Barcelona, España.
–¿¡A vos te parece coherente hacer este papelón, hijo de puta?!– reclamó una vez que la puerta detrás de él fue cerrada –¿¡Cómo carajo se te ocurre traer a tu esposa acá?!, no, estoy preguntando mal, ¿¡me podes explicar cómo nunca me dijiste que tenias una esposa?!–
–Pero cálmate un poco por favor el único que está haciendo un papelón acá sos vos– respondió –La traje porque ella insistió en venir, no estaba en mis planes traerla, ¿vos te pensabas que el anillo era de decoración?– mostró su mano, donde claramente brillaba una alianza dorada.
–¡Sí, me imaginaba que era de decoración porque nunca diste señal alguna de tener una mujer más allá de un anillo que ni siquiera tiene grabado un nombre o fecha, par de psicópatas!, ¿¡qué anillo de casamiento de re mierda es ese?!– de la bronca que utilizaba para hablar, su cabello se movía y sus manos acentuaban sus palabras. –¡Además sos tan boludo que te pones el anillo en cualquier dedo!–
–Ella vive en Mallorca, yo vine hasta acá para estudiar, por miedo a la distancia nos compró anillos a juego para poder marcarme de alguna manera porque sabía que usaría de excusa la distancia para separarnos– explicó –Se presenta como mi esposa porque no tiene todos los jugadores, ¿entendes?–
–¡Hiciste cornuda a una mina conmigo!, ¿VOS SOS EL QUE ENTIENDE LO QUE ESTA PASANDO?– en un rápido movimiento, se vio acorralado contra una pared con la mano de Scaloni a un costado de su rostro.
–¿Cornuda? ella no es ninguna cornuda porque dejé de ser su pareja hace muchísimo tiempo aunque ella no lo quiera ver– acortó la distancia entre ellos, inclinando levemente su cabeza con una sonrisa –Además, jamás me permitiste si quiera darte un beso, Pablo ¿en qué momento tuve yo la oportunidad de serle infiel con vos si de chamuyos nunca pasamos?–
–Lionel, juro que como te me acerques un centímetro más-...– contestó aunque fue interrumpido de golpe al sentir los labios del mayor en su oído.
–Cómo me acerque un centímetro más no me voy a alejar hasta que vos seas mío– dijo y cuando terminó de hablar, volvió a mirarlo fijamente deleitándose con la expresión de indignación que el cordobés tenía en ese momento.
–Hijo de remil puta– insultó para después abalanzarse encima del cuerpo del santafesino, pasando sus brazos por encima de sus hombros para poder envolver su cuello y dando un par de torpes pasos hacia adelante a la vez que unas manos se aferraban a su cintura en conjunto el inicio de un dramático y fogoso beso entre ambos.
Una mano de Scaloni subió por su cuello hasta pasar por su nuca y subir para poder entrelazar sus dedos en su cabellera, jalandola con la suficiente fuerza para poder arrebatarle un jadeo entre besos a un agitado Aimar que estaba sonrojado de la euforia y bronca del momento, mordiendo sus labios, apegando su cuerpo sin pudor alguno.
Se golpearon con un par de muebles, alguna que otra pieza de cerámica se rompió contra el piso, tiraron libros y papeles del primer escritorio que se encontraron para poder usarlo de apoyo. Terminando con un desalineado santafesino encima de la superficie de madera, con las manos de un cordobés sobre su pecho y una respiración que intentaba controlar a causa de la excitacion y enojo.
–Vos casi me jodes la carrera entera, ¿te pensás que no me di cuenta?– dijo de golpe una vez que su lengua coordinó con su cerebro.
–Y vos me robaste el corazón desde el primer momento que te vi– sonrió acercando una de sus manos hasta el rostro del más joven, acariciándole –Pero supongo que de eso ya te diste cuenta hace mucho–
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Mala recepción | scaloni x aimar
Romans-Sí de tantos inútiles tuviste que hacerte cargo, explícame porque entonces vos no sos el que está al mando de esta cocina- respondió sin alterarse en lo más mínimo.