestra los años de la misma) con una terrible postura para mi espalda, la cual llevaba 13 horas de tortura en un café (hoy hice horas extras). Agarro mi cuaderno lleno de sentimientos plasmados a lo largo de mi corta vida, con mil sentimientos más los cuales ya no están debido a que al terminar de escribir la mayoría de veces arranco la hoja y la tiro a la basura. Con un portaminas gris que me regaló mamá empiezo a anotar lo que mi cabeza dice en el momento:


"Me quedé sin manos intentando subir la torre de babel. Cuando no quiero seguir, ¿qué debería hacer?. Realmente no debo hacer nada. No creo que mi intento de seguir adelante pueda cambiar el mundo, o por lo menos mí mundo. Pienso que solamente vivimos por un solo sentimiento: el miedo. Miedo a ya no existir, o no haber hecho lo que quisimos en el lapso de tiempo de nuestra existencia.


  Quiero que mi vida — o intento de no dejar de existir momentáneamente — sea placentero. Voy a intentar ya no preguntarme tantas cosas, o simplemente no complicarme demasiado por situaciones que a lo mejor no son tan complicadas. Pero ya me cansé... otra vez me cansé.


  Siento que vivo en automático.


  Odio la monotonía, pero se me hace monótono odiar, así como el cansarme de todo. Y sé que suena patético pero ya estoy cansado de estar cansado.


  ¿Cómo puedo evitarlo si hasta el cambio se vuelve monótono?


  Hice tantas cosas. Cosas que quise y otras que no. Algunas de las que podría decirse que estoy orgulloso y otras de las que no puedo estar más arrepentido. Aún así, nada me motiva más que el mismo miedo de siempre. Pero un día el miedo se va a superar."


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