Una vez, cuando fui a acampar en un bioma nevado, vi una flor crecer cerca de mi carpa.
Esta era diferente a cualquier otra. Era pequeña. No más grande que mi mano. A pesar de eso, era hermosa y espléndida. Sus amarillos pétalos eran una nueva y bella experiencia.
La experiencia de ver nacer vida pura.
A pesar de eso, sabía que no iba estar despierta por mucho.
Tan linda pero tan miserable a la vez, esperando su triste hora de ir a la cama en aquel bioma en el cual era imposible no seder ante el sueño.
Parecía tan solitaria, tan patetica... No pude hacer más que sentarme a su lado, y, poco después, ella yacíadormida sobre la nieve...
¿Por qué me quede siquiera?
Era predecible aquel final.
Ver nacer algo puro e inocente para luego ver su llama apagarse cruelmente...
¿Por qué desperdiciar el tiempo en ver el destino ya escrito de una miserable flor?
¿Por qué verla soñar si ya sabía que eso iba a pasar?
La nieve se volvió tan aterradora desde entonces.
La falta de calor.
El frío invernal agobiante que no te deja respirar...
No te deja respirar...
Te corta el oxígeno...
A veces me gustaría regresar a ese momento tan trágico, tan doloroso, y dormir junto con ella para siempre...
¿Aún estoy hablando sobre dormir?
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Todo a su alrededor era tan cálido.
Una ola de calor tierno lo abrazo al sus ojos abrirse con lentitud e ir recobrando la consciencia.
