Capitulo 2 - Truco bajo la manga

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Si hay algo que se puede saber con certeza, es que Nicolás odiaba ese lugar. Odiaba las luces intermitentes que quemaban a través de sus ojos, la música retumbante que era cualquier cosa menos su gusto, el humo que llenaba el aire, y el sonido de todos esos otros hombres hablando al mismo tiempo y demasiado fuerte.

Lo odiaba todo y, sin embargo, seguía volviendo.

Realmente nunca esperó encontrarse en una situación así, pero ahí estaba él, regresando a un lugar que preferiría quemar, solo porque una minita lo arrastraba una y otra vez.
Su figura esbelta y tonificada era muy atractiva y la hacía mucho más ágil, cualquiera mentiría si dijera que elegiría ver a cualquier otra que no sea la rubia tetona.
Y ahí empezó la complicada relación de Nicolás con ese club de mala muerte.

Arrastrado ahí por primera vez en una despedida de soltero, ¿o quizás fue un festejo de cumpleaños de algún amigo? No lo recuerda, él sólo estaba tomando algunos tragos del wisky más caro y ni siquiera estaba tratando de fingir que se estaba divirtiendo. No es que nunca haya ido a algún club de strippers con amigos cuando era más joven, de hecho suele salir muy seguido. Su mujer se lo reclama cada fin de semana que vuelve con marcas en el cuello o en su cuerpo. Justamente es lo que lo tiene enojado esa noche; ella lo amenazó con llamar a la prensa y hacerle un escandalo, hablar en algún programa de chismes o algo así.

Advertido y todo, decidió salir igual.

Fue entonces cuando la vio, se movía casi como si no tuviera peso en su cuerpo, y eso era una hazaña, considerandolo todo. La forma en que se contorneaba era tan natural y fluida que Nicolás no recordaba haber visto nunca a nadie bailar con tanta gracia. Y podría jurar que podía sentir la confianza de la rubia filtrándose en el aire, como si fuera la dueña del lugar.

Recordó moverse incómodo en su asiento mientras observaba toda la actuación, su vista no se atrevió a abandonar el escenario. 
Al final, casi se sorprendió a sí mismo levantándose de su asiento y persiguiendo a esa chica, ni siquiera se molestó en captar su nombre. Los sonidos y la música del club se ahogaron durante ese tiempo.

Nicolás supo que estaba enganchado desde la primera noche. Era imposible negarlo. Eventualmente se enteró del nombre la chica; Lola. Y también de las noches que le tocaba bailar.

Y cada vez que lo hacía, el jugador estaba ahí, observando cómo Lola bailaba alrededor del poste. Mirandola lamerse los labios ante su audiencia en su mayoría cautiva, con los ojos entrecerrados y una sonrisa en su rostro. Podía decir que a ella le encantaba la atención, y quería darle toda la atención que se merecía.

Había perdido la cuenta de cuántas veces había regresado a casa con todo su cuerpo rogando por tenerla, y cómo se imaginaba a Lola, debajo de él, susurrando su nombre, con los labios entreabiertos y los ojos muy cerrados... El solo pensamiento lo hacía volver. Él ni siquiera sabía cómo sonaba su voz y ya estaba teniendo fantasías sobre ella diciendo su nombre. Se sentía tan patético. Afortunadamente, casi nunca se cruzó con sus conocidos cuando estaban ahí, por lo que nadie se dio cuenta de que tenía ese hábito. Sabía que Rodrigo frecuentaba el lugar, pero por una morocha -Luz cree que se llama-, también sabe que su amigo es más que un simple cliente. Vio varias veces a la chica en la casa de él y puede ver en los ojos de él algo parecido a la felicidad.

Y esa fue otra noche más desperdiciada en ese lugar, ansiando una mujer de la que no sabía nada solo para volver a casa con su familia, e inventando escenarios estúpidos en su cabeza. 

Suspiró mientras tomaba otro trago de cerveza, siempre mirando, siempre dejando que su mente divagara. Daría cualquier cosa por atreverse a estar cerca de ella, hablar, tocar su cuerpo y sus pechos, verla estremecerse, hacer que suplicara por más. 

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⏰ Última actualización: May 17, 2023 ⏰

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《En La Intimidad || Nicolás Otamendi》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora