[1]
En un principio, Yuuji sólo siente el desplazamiento, como si alguien le hubiera quitado su almohada mientras aún estaba durmiendo. La sensación es familiar, es casi como cuando estás soñando pero sigues consciente de tu cuerpo, le hace recordar a cómo se siente cuando sueñas que te caes y tu cuerpo reacciona en consecuencia. Pero no es eso. Sería afortunado, si ese fuera el caso.
Antes que sentirlo, lo escucha: el sonido de algo líquido saltando debido a su caída, la forma en la que vuelve a su quietud después de mecerse alrededor de su cuerpo. Yuuji abre los ojos con la mirada hacia abajo, siendo lo primero que ve un reflejo que le devuelve su imagen, incluso en la oscuridad del lugar. Yuuji se mueve, oyendo el chapoteo que ocasiona su cuerpo en el agua (¿o es sangre?), decidiendo que ignorar dónde y con quién está no es un movimiento muy inteligente de su parte.
"¿Qué quieres?", espeta. No habría querido sonar tan tosco, dado que desconocía las intenciones con las que la maldición lo había llevado a su dominio, pero ciertamente no tendría un buen despertar cuando lo despertaban de esa manera. Entonces, si decía que no era su culpa, debían aceptarlo.
Sukuna estaba en su trono, con la misma expresión inalterable de siempre, con su rostro apoyado en una mano y las piernas ligeramente abiertas. Yuuji no miró detenidamente, pero dada su posición, era difícil no mencionarlo.
"Nada en especial", respondió, con menos animosidad que de costumbre. Eso sí que era algo que merecía su atención. ¿Sukuna llevándolo a su dominio innato sin lucir enojado?
"Entonces creo que podrías dejarme ir", sugirió, tanteando terreno. ¿Hasta qué punto podía él ser grosero sin que Sukuna le arrancara alguna extremidad o le cortara la garganta?
"No lo creo".
Yuuji suspiró, pensando que no había mucho que pudiera hacer estando somnoliento como estaba. No tenía ganas de gritar y, mucho menos, de pelear con la maldición, así que optó por ignorarlo hasta que le dijera lo que quería. Dio unos pasos hacia la oscuridad del territorio, queriendo distraerse con lo que sea que hubiese ahí, si es que había algo realmente. Entonces observó que, a unos pasos de él, habían flores.
De todas las cosas que esperaba que hubiera en el dominio de Sukuna, ¿flores? ¡¿Flores?!
Oyó a la maldición gruñir desde su trono, como si hubiese escuchado lo que pensó, así que decidió no sonar tan sorprendido, aunque no fuera su culpa. En ese momento, sus pensamientos se desviaron al hecho de que Sukuna no había impedido que se paseara por el sitio, como si hubiera querido que lo hiciera, desde el principio. Se giró a verlo, encontrando que Sukuna no lo estaba mirando, a pesar de que sabía que estaba ahí, pensando precisamente en él.
Él está siendo raro.
Yuuji siguió mirando entonces, acercándose a la flor. Era de color rojo, con una forma similar a una... ¿mariposa? No podría asegurarlo, dado que no tenía conocimiento al respecto de las flores ni de sus formas, menos aún de sus nombres. Pero seguro que podía admitir que eran lindas, unas que sin dudas le gustaría recibir a cualquier chica.
Un momento. ¿Sukuna las tenía allí por esa razón? Tal vez... tenía a una chica a la cual se las regalaría, pero ¿qué significado tendrían? Siendo la maldición quien era, ponía en duda que fuera romántico. Quizás fuera una invitación para morir juntos.
Recordó un libro que había leído cuando todavía era un estudiante normal, en aquella historia dos personajes habían muerto juntos... ¿por amor?
¿Eso era romántico para las maldiciones? Esperen. ¿La chica era humana o era una maldición?
Tan enfrascado había estado Yuuji en sus pensamientos que no notó que Sukuna había estado gruñendo en respuesta a cada cosa que pensaba.
"Para ser tan tonto al menos sabes que las flores tienen significados", dijo, sonando burlón esta vez.
"¿Lo tienen?", preguntó él, moviendo la cabeza hacia un lado.
Sukuna suspiró, el aire pesado que salió de sus pulmones (¿los tenía?) llenando el dominio como una ráfaga. Debió suponerlo, que siendo tan idiota como era el chiquillo, no tenía idea de nada.
"Lo hacen".
Itadori pensó en qué podrían significar entonces.
Color rojo, forma de mariposa... ¿amor?
"Siempre tan simple".
Sukuna se burló de él.
"Podrías decírmelo, ¿no crees?", pidió. No era algo que le interesara particularmente, pero ya que estaba allí...
"Tu enfoque no es del todo malo".
"¿No me lo dirás?", preguntó, haciendo una mueca. Esto comenzaba a fastidiarlo, casi prefería estar durmiendo, pero su mente siempre curiosa no podría vivir si perdía la oportunidad de conocer algo más, sobre todo de Sukuna.
"No lo estás pidiendo con amabilidad", se burló. Sukuna quería que rogara.
"Puedo vivir sin saberlo", trató de convencer, pero incluso su voz sonaba insegura sobre eso.
"Yo creo que no, mocoso".
"Entonces dímelo... por favor", lo último lo dijo en un susurro débil. No estaba seguro de si la maldición lo escuchó, pero seguramente, aunque lo hubiera hecho, le obligaría a repetirlo.
Para su sorpresa, no tuvo que hacerlo. Sukuna se había acercado a su posición, mirándolo con detenimiento, como pensativo.
"Bueno, no acostumbro a ser amable y, mucho menos, a obedecer a otros. Así que... tal vez no te lo diga, después de todo".
Sukuna se había estado acercando mientras hablaba, sin dejar de mirarlo, con sus manos sospechosamente a sus costados. Yuuji no sintió miedo, pero sí inquietud.
"Lo que sí puedo decirte es que no es una maldición", dijo, extendiendo sus manos a los costados del rostro de Yuuji, "ni tampoco una mujer".
Cuando terminó de hablar, había colocado sus manos en las mejillas de Yuuji. Gesto extraño, al parecer del joven, pero que no logró inquietarlo más, sólo lo había dejado sin pensamientos. Se concentró, entonces, en mirar los ojos frente a él: rojos y profundos, con un sentimiento filtrándose de ellos, era algo intenso pero él no fue capaz de precisar qué era.
"Quiero que lo pienses", ordenó Sukuna, antes de aproximar su rostro.
Yuuji no fue capaz de recordar lo que pasó luego: volvió a su habitación, sintió la comodidad de su almohada, el calor de sus mantas, sí, pero ¿Sukuna... lo había besado?
Y, a pesar de que era todo lo que había querido antes de ser llevado al dominio de Sukuna, ya no pudo dormir.

ESTÁS LEYENDO
Flores [SukuIta]
FanficEl lazo que los une es difícil de explicar a cualquiera que no lo comparta. Bueno, en sí Sukuna es realmente complicado de entender.