Capítulo número uno

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Cuando Lily Potter tenía seis meses de embarazo, sucedió. Era bien sabido que uno de los bebés que esperaba sería quien derrotara al señor Tenebroso y eso la asustaba. Podía comparar su dolor y miedo al de una madre cuando deja que su hijo vaya a la guerra, y en este caso, era casi lo mismo. Ella y James se habían ocultado de la maldad del hombre, al igual que la familia Longbottom, pero una simple corazonada le decía a la joven futura madre que uno de sus gemelos sería de quien hablaba la profecía.

El parto fue normal y cuando el dolor estaba por casi esfumado, la enfermera colocó sobre su vientre a dos bebés completamente idénticos. A uno lo llamaron Charles, por el padre de James y al otro, Harry, por el padre de Lily. Al parecer no había características físicas que pudiesen diferenciar a los gemelos Potter, pero con el tiempo, los pequeños fueron desarrollando ciertas particularidades que lograban que sus padres y sus más cercanos los diferenciaran. Charles, era idéntico a su padre en el amplio sentido de la palabra, con ojos de color café y una energía que lograba dejar cansado a su padrino, Remus Lupin. Harry, en cambio, había heredado los ojos de su madre y solía ser bastante tranquilo y pensativo.

El 31 de octubre, como se completaba el mes, la Orden del Fénix realizó su reunión, donde tanto los Potter como los Longbottom asistieron, debido a la gravedad de los hechos ocurridos últimamente. En el caso de la primera familia, los gemelos quedaron a cargo de uno de sus amigos más cercanos: Peter. Esa noche, ocurrieron cosas trágicas que solamente quedaron bajo el conocimiento de quien realizó las atrocidades: Lord Voldemort. Y es que, cuando el matrimonio regresó a su casa, se encontró que su hogar estaba completamente destruido, Peter había sido completamente pulverizado, debido a que solamente encontraron su dedo meñique y sus hijos, estaban llorones, pero completamente a salvo.

Albus Dumbledore determinó que el joven Charles había derrotado a Tom Riddle. La cicatriz en forma de rayo que el pequeño tenía en su frente era fiel demostración de ello, además, de que el pequeño Harry estaba sin ninguna herida visible en todo su cuerpo.

Los niños Potter cumplieron dos años y sucedió algo que estaba impensado inclusive dentro del contexto de los magos de la época. Había nacido una profecía de unión de poderes. Esta profecía implica que aquellos niños que estén involucrados (y es que siempre suceden cuando aún son infantes), terminarían uniendo sus vidas y trayendo al mundo a magos que poseerían poderes completamente extraordinarios. La última profecía que se sabía con estas características unía a los niños que fueron padres de Merlín.

En estas circunstancias, la profecía hablaba del niño que había derrotado a la maldad que representaba el señor tenebroso y a la séptima hija del matrimonio pelirrojo y que habían traicionado a su sangre. Charles Potter y Ginevra Weasley.

El matrimonio Potter y el matrimonio Weasley irradiaban felicidad. Uno de los elementos que incluían indirectamente estas profecías es que sus hijos encontrarían a la persona que estaba al otro extremo de su hilo rojo. Estarían junto a una persona que realmente amaran hasta el resto de sus días. Molly, la mujer del matrimonio Weasley, estaba inclusive mucho más feliz que su esposo, la unión que tendría su hija le aseguraba que tendría a quien acudir si necesitaba dinero. Ella y Arthur aún eran jóvenes y a veces los días eran bastante negros cuando era final de mes y tenían tantas bocas que alimentar.

Pasaron los años, exactamente cuatro y los niños Charles y Ginevra crecieron a la par, compartiendo juegos, libros y descubrimientos. Cierto es que, a pesar de tener un hermano gemelo, Charles no solía congeniar mucho con él. El pequeño Harry prefería leer bajo la sombra de un árbol, a jugar quidditch con su padre y cada vez que su hermano solía arrebatarle su libro para fastidiarlo, Harry solía ignorar sus burlas, forcejear con él hasta tener su libro (cosa bastante fácil, al ser el niño mucho más alto que su hermano) e ir dentro de la casa. Lily y James se preocupaban por sus actitudes, eran gemelos y era esperable que fueran tan inseparables como Fred y George Weasley, aunque, Dumbledore solía mencionar que era completamente normal al Charles superar el poder mágico de su hermano y al ya haberse enfrentado a un mago oscuro. El niño solo quería disfrutar su vida.

Ginevra o mejor conocida como Ginny, a pesar de su corta edad, notaba que era bastante difícil que los hermanos lograran congeniar de alguna u otra manera. Tenían gustos muy diferentes y Charles solía ser muy parlanchín, a diferencia de su hermano de ojos verdes. Se moría de la curiosidad por hablarle, pero al parecer Harry no tenía el mínimo interés de hacer amigos o eso al menos notaba ella. Se escabullía en su habitación cada vez que sus padres, sus hermanos y ella llegaban a la mansión Potter. Siempre estaba metido en algún libro y suponía que tendría algún tema interesante del cual conversar. Además, constantemente se preguntaba si era bueno en el quidditch, Charles solía presumir de lo bueno que era; ella solo le seguía el juego, al niño que vivió no le gustaba que alguien le llevase la contraria. Cuando cumplió los 11 y tanto ella, como los gemelos recibieron su carta.

Cuando Ginny pensaba en Harry, cavilaba sobre lo que más le llamaba la atención, que eran sus ojos, ya que, según ella, estos tenían un brillo muy diferente a los de su hermano, que eran pura arrogancia. Eran un verde que Ginny jamás podría olvidar. Hermione Granger, una muchacha que conoció en Hogwarts le mencionó que cuando veías a la persona de la cual estabas enamorada, el estomago sufría las consecuencias y pareciera que el cuerpo se desconectaba de la cabeza. Su madre le había contado de que había una profecía que hablaba acerca de ella y Charles y que los unía por el resto de sus vidas, que sería felices debido al amor que ¿Sentían? sentirían el uno por el otro. La joven Weasley se sentía confundida, no sabía si la profecía estaba mal... porque ella solía fastidiarse de estar escuchando a niño que vivió sobre su grandeza y prefería, aunque no se lo había dicho a nadie, estar observando como Harry arrugaba el entrecejo cada vez que leía. Era eso lo que estaba mal o quizás no le había entendido al cien a Hermione lo que significaba estar enamorado.

Ella y Charles quedaron en Gryffindor y el hermano de este último, en Slytherin. Pareciera que todo estaba en contra de la joven Weasley, quien deseaba más que nunca poder resolver el nudo de sentimientos que tenía dentro de ella. Nudo bastante extraño; deseaba gritarle a Charles que se aburría de su compañía e intentar hablarle a Harry, quien parecía siempre estar ignorándola. No sabía que problemas tenía él. Bueno, podía ser que una de las razones radicaba en que, cuando los tres aún tenían 7 años y Ginny se le había acercado para hablarle, Charles, al sentirse ignorado, había formado una rabieta, donde Harry terminó castigado por circunstancias que ella aún no logra comprender.

Siguieron llegando los años y cuando Ginny cumplió 14, decidió cambiar su vida. Estaba cansada de simular un amor que no sentía, al tener como presión a su madre y el dinero que su familia le debía a los Potter. Ignorar que se sentía a gusto cada vez que Charles la besaba y desconocer sus sentimientos cada vez que veía a Harry Potter. No le interesaba que fuesen de casas distintas, no le importaba la estúpida profecía y se arriesgó. Sucedió, igual que siempre, lo inimaginable y la joven terminó en una relación que la llenaba por completo. Sus sentimientos eran verdaderos, estaba enamorada de Harry y, él también estaba enamorado de ella. Le entregó todo. Su virginidad, su espíritu y no pudo dejarlo.

Continuará

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