La guerra se desata después de que un grupo de villanos haya decidido atentar con la vida de ciudadanos inocentes, el trabajo de Izuku y sus compañeros es evitar que estos ataques sigan pero todo acaba después de una batalla.
Después de todo el caos...
Abrió los ojos, la luz del sol daba en su cara y pudo escuchar el ruido de platos en la cocina, junto a un rico olor. Al tocar la almohada a su lado se dió cuenta que ella no se encontraba en la cama.
— Así que si estás en la cocina —sonrió para si mismo, preparándose para poder ir a trabajar más tarde—.
Se dirigió a la cocina lleno de felicidad pero al llegar se encontró con la no tan grata sorpresa de que era Uraraka quien se encontraba en la cocina, haciendo el desayuno.
— Buenos días, Izuku-kun —saludó alegremente la castaña—.
— Buenos días, Uraraka-san —regreso el saludo amablemente—.
— Toma asiento, en un momento serviré el desayuno —mencionó para volver a su tarea—.
Izuku obedeció, sintiéndose triste al pensar que Yuuki le estaba evitando, llevaba un par de años que ella no se presentaba en el desayuno como antes, al contrario, Uraraka se encargaba de esa tarea, lo cual no le agradaba. Al menos, antes se sentía contento con hacer el desayuno para los dos cuando la rubia no tenía ganas.
Su teléfono vibró, era un mensaje de la chica que amaba, Ochaco miró al peliverde cuando escucho aquel celular.
— ¿Pasa algo, Izuku-kun? —él negó con la cabeza—.
— Yuuki me mando un mensaje, creo que ya no está tan enojada conmigo, me recordó que hoy no iba a trabajar —habló inocentemente—.
La castaña hizo una pequeña mueca de disgusto y tristeza, ella se había encargado de poner los recordatorios, sin embargo, el creía que eran mensajes de texto. Odiaba el amarlo tanto como para querer que la relación funcionará de alguna manera, aún cuando sabía que tal vez eso era imposible y un poco de ella le guardaba rencor a Yuuki, por tener su corazón y su mente.
Mientras tanto, Izuku iba a responder el mensaje cuando vió como la contraria ponía su desayuno enfrente. Tuvo que dejar su celular a un lado, esperaba que el amor de su vida no se enfadará por no haber respondido el mensaje.
— Buen provecho —sonrió la castaña.
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Tenía un rato que Ochaco se había ido, se sentía aburrido y solo sin su pareja, solo estando sentado en el sofá mirando las noticias que había últimamente. Estaba tan perdido en sus pensamientos que no se dió cuenta cuando la menor llegó tapándole los ojos.
— Yuuki... —murmuró con felicidad, destapando sus ojos y mirando sus ojos azules— Viniste más temprano de lo usual.
