N/A: recuerden que las capitulos no tienen enlace entre sí. A menos de que en el titulo tenga parte 1.
POV. Gong Chan Shik.
– ¡Me gustas!
Había gritando con todas mis fuerzas, posiblemente todo el instituto había escuchado. El chico frente a mí se encontraba paralizado y su amigo a un lado apretaba los labios para no reírse. Clavé mi mirada en sus hermosos ojos que estaban abiertos más de lo normal, le había sorprendido mi declaración. Abrió los labios para decir algo, mas sólo un gemido salió de sus finos labios. Solté una carcajada, la expresión de él y la el rostro de su amigo contiendo una risa me causaba demasiada gracia. Frunció el ceño mientras yo apretaba mi estomago pues comenzaba a doler de tanto reírme.
– ¡Me gustas! – volví a gritar y salí corriendo. Escuchando el "¿Ah?" Y la risa estruendosa que soltó el chico a su lado.
Corrí cuanto pude, sin detenerme en ningún momento, sin dejar de reír como completo idiota. Me tiré en el pasto junto a un árbol que cubría completamente mi cuerpo con su sombra. Miré hacia el cielo.
– ¿Qué demonios he hecho? – susurré, cubrí mi rostro con ambas manos pues sentía calor acumulándose en mis pómulos.
Me había confesado al chico del cuál estaba enamorado desde la primaria. Hoy era el último día de curso, el último día que le vería pues él iría a la universidad mientras a mi me faltaba dos cursos para terminar. Eso fue lo que me armó de valor para gritar aquellas palabras. "Me gustas" pudo ser una declaración mas digna, pude pedirle un minuto y hablar a solas, pude mandarle una carta de amor y listo. Pero no, a mi, Gong Chan Shik del curso 1-A actuó sin desearlo de la manera más original del mundo: declararse a gritos en un lugar donde a esa hora estaba completamente poblado de estudiantes, lo peor es que me había reído como un loco desquiciado, dejándole a él con un pequeño trauma, quizás ahora piense que un acosador pervertido le estuvo siguiendo todo un año.
Abracé mi cuerpo y giré en el pasto. Demonios, había sido la peor idea que había tenido, pero ya no le volvería a ver, ¿cierto?.
– Channie – oí que me hablaron.
Emití un "mmh" como respuesta, no tenía ganas de hablar, no después de haber gritado a todo pulmón.
– dicen que él te está buscando.
Levanté mi mirada sorprendido.
– Dime que es broma, Sandeul.
Negó con la cabeza, ¿Ahora que haría? Sandeul me ayudó a levantarme y caminamos juntos hasta nuestra clase, muchas personas me veían quizás todo el instituto se había enterado del tonto chico que se declaró en plena plaza de la escuela.
Las horas pasaron, tenía puesto los audífonos pues no estábamos haciendo nada en clase, total era el último día, no había de que preocuparse. Miré hacia la ventana que daba a los pasillos y vi como él se cercaba al aula, con mucha rapidez agache el rostro escondiéndolo entre mis brazos. Sandeul me zarandeó varias veces pero yo negué en levantar el rostro hasta que creí que él se había marchado.
El resto de las clases me la pasé huyendo, ya no quería pasar más vergüenza, si lo vea cerca de la cafetería corría hacia los baños, si lo veía en los baños corría hasta el aula a meter mi rostro en la mochila. Quizás si no me hubiera confesado, ahora pudiera estar observándolo y él no se hubiera dado cuenta, pero justo el último día que podía verlo había estado huyendo de de él.
Eres tan idiota Gong Chan... otra cosa no podía entrar en mi cabeza más que esas palabras ¡Aun no podía creer lo que había hecho! El timbre de la última hora sonó, los brutos de mis compañeros tiraron gozosos sus libros, mientras veía a Sandeul negar con la cabeza, seguro pensaba lo mismo que yo, sobre aquellas personas que se comportaban como animales. Tomé mis cosas y salí corriendo, hoy era el día que mi horario coincidía con el de él, por lo que era seguro que me lo encontraría en la entrada. Corrí esquivando a muchas personas, salí y no deje de correr hasta doblar la esquina. Apoyé mis manos en las rodillas tomando un largo suspiro.
– Gong Chan Shik.
Rayos. Demonios. Mierda.
Aquellas palabras golpeaban mi mente mientras enderezaba mi espalda y buscaba la forma de huir de ahí. Tardé mucho, o eso pienso yo pues sentí su mano rodear mi brazo. Rechine mis dientes y volteé a verlo.
– EH... Hola – dije con nerviosismo rascándome la nuca con mi brazo libre.
– Has estado huyendo de mi – dijo frunciendo el ceño.
Reí nervioso esquivando su mirada.
– Lo siento, seguro creerás que soy un acosador, en serio lo siento – hice algunas reverencia aunque se me complicaba pues él seguía sujetando mi brazo.
– No...– apretó sus labios como intentando buscar palabras que decir. – el único acosador aquí soy yo. ¿Nunca has sentido que te observan desde la ventana de enfrente de tu habitación?
Oh... ¿Qué era aquello? Sí, seguidamente sentía que alguien me atravesaba con la mirada, pero cuando miraba hacia aquella ventada siempre se encontraba con las cortinas cerradas.
– Es increíble que aun no te hayas dado cuenta que vivo justo en la casa detrás de la tuya. –¿QUÉ? Abrí la boca sorprendido. – Me gustas Gong Chan Shik.
Su mirada. Su condenada mirada al decir mi nombre me erizó la piel, no aparte mi mirada de la suya, comenzaba a cerrar sus ojos acercándose a mí. ¿Qué rayos? Mi cuerpo temblaba, solté un suspiro, sentí su respiración sobre mis labios, y como en cámara lenta sus labios se posaron sobre los míos.
Ahora entendía, la risa de su amigo se debía a que éste estúpido me correspondía y yo, me le adelante con la declaración de sentimientos. Sonreí sobre sus labios y luego comencé a corresponder el movimiento de sus hermosos labios. Se separó de mi, dejándome con sed de más, me había convertido en un naufrago el cuál toma agua de mar pero en vez saciar su sed, esta aumentaba por la sal del mar. ¿Que rayos estaba pensando en este preciso momento? Él golpeó mi frente con su dedo sacándome de mi explicación interna de como con sólo un beso me había vuelto un necesitado de sus labios. Volvió a besarme, le jale de la camisa, estaba nervioso. Nervioso y feliz. Se separó de mi sonriendo.
– Jin Young. – suspire.
Me sonrió...