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''Los monstruos no existen'', esas eran las palabras de mi padre, aquellas que lo único que hacían era darme más miedo, hacerme cuestionar si son ciertas, si debería creerle al hombre que me ha criado, amado y fortalecido durante toda mi vida o guiarme por lo que ESO me dice cada noche que me visita.

''Evelynn, deja de temblar, no soy alguien diferente a tu padre ¿Hoy por fin me verás a los ojos?'', repetía aquella sombra que me visitaba cada noche en mi habitación, desde la primera vez empecé a tomar el tiempo y marqué el tiempo que estaba junto a mi cama, 2:00 am hasta las 2:30 am, sin falta. Él me llenaba de escalofríos, pero también de incertidumbre, ¿Por qué sabía mi nombre? ¿Por qué era tan insistente que lo observara? Oh, sí, siempre pedía que lo mirara, pero nunca he tenido el valor de voltear, de mirarlo a los ojos, pero sabía que podía ser un error.

Cuando cumplí los 12 años empezó a manifestarse con más fuerza, haciéndose sentir más cerca de mí, queriendo entrar a la fuerza a mi entorno, en ocasiones sentía que me observada todo el día, que estaba en una esquina esperándome a que volteara en su dirección, ¿qué esperaba de mí? ¿Qué quería? Jamás me planteé hablarle, había leído que si tenía contacto con algún ente extraño podría ser peligroso en un futuro, solo quería que se fuera; quizás eso no lo era lo más extraño, sino la insistencia de mi padre de que no existía tal cosa, que dejara de imaginar y que madurara, me repetía hasta que se enojaba y yo solo cedía, entendía que no tendría su apoyo.

Mis tres mejores amigos Marcus, Leah y Oliver me escuchaban cada mañana en la escuela, ''Hoy también me visitó'', les comenté, no sabía si me creían o solo me consolaban porque pensaban que estaba loca, no lo sé, pero eran las mismas reacciones cada día, Marcus trataba de consolarme, Leah se preocupaba cada vez más y Oliver solo pensaba que todo ocurría en mi cabeza, como lo veo yo, nadie puede darme una solución a lo que realmente sucede, nadie puede estar en mi zapatos o intentar entenderme.

Cuando caía la noche por mi ventana sentía más su presencia, estaba cansada, necesitaba dormir eso estaba claro, no he rendido bien en mi escuela y ahora todo se volvía peor en un grado nuevo. Cayó completamente la noche, cené con mi padre como cada día, él llegaba de trabajar y yo lo ayudaba en a cocinar. 

- Hoy estás más callada de lo normal-  Musitó  - ¿Ocurrió algo en la escuela? – Solo lo observé y negué con mi cabeza mientras revolvía mi pasta, realmente esto me ha quitado el apetito. - ¿Sigues pensando en el ''monstruo'' que me contaste? – Lo oí con cansancio en su tono, no quería escucharlo nuevamente, ya es bastante agotador tener que repetirlo.

- Lo siento, papá. Solo sé que algo extraño está pasando en mi habitación cada noche. Una sombra se acerca a mí y me habla, me llama por mi nombre. No puedo dormir, siempre está ahí y no sé qué quiere de mí. - Le dije con la voz temblorosa, mientras lo miraba a los ojos tratando de encontrar algo de apoyo en su mirada.

- Evelynn, te lo he dicho muchas veces, los monstruos no existen y mucho menos hablan. Solo son inventos de tu mente para explicar cosas que no podemos entender. No te preocupes por eso y trata de dormir bien esta noche. Mañana será un día mejor - Respondió mi padre con una sonrisa tranquilizadora, pero sin entender mi temor.

Y una vez más, como todas las noches, la sombra apareció en mi habitación. Esta vez, se acercó más a mi cama y pude sentir su respiración. Me acurruqué bajo las sábanas, tratando de evitar que notara que estaba despierta, pero no fue suficiente; se acercó aún más y susurró mi nombre con más fuerza esta vez

- Evelynn, mira hacia mí. - Me aferré a las sábanas con todas mis fuerzas, negándome a mirar en su dirección, pero no se rindió. - Evelynn, no tengas miedo. Quiero mostrarte algo-. Su voz sonaba suave y reconfortante, pero no podía ignorar la sensación de miedo que me invadía. ¿Qué podría querer mostrarme una sombra en medio de la noche?

- ¿Qué es lo que quieres? – Me atreví a contestar en un leve susurro mientras cerraba mis ojos con fuerza.

- Por fin me escuchas, por fin me haces sentir presente – Mi cama se hundió, creando dos hoyuelos, tenía sus manos apoyadas cerca de mí. – Búscame donde hay luz, pero también hay oscuridad, donde todos viven y a la vez no, donde hay casas, pero no se permite la caza. – y se fue, por primera vez en muchas noches se fue ¿Se terminó?

O eso creí...

M Í R A M EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora