𝐈𝐅 𝐈 𝐖𝐀𝐒 𝐀 𝐑𝐎𝐒𝐄 › haobin ✓

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Resentimiento

Matthew y yo no tenemos la misma mamá. Mi madre me ha contado como millones de veces la historia, la mamá de Matthew y ella eran mejores amigas cuando iban a la high school, ambas enamoradas del mismo chico: Sung Junho.

Él solía ser muy amable con las dos, pues era alguien que se hacía amigo de cualquiera fácilmente. Pero claro, sólo le interesaba una de ellas, y ya se podrán imaginar quién de las dos terminó siendo la señora Sung.

No mi madre, claro que no. Ella no tiene derecho de ser llamada señora Sung aunque el señor Sung sea mi padre.

La mamá de Matthew y mi padre se casaron unos meses después de graduarse, eran así como un amor de película. Mi mamá ya no era amiga de la mamá de Matthew para ese entonces, porque como pacto de mejores amigas habían acordado ambas olvidarse de Sung Junho para que nadie saliera lastimado, pero la mamá de Matthew rompió el pacto y no tardó en aceptar ser la novia de Sung Junho cuando este se lo pidió dos semanas antes de la graduación.

Mi madre ni siquiera pudo fingir sentirse bien por ellos, estaba destrozada. Le rompieron el corazón. Y no lo hizo Junho, no. Porque él no tenía la culpa de estar enamorado, él no tenía ningún vínculo con mi madre y no sabía que la iba a lastimar, él no había hecho ningún pacto. Las cosas eran así y ya.

Lo hizo su mejor amiga, ella le rompió el corazón.

La señora Sung, ah. A veces siento tanto asco de llevar el apellido de una familia a la que no pertenezco.

Si se preguntan cómo es que existo, aquí viene la mejor parte de la historia.

Sí, mi padre eligió a la mamá de Matthew como esposa y mi madre sentía tanto asco hacia su mejor amiga que decidió nunca más poner un pie cerca de donde ellos estuvieran. Se fue lejos y siguió con su vida, intentando aliviar el dolor con trabajo y largos días en la playa.

Pasaron los años y nació Matthew, fruto del amor de la feliz pareja.

Feliz pareja, bueno... Para ese entonces su matrimonio estaba en la mierda y peleaban todos los días. Sung Junho estaba empezando a cansarse de la mamá de Matthew.

Salió un día a beber con sus amigos para dejar atrás todos los problemas de su casa, y ahí fue cuando se reencontró con mi madre y tuvieron su larga noche de pasión por más que me de asco decirlo.

Matthew. El fruto del feliz matrimonio.

Yo. Un error.

Mi mamá me contó que ella no hubiese buscado nuevamente a Junho si no se hubiese enterado a los meses de que estaba embarazada, porque ya para ese entonces no sentía nada por él y lo había olvidado.

Había sido una noche alocada, con muchas risas y alcohol de por medio. Me dijo ella. Me suena a lo que dirían sobre la noche en la que cometieron un gran error.

Mi padre al principio no quería ser eso, mi padre. Se negaba a aceptar que la mujer con la que le fue infiel a su esposa estaba embarazada.

Gracias a que venía un bebé en camino, mi padre tuvo que confesarle a la mamá de Matthew lo que había hecho.

Tuvo que decirle: Lo siento, cometí un error. Pero te amo. ¿Podrías perdonarme?

Y ese error al final terminó siendo yo. Toma forma en mí, ¿entienden?

A veces pienso, ¿Qué tiene la mamá de Matthew que la mía no?

La mamá de Matthew es delgada y delicada, sonriente, de mirada suave y amable. Usa ropa cara, accesorios con precios que mi mamá y yo nunca nos podríamos permitir. Y huele demasiado bien.

Mi madre es de facciones más duras, tiene muchas perforaciones y tatuajes. Me gusta la estrella en su muñeca. Sólo las personas cercanas a ella la han visto ser tierna. Y aunque no viste cosas caras ni es la más romántica del mundo, para mí mi madre siempre le ganará a la que se llevó el título de señora Sung.

A veces también pienso en la manera en la que Matthew siempre obtiene todo. Un padre que está en casa, que escucha sus sueños y aspiraciones, y los besos en la frente y los regalos costosos en navidad y el caldo de pollo que hace mi padre cuando se enferma. A Zhang Hao. Todo.

A veces odio a Matthew. No quiero sonar como un chico deprimido y resentido, pero a veces lo odio tan fuerte. Aunque luego recuerdo que nada es su culpa y se me pasa.

No es su culpa ser el suertudo de los dos, pero cada lunes que me paso de la escuela a su casa para pasar tiempo con mi padre, aunque en realidad no es así porque apenas hablamos unos minutos, no puedo evitar odiarlo y a su maldita familia feliz. No puedo evitar decirme a mí mismo que no es mi hermano. No puedo evitar querer arruinar la sonrisa perfecta en el rostro de la señora Sung.

Joder, pero cuando la rabia se va sólo queda la tristeza. Y ahí sólo me dan ganas de llorar hasta no poder respirar.

—Eres un tonto. —la voz de Matthew me sacó de mis pensamientos, él hablaba con Zhang Hao y lo miraba fijamente con una gran sonrisa mientras caminábamos de la parada de autobuses a su casa. Hao le devolvía la mirada, incluso más hipnotizado que él. —Pero así te quiero.

Sentí náuseas. Tuve que apartar la mirada porque sabía que el odio se reflejaba de manera clara en mi rostro, y que ellos lo notarían.

Que a veces los odiaba. A mi padre, a Matthew, a la señora Sung... A mí mismo. Por unos cortos segundos también a Zhang Hao.

Y todo porque al parecer sí era un chico deprimido y resentido.