Capitulo: 4 El Café De Gatos
No iba a negar el hecho de que la clase había pasado volando pero a la vez no.
Por el hecho de que estuve toda la clase pensando en él, pero también me moría por verlo.
Yo estaba en el salón de clase de mi escuela, y el idiota se había ido, después de un rato y como siempre, al terminar la escuela me encamino al café de gatos.
—¿Ya te vas? —dijo Emma.
—Sí, adiós.— dije yo evitando formar toda una conversación con ella.
—Oye, no te olvides de la fiesta, es dentro de una semana, adiós.— ella se fue viendo como la ignoraba.
Espero tener en lo que se pueda una tarde tranquila, pero al final de cuentas quería saber más de todo esta locura que me inundaba y me llegaba al cuello.
—¿Vamos al mismo lugar de ayer, verdad?
Dijo una voz detrás de mí, lo cual hizo que me asustara un poco, era él estaba parado a mi lado mirándome a la los ojos, lo cual hizo que el corazón empezara a golpearme el pecho con toda su fuerza.
—¿Estás bien? -
—a ja y sí, es donde trabajo.— trate de evadir de manera rápida su pregunta, tal vez podía notar mi repentino ajetreo.
Estuvimos caminando en silencio hasta que llegamos a una calle vacía sin una alma en ella.
—Oye, ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro.
—¿Qué haces siguiéndome?
Sus ojos se perturbaron por un momento en una expresión inescrutable mientras se fijaba en mi reacción y nuestros ojos se encontraron.
—Todo estará bien mientras no le hables a cualquiera de mí - dijo él buscando mi aceptación.
—Tranquilo, no le diré a nadie, el hecho de que una persona me siguió hasta mi casa, entro en ella, paso la noche ahí, diciendo cosas incoherentes, se cura como magia y aparece repentinamente a mi lado, ok está bien no diré nada, pero no creas que lo hago por ti solo lo hago para que no me internen en un psiquiátrico.
Él soltó una risa leve, gire mi cara, en dirección a la calle y para mi sorpresa, él jaló mi brazo de manera brusca, hacia él una ventisca de aire, paso por mi lado de manera fugaz, un carro paso a una velocidad increíble a mí lado.
Demore unos segundos en recuperar la compostura, gire mi mirada en su dirección y me encontré con sus ojos.
—¿Cómo hiciste eso?— mis nervios se alborotaron de manera rápida y sentí que las piernas me flaqueaban, trate de recuperar la respiración tomando una bocanada de aire —Puede estar muerta en este instante.
—Pero no lo estás— replico él
—Eso creo— miré a mi alrededor, la calle se quedó vacía de nuevo —ya me tengo que ir.
Dije rápidamente, caminando como loca por la calle que daba miedo.
—¿Te parece si te siguió?— dijo él y yo me acerque nuevamente a él.
—Está bien— dije de mala gana.
Me cayera bien o no, estaba más segura con él, y lo que paso momentos antes podía confirmarlo.
Llegamos al café después de unos minutos de caminar y me detuve en la puerta, gire y él ya no estaba en el lugar, mire en todas las direcciones girando mi cabeza como una tonta, pero no, estaba sola.
Suspire tratando de convencerme de que realmente no estaba loca, o al menos a un no.
Empuje la puerta y la campana hizo su horrendo sonido, que esta vez no me importo. Caminé a dentro del café y Adrián me entrego las llaves de la caja registradora, mientras se despedía del gato negro dándole mimos, el cual estaba encima de la mesa, ya que Adrián se lo permitía, pero yo no, así que como siempre, lo empuje de la mesa y me gruño.
Me sentía confundida como perdida y en mis pensamientos tanto que me estaba mareando, Adrián cerro la puerta tras de él dejándome sola en el lugar. hasta que una voz susurro en mi oído.
—¿Oye aquí trabajas? Es un lugar muy rosa— pegué un pequeño brinco, era él.
—¿Qué haces?, casi me matas de un infarto— dije mientras caminaba hacia la pequeña habitación color blanco donde encontré mi delantal —oye si vas a estar siguiéndome como un psicópata ¿puedo saber tu nombre? O prefieres que te llame idiota todo el rato, porque yo no tengo problemas con eso— casi murmure para mí mientras intentaba colocarme el delantal.
Las malditas tiras no se ataban. Mi diaria guerra contra el maldito delantal que tanto detestaba, porque jamás lograba ponérmelo sola. Sus manos se deslizaron por mi cuello, ayudándome a atarlo mientras yo alzaba mi cabello.
Mi cuerpo se estremeció cuando sus manos me soltaron y ate rápidamente mi cabello en una colita, me puse el lindo sombrero que tenía el logo "Pau, café gatuno" junto a la silueta de un gato durmiendo, bordado en ella con hilo rosa.
Me dirigí hacia la puerta, salí de la habitación viendo que por una vez en su existencia estaba considerablemente lleno de una fila de 6 personas en el mostrador.
Me apresuré hacia el mostrador y empecé a servir cafés como una loca, y a colocar postres en pequeñas bandejas plásticas de colores pastel.
Y así pase la mayor parte de la tarde, como una más de mis días a acepción del chico raro sentado en la mesa del fondo que eventualmente o casi todo el tiempo levantaba la vista de su libro y me mira fijamente.
Las chicas lo miraban y luego susurraban cosas y yo por sus expresiones podía saber que hablaban.
Algunas hasta llegaron a quedarse en lugares estratégicos solo para mirarlo durante horas. Pero finalmente termino mi turno.
El lugar estaba completamente vacío, a excepción de él, que se levantó en mi dirección y se acercó lo más que pudo, estando bastante cerca de mí.
—A tu pregunta anterior mi nombre es Carson Braun— su voz sonó ronca— Pero llámame Carl.
Esa ultima frase la susurro en mi oído, su voz era extraordinariamente seductora, y mi cuerpo se estremeció por completo.
—Me voy— dije rápidamente —me estoy volviendo loca.
Corrí hacia la habitación color blanco tirando todo, el gorro, el delantal. Todo a la mierda, salí de la habitación y me dirigí al despacho de mi jefa Paula, le lancé las llaves y me dirigí directo a la puerta.
—¿Te vas? - preguntó él.
—¿Qué crees que hago?— él no respondió —imbécil.
Yo forcejeaba con la puerta y no podía abrirla, él estiró su brazo, hacia la manija, la cual abrió con cuidado. Tuve las ganas de pegar un grito y desearle la muerte a medio mundo, pero me precipité solo a salir.
Por algún motivo él ya no estaba, no sé cómo, simplemente no estaba. Camine por las calles vacías hasta mi casa como si hubiese sido un día normal.
Pero ese día no lo había sido.
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Rosa carmesí: [Rose Black_28]#1 En Edición
Romance"y al final nada salió bien ¿No?" Elisabeth, una adolescente de 16 años poco carismática la cual se mudó recientemente a una pequeña casa trabajando en un café de gatos, se topa con Carl, un vampiro el cual la llama Charlotte, ya que ella es la enca...