Segunda Entrada: Camino Tortuoso

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"¡no... e... ras... no... ras... Tie.... e... i... vir...."

Algo resonaba en lo oscuro, una voz dulce parecía llamarme, algo pesado en mi pecho, un dolor agudo, entonces pude sentir que algo se estrechaba en mi boca con fuerza y dentro de mi pecho una presión crecía, una, dos, tres compresiones y después todo salió...

-Estas vivo, menos mal...-

Tosía intentando recuperar el aire que no tenia, mientras el agua salía en cada forcejeo de mi garganta y pecho al toser, una sensación de desesperación me había llenado, hasta que la vi, poco a poco conseguí tranquilizarme y recuperar el aliento, ella me lo había devuelto, era ella sin duda, no una alusinacion...

-Yu... Yuna...-

Mis palabras salieron por si solas, ella me tenia entre sus brazos, me volví para poder apreciar esos ojos malva y ella me sonrió de nuevo, estaba cubierta por la luz de la mañana como una criatura mágica.

-Menos mal, pensé que te habías ahogado...-

En ese momento mi mente reacciono y me apresure a separarme de ella con vergüenza, ella era demasiado amable con alguien como yo.

-Espera... tu...-

Me volví y toque mis labios y ella simplemente se encogió de hombros, pero podía ver como se habían enrojecido las mejillas y hasta sus orejas largas...

-No fue la gran cosa, solo te di respiración, si no lo hubiera hecho si estarías muerto...-

su voz trato de sonar serena como siempre, pero pude notar que le hice avergonzarse así que me apresure a disculparme, aunque ella insistió en que todo estaba bien, y se alegro de verdad en verme con vida. Por otro lado, muchos parecen no haber tenido la misma suerte. Mi mirada se fue hacia el mar que teníamos detrás, no había rastro de embarcaciones, pero si de escombros y muchos cuerpos en el océano y otros tantos ya de un color azulado e inflamados tirados en la arena, sin esperanza alguna.

-¿Estamos en el nuevo mundo?-

Yuna asintió a mi pregunta tan solo, mientras se volvía y me señalaba un rastro de terrible destrucción que se adentraba en el continente, destrozando la arboleda.

-El Zorah Magdaros ha pasado por ahí, creo que se adentrara para ir aun mas profundo, quien sabe hasta donde, pero antes de cualquier cosa, tenemos que buscar a los demás miembros de la comisión, alguien debe haber sobrevivido, debemos apresurarnos...-

Yo asentí a la idea y me apresure a levantarme con la ayuda de Yuna, era mas fuerte de lo que había supuesto, su delgado cuerpo no le hacia justicia a su fuerza, sin duda los Wyverian son criaturas fascinantes en verdad.

Mis piernas estaban torpes, pero a lo poco pude moverme mejor, así que no fue problema en seguir el ágil paso de aquella chica, quien daba saltitos como si fuera un kelbi, nos dirigimos sin mas a la zona del desastre donde sin importar cuanto lo intentamos, no logramos recuperar a nadie de los que llegaron a la bahía, con excepción de un pequeño felyne atigrado de pelaje castaño y rayas marrones quien parecía lamentar la muerte de su querido maestro, era una joven cazadora, como el resto, ella también se había ahogado, parece ser que el pequeño la arrastro desde el mar, estaba completamente fatigado, y maullaba entre lo que era claramente un llanto de tristeza, sus grandes ojos azules se miraban cubiertos por lagrimas.

-No podemos dejarlo aquí, es peligroso...- Dijo la chica Wyverian con cierta pesadez, tenia sus manos en el pecho, era mas empática de lo que dejaba entrever.

Yo asentí a las palabras de Yuna, quien se acerco cuidadosamente, pero el pequeño al verla se exalto y le tiro un zarpazo antes de que pudiera tocarlo, estaba en shok, seguramente alterado por lo vivido y la perdida de su maestro. Yuna me miro desesperanzada, así que yo fui quien se acerco esta vez.

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⏰ Última actualización: May 01, 2023 ⏰

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