37- FINAL.

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5 AÑOS DESPUÉS...

-¿Clara está en la guardería?- pregunté.

-La dejé allí a las diez de la mañana, Luke. Deja de preocuparte tanto, ella está bien- contestó Keira frotando mi espalda cariñosamente.

Clara había cumplido dos años y todavía no podíamos creerlo. ¿Quién hubiera dicho que acabaría formando la familia de mis sueños gracias a unos mensajes de texto anónimos?

Keira se acercó y depositó un beso en mi cuello, dejando una corriente de electricidad por mi cuerpo. Ya hacía más de cinco años desde el comienzo de nuestra relación y la conexión entre nosotros seguía estando intacta. Eso no podía ponerme más feliz.

Habíamos tenido nuestras idas y venidas, incluso momentos en los que ambos pensábamos que nuestra relación no daba para más, pero aquí estamos ahora.

Los años la habían favorecido; su cabello corto color caoba brillaba con la luz. Finalmente se había decidido por mantener ese color y no algún otro. Su figura era esbelta, curvilínea en las partes justas y piernas largas que me hacían perder la razón.

Y créanme que ella lo sabía perfectamente.

- ¿Estás nervioso por tus finales? -preguntó.

-Algo así. Realmente espero poder aprobar ese jodido examen y terminar la carrera de una vez por todas. La verdad es que ahora mismo no me interesa seguirla-contesté.

- ¿Qué quieres decir?

-Que tenemos una niña de dos años y no me gusta dejarla en una guardería. Se supone que soy el padre, y al menos uno debe estar para ella mientras crece. Me duele saber que quizás ahora está aprendiendo nuevas cosas y yo no estoy allí para verla. La carrera no es algo que me importe más que tú o ella.

-Luke, te dieron la oportunidad de estudiar en Harvard. Nos dieron la oportunidad de estudiar en Harvard. Este es nuestro último año y luego podremos conseguir trabajo en la empresa de nuestros sueños. ¡Nos graduaremos con honores! Somos los mejores de la clase y, todo eso, con una hija de por medio, ¿quién ha hecho eso alguna vez? ¡Nadie! Cuando Clara crezca, estará feliz de saber que ella no fue un obstáculo para tu carrera, sino que fue la persona que te impulsó a terminarla- dijo finalmente.

No necesité pensarlo mucho; sabía que ella estaba en lo correcto. No podía negar que me había dolido saber que mis padres no pudieron estudiar como Dios manda a causa de mi nacimiento, eso siempre me hizo sentir inesperado y como si les debiera algo pero, ahora desde el lado de padre, pude notar que eso fue por decisión propia y no por mi indeseado nacimiento.

-Tienes razón. Es mi último esfuerzo.

-Así se habla, cielo- Keira depositó un pequeño beso en mis labios y salió de la habitación.

Recorrí la cocina con la mirada y largué un suspiro. Teníamos una casa digna en la cual vivir y era algo que nos había costado. A causa de mis tatuajes, no era nada sencillo conseguir un trabajo en el cual la paga sea merecida. Supongo que gracias a eso piensan que soy un vagabundo sin remedio, que no se preocupa por sus notas y que me hago cargo de mi hija sólo porque no me queda ninguna otra opción. Todos sabían que eso era falso. Siempre me había preocupado por mi familia y, cuando el Rector de la Universidad ofreció hablar a mi favor en cualquier empresa donde quiera entrar, supe que estaba haciendo las cosas bien.

Keira estaba trabajando felizmente como diseñadora de interiores y nuestro hogar era una mera prueba de aquello. Solía llamar la casa como "la rata de laboratorio", ya que ella experimentaba todo allí antes de proponerlo ante algún cliente. Su carrera como Diseñadora de Interiores había terminado mientras que la de arquitecta, no. Había estado estudiando estas dos carreras en conjunto para poder combinar las dos cosas que más le gustaban: las decoraciones y construcciones.

Yo me encontraba feliz con la abogacía; ¿quién hubiera creído que yo sería quien haría justicia, para llamarlo de alguna manera? A veces la situación era medio irónica.

El teléfono sonó y Keira apareció corriendo por él. Era gracioso verla tan preocupada por esas cosas tan pequeñas. Sonrió cuando lo tomó a tiempo y se lo llevó hacia el oído.

- ¿Diga?- la persona que se encontraba al otro lado de la línea comenzó a hablar y Keria asintió seriamente. Llamé su atención para saber de que se trataba todo esto y me hizo una seña de que espere-. No se preocupe, ya estamos en camino.

Tomó un pañuelo que se encontraba a mi lado, depositó un nuevo beso en mis labios y se alejó mientras se lo anudaba al cuello.

- La niñera de Clara llamó y dijo que ella ha mordido a uno de los niños de la guardería. Al parecer, quiere que uno de los dos vaya a buscarla. No puedo hacerlo, sabes lo mucho que odio los coches y tengo clases en media hora; si no salgo ahora mismo, llegaré tarde. ¿Crees que podrás buscarla antes de tu examen?- dijo. Suspiré.

- No te preocupes, claro que puedo. Para cuando tenga que ir a la Universidad, tú ya habrás vuelto -contesté.

- Gracias, cielo. Sabes que cualquier cosa puedes llamarme y vendré corriendo, ¿sí?

-Lo sé- la abracé por las piernas y ella se sentó en mi regazo. Hundí mi rostro en su cuello y respiré su aroma. La amaba tanto... Keira pasó sus brazos por mis hombros y me abrazó fuertemente. Deposité un beso en su cuello y ella se levantó.

-Llegaré dentro de una hora. Te amo, Luke -dijo con total sinceridad.

- También te amo, Kay -sonrió y salió corriendo por la puerta.

Tomé las llaves que se encontraban sobre la mesa del comedor y subí al auto. Traté de no subir demasiado la velocidad, pero siempre que me llamaban por algo relacionado con Clara, mis nervios subían notoriamente.

No era la primera vez que ella hacía algo así. Cuando sucedía, sabíamos que era porque a ella no le gustaba estar allí y prefería estar con nosotros, pero con las clases no siempre era posible. Toda nuestra familia estaba lejos de nuestro hogar y no podíamos recorrer doscientos kilómetros para dejarla con ellos.

Esa era una de las razones por la que siempre me culpaba. No veía justo que ella debiera ir a un lugar en el cual no la pasaba bien mientras nosotros estábamos estudiando.

Aparqué en el estacionamiento y me dirigí trotando hacia la entrada. Clara estaba sentada sobre una mesa mientras hacía pucheros, pero, cuando me vio ingresar en el edificio, sonrió enormemente e intentó bajarse de donde se encontraba.

Le devolví esa enorme sonrisa y me acerqué a ella, levantándola en mis brazos para que no se cayera de ahí.

- ¡Papi!- exclamó. Hice un puchero y ella rió mientras tiraba de mi labio inferior con sus pequeñas manos.

-Ohh, Señor Ziegler, no lo he visto entrar- dijo Gloria. Asentí en su dirección y volví la vista hacia Clara, mientras que ella recorría los tatuajes de mi brazo con sus dedos. Eso siempre la dejaba sorprendida -. ¿Ya se va a ir? ¿No quiere quedarse con Clara un poco más?

Keira habia tenido varias peleas con Gloria acerca de las insinuaciones constante que yo recibía por su parte. Por mi lado, siempre tuve las cosas más que claras y nunca la miré de una forma especial. Negué cordialmente y me dirigí hacia la salida cob mi hija.

Siempre le gustaba escuchar pop en el estéreo y por esa causa, todas las salidas que hacíamos juntos nos la pasábamos escuchando a Taylor Swift.

Se podía decir que ya me las sabía de memoria a todas sus canciones.

Una vez en casa, la llevé hacia mi habitación, donde le gustaba dormir siempre que podía. La deposité suavemente allí y, cuando estuve a punto de irme, su manito sujetó fuertemente la mía.

-Quédate, papá -susurró adormilada.

Acostado a su lado, no pude ver de una mejor manera de vivir mi vida, que junto a las dos personas que más amaba en el mundo: Keira y Clara.

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