único.

1.2K 99 7
                                    

Dos palabras.

Ya valió.

Y eran precisamente esas dos palabras que sentenciarían su destino si es que acaso se armaba de valor para enfrentarlo y no huir del país antes, claro.

Porque, aunque Enid solía ser la persona más exagerada en la tierra. Definitivamente esta vez no estaba exagerando cuando decía que enserio ya valió. Y aquel pupitre frente a ella con aquella figurita resplancediente llamando la atención se lo podía confirmar. 

¡Debería golpear a su yo de hace unos minutos cuando quiso hacer esa locura!

—Dios, me voy a volver loca—susurró la pelirubia con las manos entre su cabeza cerrando los ojos profundamente, intentando de alguna manera, encontrar una solución a su torpe problema.

—Hey, En, tranquila—dijo Yoko, su mejor amiga mientras acariciaba el hombro de la más baja buscando brindarle algún tipo de consuelo.—Estás exagerando, enserio, no es la gran cosa, de seguro Merlina lo entenderá.

—¿Entender qué, Yoko, entender qué?—preguntó sarcásticamente nuestra protagonista mientras desenvolvía sus brazos de su cabeza permitiendose ahora la completa audición y reemplazando su ubicación de estas ahora en el borde de aquel que antes era un sombrío pupitre—Esto no tiene perdón!

Bueno, Enid tiene un punto pensó Yoko.

No era para nada un secreto que Merlina Addams, la chica recién transferida, tétrica de la escuela y con fama de pandillera no era alguien que tolerara las cursilerías y mucho menos las pegatinas de colores

—Debiste haberme detenido en cuanto me senté en este condenado lugar!

—Pero lo hice! Fuiste tú que tuvo, oh, la mejor idea del mundo mundial!—junto a una mala imitación del tono de voz de su mejor amiga, Yoko se burló, en su cara tenía una leve sonrisa burlesca. 

Y como si fuera alguna clase de misericordia celestial el día empezó sin ningun contratiempo, y esto incluía a la chica Merlina Addams asistiendo por primera vez al instituto, pero, ya que ella no estaba ahí ese día, entonces Enid podía respirar en paz.

Al menos por hoy.

No fue hasta el final de las clases que la de cabello bicolor se permitió respirar en paz y aprovechó el tiempo para tratar de calmar su acelerado corazón con una mano en su pecho y sus ojitos cerrados. 

—Eh, Sinclair!—se escuchó una voz desde la burbuja imaginaria que la mencionada había creado.

Así que, Enid Sinclair abrió sus ojos enfocando sus pupilas y buscando a aquella persona que realizó la conjuración de su nombre y ahí fue cuando vió a aquella cara conocida por ser la personificación de la responsabilidad, Bianca Barclay.

Bianca era la representante de curso y ahora estaba frente a la ojiazul con una pila de hojas relativamente reducida frente a ella.

—Esto de aquí—murmuró Barclay, señalando las hojas en sus manos—Son los apuntes que he tomado de la clase de hoy ya que como sabrás, la nueva alumna hoy no ha asistido. Por lo que, evitando que se retrase le he decidido proporcionar este material.

—Ah...—dijo Enid.

—Quiero que se las hagas llegar—culminó la morena de cabeza rapada con un tono uniforme aunque formal extendiendo el elemento.

—¿Qué? Espera, no! Por qué?—preguntó sobrexaltada.

—Porque eres la única que aún no se ha ido a casa, por supuesto, y porque yo tengo algunos asuntos de los que hacerme cargo

Ni sus constantes quejas, ni sus intentos de devolverle las hojas le funcionó a la omega, pues Barclay parecía muy convencida de lo que le encomendó.

Y es por eso que a regañadientes la pelirubia se había desplazado por la ciudad hasta llegar a la residencia de los Addams.

Ahora frente a ella estaba una mansión obscura como la noche en donde la arquitectura se erguía impotente pareciendo nunca acabar y llegar hasta el cielo. 

Con una mano bañada en sudor frío y su respiración ligeramente irregular Enid tocó el timbre del lugar, esperando ansiosa a ser atendida.

—De todas las personas en el mundo, Enid, ¿por qué tú?—habló consigo misma la licantropa sin saber que la puerta había sido abierta y frente a ella estaba el terror mismo, la persona que si mañana asistía a clase encontraría lo que le hizo a su pupitre y que seguramente la mataría.

—Tardaste mucho omega, mi loba te ha estado esperando.



stickers ノwenclair !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora