Capítulo Primero (Introducción)

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Una vez escuché, o leí, a una chica decir (antes de contar su historia) qué; una buena historia empieza desde el inicio. Me gustó la frase, así que la remarqué, y la escribí en mi libreta. Y ahora que tengo la oportunidad le voy a ser fiel, y empezaré desde el inicio.

Me llamo Coraline. Sí, como el libro. Aunque mi apodo es Carrie, y me llaman casi todos así. Tienen varios significados mis nombres; Coraline además del cuento significa "que viene del coral del mar", y sí, representa el coral literalmente. Carrie es el diminutivo del nombre y también es gracias a la novela de Stephen King.

Lamentablemente mi nombre es mucho más largo aún, e incluye nombres raros, antiguos, mitológicos, y por supuesto todos tienen un significado. Es una de las tradiciones de mi familia. Aunque la verdad a mi me encanta, amo el significado de los nombres, y en mi familia tiene mucho que ver con quien eres.

La familia Gálvez, era especial, poco común, y muy criticada. Aunque yo amaba a mi familia, y me pareció siempre que ser ordinario, normal y común eran los adjetivos más horribles que alguien te podría decir o adjudicar. Tenemos tradiciones, que probablemente estén arraigadas a nuestras raíces.

Hace algunos años las seguíamos al pie de la letra, pero con el tiempo se fueron perdiendo las costumbres, mas no todas. Y por eso yo en parte era extraña para algunos en mi familia; yo me juntaba con los miembros más viejos que la conformaban y me quedaba horas aprendiendo de sus historias, que me parecían muy interesantes y especiales.

Por ese motivo, yo era de las que siempre llevaba con ella una botellita con sal, y cada vez que había un mal augurio, tiraba una pizca por mi hombro, o llevaba un atado de hierbas en la mochila siempre. No recuerdo con exactitud en qué momento las nuevas generaciones de mi familia se hicieron ateas, pero lo que sí recuerdo es que a mis abuelos y abuelas casi les da un ataque.

Nací en Argentina, un día muy caluroso de febrero, puntualmente el 20. Y desde que soy pequeña mis padres y allegados de la edad cuentan que nunca fui una niña ordinaria, en realidad presente muchísimos problemas para mi crianza, una de las anécdotas que recuerdo es la primera vez que quisieron que me pusiera unos zapatos de niñas de la época, de los que son brillantes y de plástico con colores. 

Según lo que cuentan mis papás, los termine lanzando por los aires y se los tuvieron que terminar dando a mi prima. Anduve descalza siempre desde ese día, rara vez podían lograr que me pusiera calzado. La primera vez que lo lograron fue con unas zapatillas, que parecían botas. Eran de uno de mis primos y como ya no las quería me las probé yo. Desde ese día solo uso esas zapatillas, o un tipo de sandalia típica de mi familia, sino estoy descalza. 

Otra anécdota que recuerdo es la primera vez que me llevaron a la escuela para niños, mis padres esperaban que hiciera amigas o mínimamente hablara con alguien. Pero se sorprendieron cuando las maestras, luego de una semana, les contaron a mis padres que yo no había hecho interacción con ninguno de mis compañeros, y lo más extraño fue que la razón no era que fuera tímida, sino que simplemente no me relacionaba. 

La sorpresa fue aún mayor al enterarse por parte de los directivos que al ir al patio de juegos, yo me ponía a cuidar plantas en las macetas y plantar flores o ramas en la tierra de estas, desde ese momento se tuvieron que hacer la idea de que su hija no sería social jamás.

Al entrar en la primaria y ver que todo era igual, me llevaron con varios psicólogos y pediatras, pensando que podría tener algún tipo de trastorno.

Nadie me pudo diagnosticar jamás, los médicos quedaban sorprendidos. Hasta que se descubrió lo que era la neurodivergencia, hay varios tipos de esta; está el TDAH, la bipolaridad, la esquizofrenia, el espectro autista, entre muchas otras.

Son básicamente personas cuya neurología es atípica a la usual, neurológicamente los cerebros de personas con neurodivergencia funciona diferente, pero los doctores dijeron que parecía ser una autista menor, pero que tenía una más que clara neurodivergencia, o al menos eso me dijeron mis padres para que lo entendiera.

Con el tiempo al volver a hacerme los estudios se me diagnosticó que tenía trastorno del espectro autista, pero jamás se me trató ya que no lo consideraron demasiado importante. Al ser una autista presente problemas como dificultad para la comunicación y la interacción social, y patrones rígido en mi conducta y forma de pensar. También fui diagnoticada con TDAH asi que era muy dificil para mi concebtrane y suempre terminaba desregulada o haciendo otras cosas.

En la escuela se burlaban por mis comportamientos o actitudes, por ejemplo siempre me molesto demasiado el ruido, me hace mal de hecho, a veces no reaccionaba o mostraba emociones que debería mostrar en respectivas situaciones, entre otras cosas.

Y así iba por la vida, una niña que no era nada y a su vez lo era todo, nunca encaje con los demás, y no lo digo para hacerme la especial ni nada por el estilo. Simplemente a mis compañeros no les caía bien, recuerdo otra anécdota de que cuando en segundo grado, fuimos a una reserva natural, y por alguna razón que desconozco todos los animales se quedaron encima mio.

La visita se tuvo que alargar y al final el colegio llamó a todos los padres del curso para que fueran a buscar a sus hijos, porque yo seguía con las aves en mis brazos, e incluso el león y los linces se había acercado como si fueran gatos domésticos, y yo estaba dormida encima de estos.

No voy a mentir, a mi tampoco me caían bien mis compañeras, simplemente eran muy ruidosas, fastidiosas y no sé, no me agradaban. Así que terminé cambiando de escuela, aunque la historia fue la misma.

Pero si hice una amiga, una vez estaba en quinto grado, había subido a un árbol porque los chicos habían decidido que era divertido lanzar pelotazos a mi cara. Estaba tranquila leyendo cuando escucho un gemido, era invierno y estaba helado todo. Me acerqué hacia la rama y encontré una gatita, era la gatita más extraña, pequeña y única que había visto jamás.

Sus ojos eran uno de cada color, a la luz del sol; uno color miel y el otro café, pero cuando oscurecía sus ojos se ponían de un color rojo merlot tan hermoso que me fue imposible apartar la mirada de estos la primera noche que la vi, su pelaje era negro completamente y era corto, la cosa que más la caracterizaba era que su cola a diferencia de su demás pelaje estaba teñido de rayas grises, en un patrón muy específico. Desde el momento en el que la vi supe que iba a estar conmigo siempre, así que la sujete y baje del árbol, con ella metida en mi bolsillo.

La guarde en mi mochila todo el resto del día, y al llegar a mi casa fui directamente a mi habitación y le hice un té para que tomará y se mejorará, mi familia la terminó descubriendo y no puso objeción alguna a que me la quedara, la llame Arawi, porque asi se llamaba el personaje de un cuento que me cintaba mi abuela, que además significa poesía y canto en quechua, ya que siempre se dormía en mi cama al recitar poesía o al cantarle.

Al seguir creciendo las únicas personas con las que me relacionaba eran mis primos o hermanos, era de los mayores y la mujer más grande de la casa lo que significaba que tenía la responsabilidad de actuar con madurez y responsabilidad, aunque mis primas tan solo fueran más pequeñas a mi por unos meses, y nunca tuve problema con esto. El problema se causó cuando llegó la nota, y con esta la reunión y La Gran Tragedia.

La Carta de la Gran TragediaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora