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Cuatro paredes blancas, una cama, música de fiesta que proviene del primer piso; un par de copas vacías y una botella de champaña en el mismo estado.

Los suspiros y gemidos se oían desde los pasillos de aquel conocido hotel. El olor a sexo tan característico del sudor mezclado con los fluidos provenientes del cuerpo humano invaden la recamara y, a pesar de la musica proveniente de la pachanga, el sonido de unos aplausos humedos en definitiva se hacen oir también.

"Parece que alguien vino a hospedarse aquí por su luna de miel" piensan los vecinos; pero...

¿Quién querría tener su luna de miel en el mismo hotel donde los escandalosos corredores de carreras se hospedan en temporada de competencias?

Estos hombres se la pasan escuchando música a todo volumen durante la noche y haciendo rugir sus motores en el estacionamiento durante el día.

-Ah... Kacchan...- El peliverde gimió llegando a su punto máximo de placer, -Ka... Kacchan, me ven- y antes de terminar su frase, se ahogó en un gemido estruendoso tras derramar todos sus fluidos sobre el abdomen de su compañero de sexo.

El cenizo por otro lado, sostuvo su trasero con fuerzas mientras se corría dentro de su pequeño pero brutalmente dotado amigo de la infancia. "¡DEKU!"  alcanzó a soltar en un último gemido segundos antes de terminar.

Ambos jóvenes quedaron quietos por unos segundos. Luego, unas risas se hicieron presentes, era un ambiente tranquilo y natural para ellos; sólo Dios sabrá cuantas noches salvajes han tenido juntos en secreto...

-Te acabo de partir el trasero aquí, mañana te lo partiré en la pista...- susurró el cenizo al oído del peliverde, quien se estremeció al oir su voz ronca.

Aún así, éste aprovechó la cercanía de esos labios carnosos y en un ágil movimiento lo tomó de la mandíbula y obligó al cenizo a mirarlo de frente para luego robarle un beso corto pero apasionado.

-Quiero ver que lo intentes, campeón...- rió con su agudo tono de voz antes de levantarse.

Antes que el cenizo pudiese responderle algo, el peliverde ya había bajado de su regazo y de un brinco salió de la cama; se había encerrado en el baño de la habitación y el sonido del agua corriendo de la ducha se hizo presente.

El cenizo negó con la cabeza divertido, y se echó de espaldas en el colchón con una imborrable sonrisa mientras esperaba su turno de limpiarse.

La multitud del lugar hacía que las graderías vibrasen ante la algarabía. Era prácticamente imposible tener una conversación en el lugar; personas coreando y vociferando un sin fin de cánticos, riendo, gritando, aplaudiendo; y no olvidemos a los tediosos vendedores ambulatorios con sus repetitivos cantos...

"¡COOOOCACOLA NORMAL... COOOOCACOLA LIGHT... Y COCACOLAAAA SEEEEEROOOOOO!"

-¡Oiga, señor!- un hombre rubio de apariencia musculosa y con una mirada penetrante levantó su mano llamando al vendedor de refrescos, -¡Cocacola!- gritó; captando así la atención del hombre.

-¿Que puedo ofrecerle hermano?- el hombre inclinó la conservadora que traía cargada en un hombro mostrandole los distintos refrescos que ofrecía.

-Deme dos cocacolas, de la normal porfavor...- pidió sonriente. El vendedor le entregó dos botellas pequeñas y el rubio le pagó por las bebidas, -Quédese con el cambio...- insistió antes de que el hombre pudiese rebuscar en sus bolsillos. -¡Gracias!-

-¡Oooohhh, refresco!- una voz chillona rió frenéticamente. El hombre rubio se inclinó y le ofreció una botella ya abierta a la niña de cabellos blancos que lo acompañaba. -¡Gracias tío Mirio!-

Chasing After You ☆ BKDKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora