Agust D

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Cuando el dueño del local abrió la puerta, Rebeca vio entrar al hombre del cual había dado el nombre

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Cuando el dueño del local abrió la puerta, Rebeca vio entrar al hombre del cual había dado el nombre. ¿Qué hacía él allí?

Agust D miró a su alrededor y al mirar al salvador de la chica asintió con la cabeza, lo cual hizo que éste se colocara detrás de él. Entonces dirigió su mirada a Rebeca que se quedó sin aire al mirarle a los ojos, en ellos se podía ver una mirada que provocaba en cualquiera terror, pero podía ver también en ellos una chispa de... ¿alegría? No, era pura diversión. Sin duda la situación le resultaba divertida.

- Veo que me hizo caso.

- Bueno yo... - Cómo decirle por qué lo había hecho si ni ella misma lo sabía.

- ¿Lo conoces? – preguntó Pedro y entonces la mirada de Agust D se dirigió a él.

- Manténgase al margen si no quiere acabar como sus amigos.

- ¿Me está amenazando?

- Si – El salvador detrás de él soltó una risa contenida por su sinceridad.

- Normalmente la gente dice algo como: Solo te estoy advirtiendo – comentó a Agust D.

- Perdida de tiempo y saliva cuando claramente es una amenaza que además me encantaría cumplir.

- Bueno ya estoy harto de esta escena ridícula. Vámonos de una maldita vez – dijo Pedro mientras cogía con fuerza de nuevo a Rebeca del brazo obligándola a que se levantara.

- ¿Es algún familiar suyo? – preguntó Agust D a Rebeca.

- Claro... que... no – respondió forcejeando agarrándose a la mesa.

- ¿Le tiene algún tipo de cariño? – volvió a preguntar sin moverse aún.

- ¡¿A usted qué le parece?! – le respondió sintiendo exasperación - ¿Cree que es momento de estas preguntas? – le preguntó ahora ella.

- Necesito saberlo para calcular el daño

- ¿Qué?

Rebeca no entendía de qué hablaba hasta que vio al mismo hombre que estuvo allí desde un principio ir hacia Pedro con un simple gesto de él. Al llegar a él le retorció el brazo izquierdo hasta que la soltó para tratar de pegarle un puñetazo con su derecha, pero el salvador lo esquivó y aprovechó el impulso de este para darle una patada en el estómago seguida de un golpe con el antebrazo detrás del cuello que hizo que cayera. Luego le dio la vuelta en el suelo y le dio un puñetazo en la cara dejándolo casi inconsciente.

- Eso fue rápido. Disculpe las molestias que le hayamos podido ocasionar señor – le dijo Agust D al dueño del local ofreciéndole tanto dinero que hizo que Rebeca abriera todo lo que pudo sus ojos.

- Un placer haberle sido de ayuda Señor – contestó este mientras cogía el dinero.

Agust D se acercó a Rebeca que de nuevo estaba mirando a su salvador que seguía encima de Pedro para evitar que se levantara, aunque dudaba que pudiera hacerlo. La agarró de la muñeca y la llevó hasta la salida sin decir una sola palabra y sin darle tiempo a reaccionar.

Te necesito en mi cama +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora