DESPUÉS

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Valentín se recuperó rápido, en unas pocas horas, a la mañana siguiente ya podía caminar bien. A Castro le dijeron que tenía una enfermedad no diagnosticada, aunque yo sí que sabía lo que era esa enfermedad, la culpa y la rabia de Diego. Aún así salió del hospital a las dos semanas, y volvimos a ser los de siempre, Castro y Jaime, sin nadie más.

Nunca más nos ha vuelto a pasar nada de esto, hemos conocido nuevos amigos y ninguno es un fantasma creado por un profesor chiflado. Ahora ya somos adultos, yo estoy trabajando de matemático en una empresa aeroespacial, ver que fui capaz de resolver esa ecuación me dio la confianza suficiente para saber que estaba hecho para las matemáticas, asique por ese lado le tengo que dar las gracias a Valentín. Castro trabaja escribiendo artículos en un periodico muy famoso, lo que descubro yo lo redacta él para que todo el mundo lo sepa, seguimos siendo un dúo excelente. De Valentín nunca volvimos a saber nada, dejó de dar clase y su chalé estaba cada vez más descuidado y podrido, no sabemos si se marchó sigilosamente a otro país o a otra dimensión.

Castro y yo hablamos mucho de él, nos interesa mucho saber donde está, creemos que está en otro país. ¿Por qué nos interesa tanto saber dónde está? La respuesta es simple. Queremos saber por qué no lo autodestruyó, por qué tuvimos que aparecer nosotros para acabar con su experimento, por qué tenía tanto miedo de acabar con él, cuando no era tan difícil.

TRAZANDO LA ECUACIÓN DEL MIEDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora