1. El encuentro

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- ¿Quién eres? – preguntó ella tratando de enfocar la mirada en su cara.

¿Quién soy? La respuesta no era tan sencilla. Si se refería a mi nombre era Agust D, si se refería a qué me dedicaba, tendría que decirle que era el líder una banda de la mafia coreana, una bastante conocida de hecho, lo cual quizás no era buena idea que lo supiera. Si se refería a si era una buena o mala persona... realmente en estos momentos no sabría como contestarle.

Aunque no penséis que en realidad soy una buena persona que por circunstancias de la vida ha acabado por el mal camino. Mi verdadero nombre es Min Yoon Gi, aunque nadie me llamaba así desde hacía varios años. Viví en una familia amorosa, una madre que siempre tenía una palabra de consuelo para un mal día y también una mirada furiosa cuando hacíamos algo que no le gustaba. Una hermana pequeña a la que veía como una princesa dulce y cariñosa, y la cual me veía a mi como a su héroe... menudo héroe... Y un padre serio, un tanto frío y poco dado a mostrar sus emociones, o al menos eso decían los demás, porque para mi era un padre tan amoroso como mi madre, que se preocupaba por su familia más que por nada en este mundo. Más de una vez se han atrevido a decirme que me parezco muchísimo a mi padre en carácter.

Pero ahora no los tenía a ninguno. Una noche entraron en casa de mis padres y fueron brutalmente asesinados en la cama mientras dormían, menos mi padre, él fue atado y llevado a cada habitación para que presenciara la muerte de su mujer y su hija, para luego ser llevado a su despacho, donde fue torturado y asesinado con varios disparos por todo el cuerpo, hasta el fatídico disparo que dio de lleno en el corazón. ¿Qué? ¿Qué como es que yo no fui igualmente asesinado? Porque de eso hacía ya 7 años, en ese momento yo tenía 23 y estaba terminando mis estudios en el extranjero.
Eso no quiere decir que no intentaran asesinarme, lo intentaron. De la misma forma que en la casa de mis padres entraron la misma noche al piso en el que vivía. Aunque para mi suerte o no, no lo tenía muy claro, conseguí sobrevivir. ¿Cómo? En mi caso intentaron asesinarme clavándome una daga, el por qué no lo sabía. Pero la noche anterior había estado de fiesta hasta la madrugada, eso hizo que durmiera durante gran parte del día, por lo que a la noche mi sueño era ligero, lo que hizo que me despertara al notar a alguien casi encima de mí. Pude apartarme y evitar la muerte, aunque quedé marcado con una cicatriz que me cruzaba de arriba abajo el ojo derecho. Conseguí dejar inconsciente a mi asesino y llamé a la policía. Por desgracia el sujeto murió cuando era trasladado a comisaría por un francotirador,creo que fue ahí donde entendí que no había sido un simple intento de robo. Después fui informado de lo ocurrido a mi familia.

- ¿Hablas mi idioma? – Volvió a preguntar ella al no obtener respuesta de él.

Lo cual era gracioso ya que a simple vista podía ver que ella era la extranjera, aunque hablaba perfectamente el coreano. Claro que hablaba su idioma, era su idioma natal. Aunque hablaba varios idiomas en realidad.

- Shh – la mandó callar poniéndole un dedo en los labios de los cuales pudo sentir un gran calor emanando de ellos, en especial cuando ella dejó salir un jadeo por el contacto.

Me asomé abriendo la puerta sólo lo necesario para echar un pequeño vistazo, no parecía haber rastro de mi perseguidor. ¿Estaría bien su gente? No entendía qué había pasado. Esa mañana su mano derecha J-Hope, sí, lo sé, un nombre curioso para un mafioso, no me preguntéis, me avisó de que habían cerrado el trato para la recepción de un cargamento de droga que se realizaría de madrugada en un puerto apartado. No sabía por qué algo de ese trato no me daba buena espina, aun así, decidí ir yo mismo a recibirlo, como siempre. Nunca dejo que mi gente se ponga en un peligro en el que no me pondría yo mismo.

Y mi instinto no se equivocó, en el momento en que llegaron fuimos atacados por varias personas que nos disparaban desde varios sitios, para luego lanzarse a atacarnos directamente cuerpo a cuerpo, o mejor dicho arma a cuerpo, porque en ningún momento dejaron de disparar. No pude llegar a ver en qué condiciones estaban los demás, dado que me vi perseguido por uno de los atacantes que llegó a mí y salí corriendo para tratar de despistarlo, ya que claramente iban a por mi y pensé que así dejarían a los demás. Y así es como había acabado allí. Con esa mujer... Cuando llegué a un callejón sin salida pensé que mi suerte había terminado ese día, pero de pronto una puerta a mi izquierda se abrió y alguien tiró de mi hacia dentro del lugar, ayudando a ocultarme antes de que me llegara a ver mi perseguidor. Esa persona era esa mujer.

- ¿Está el malo aun cerca?

- ¿El malo? – repitió él con una sonrisa de lado divertido - ¿Cómo sabe que el malo era él y no yo?

- Normalmente es el malo el que trata de matar al bueno ¿no? – dijo convencida.

- No siempre, a veces los buenos intentan atrapar al malo, buenos como la policía – notó como ella se tensaba ante esa posibilidad.

- ¿Ese era el caso?

- No, en este caso el malo era perseguido por alguien aún más malo.

- Eso no me tranquiliza mucho.

- No pretendía tranquilizarla – le respondió quitando el dedo dándose cuenta de que aun lo mantenía unido a sus labios al notar que los fruncía.

Se introdujo en el lugar, intentó encender la luz, pero no funcionaba, así que decidió alumbrarse con su teléfono. Parecía un lugar abandonado. Se volvió hacia la mujer y pudo verla un poco mejor. Era una mujer joven, probablemente de unos 20, 25 años de edad, no estaba seguro. Tenía el pelo liso, más o menos a la altura del pecho. No podía ver bien el color de sus ojos, aunque sí que tenía una mirada amable. Una nariz pequeña y redondita y unos labios rosados que se veían igual de bien a como se sentían, de eso estaba seguro. Dentro de esos vaqueros y camiseta ancha de mangas cortas y zapatillas de deporte se notaba un buen físico y algo que él siempre agradecía en las mujeres, una altura inferior a la suya.

- ¿Qué es este sitio? – le preguntó.

- No creo que eso sea importante.

- ¿Qué hacía usted aquí sola y a oscuras a estas horas de la noche?

- Tampoco creo que eso deba importarle – le respondió seria.

- ¿Puedo preguntar entonces por qué me ayudó? – preguntó algo divertido por su actitud.

- Oí disparos y me asomé para ver qué ocurría, le vi corriendo siendo perseguido por esa persona, corrí hasta aquí y me preparé para ayudarle haciéndole entrar – explicó.

- La gente normal huye o se esconde al escuchar disparos, no va hacia ellos.

- Nunca dije que fuera una persona normal.

Agust D casi ríe ante su respuesta. Su teléfono sonó y contestó la llamada. Era J-Hope, que le preguntó dónde se encontraba para ir a recogerlo. Le indicó el lugar y no tardó más de 5 minutos en llegar. Ambos habían pasado ese tiempo en silencio, sólo observándose de reojo. Cuando J-Hope tocó la puerta para hacer saber de su llegada ella pegó un salto como asustada.

- Ya llegaron por mí así que aquí nos despedimos.

- Espero que no se vuelva a ver en problemas.

- ¿Acudirá en mi ayuda en caso de que suceda? – preguntó divertido, esa mujer le divertía mucho.

- ¿Cómo lo haría si ni siquiera sé su nombre?

- Tal vez podría empezar por el suyo.

- Rebeca – le respondió tras pensarlo unos segundos.

- ¿Sin apellido?

- Confírmese con eso.

- Muy bien, Rebeca a secas... Espero que le vaya bien – ya salía por la puerta cuando miró de nuevo hacia ella – Por cierto, si alguna vez se mete en problemas diga que está respaldada por Agust D.

- ¿Agust D es su nombre? ¿Y eso de qué me serviría? – preguntó confusa.

Usted sólo hágalo.

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Hola. Mi nombre es Rocío y es la primera vez que me decido a escribir algo. Por favor, tengan paciencia conmigo y sobre todo sean sinceros, las críticas constructivas sirven para mejorar. Gracias por leerme 💜

Te necesito en mi cama +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora