Apenas llegué a mi alcoba, me deshice del vestido. No espere a ninguna doncella. Tenía que sacarme el objeto de tortura de mi cuerpo.
Cambié mi anterior y apretado traje en tonos azules, por uno más suelto y libre en color nude.
Agarré un libro que tenía a medio leer salí de mi alcoba, corría por los pasillos de la fortaleza.
Llegue a mi destino, el bosque.
—¿A dónde vas, mi amor?
William me sujeta del brazo.
—A dar un paseo.
—A madre no le gustara nada aquel paseo.
—No se enojará si no lo sabe.
—No puedes escapar, cielo. No olvides que es tu fiesta. Los invitados preguntaran por ti.
—¿Solo un momento sí? Necesito respirar, sabes que no estoy acostumbrada a estos eventos.
—¿Solo será un momento?
—Sí, no notaran que me fui.
—No te alejes mucho, sabes que igual es peligroso.
—Te amo, hermano.
Corrí antes que se arrepintiera.
Olía la naturaleza, tenía un equilibrio de colores impresionante. Me detuve cuando llegue a la cascada y salte unos pasos hasta llegar a la cascada. Luego me quite los zapatos y mis pies repasaron en las aguas cristalinas de aquel precioso paraíso. Con lentitud fui quitándome el traje dejándolo en algún lado de la orilla.
Si llegaba al campo azul, me negaría a salir de allí por unas horas. Tiempo que obviamente no tenía.
Me sumergí y nadé hasta el centro de la laguna, disfrutando del agua abrazando mi cuerpo.
Permanecí unos minutos más en silencio hasta que sentí la presencia de alguien. En la naturaleza, las intrusiones eran muy fáciles de detectar, por lo menos para una persona que sabe conectar con cada hoja de cada árbol, con cada ser vivo que permanecía en su compañía.
Los ruidos que hacia eran tan inaudibles como el crujir de una pequeña rama, el viento chocando con su cuerpo o el sonido lento de su respiración. Pero estaba allí, siendo una clara afirmación.
Visualice su figura entre unos árboles, alta y de porte, sus cabellos negros eran un contraste con los colores vibrantes del paraje y el sol comenzando a brillar. No podía ver su rostro, pero sabía que me estaba mirando, sentía sus ojos admirando cada centímetro de mi piel.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí? Estás tierras le pertenecen a mi familia. —Ataque con preguntas e intente mantener la calma. Este era el primer hombre con el que trataba directamente. Sin que fuera un niño, un guardia o un pariente.
Omitiendo que estaba casi desnuda y la delgada tela que me cubría se transparentaba por el agua. Levante mi cabeza mientras él se acercaba a pasos firmes. Sin ningún tinte de vergüenza por mis acusaciones. Cuando llego a la orilla, lo pude ver mejor. Su rostro, el más precioso que algún día habría visto, tan varonil, pero sin ser grotesco. Sus facciones denotaban sensualidad y una feroz astucia.
—Me perdí...
—Los caminos más cercanos están a cientos de hectáreas de aquí... ¿Cuál es su nombre, señor? —Dije cautelosa.
—¿Cuál es el suyo? —Dijo.
—Yo pregunte primero.
—Bastian.
—Isabella. —Respondí.
—Un delicioso placer conocerte. Sabes... —Se detuvo antes de terminar y cuando pensé que por fin lo diría, cambio el rumbo de la conversación. —Tu nombre es precioso. Pero, ¿Conoces el origen? Isabella.
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Reyes | SAGA REGNA SANGUINIS
VampireTodo siempre fue Placer y Poder. Sangre, Sexo y Muerte es lo primero dicho. El poder es igual a mi corona, titulo y matrimonio. Yo? Yo soy ambos. Yo soy el poder, también soy placer. Una tentación para un ser avaricioso y una fruta prohibida para a...