El Nuevo Ministerio

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-¿Qué se sabe de Severus Snape? -preguntó un cliente asiduo del Caldero Chorreante a quienes lo rodeaban.

Por primera vez, desde que la comunidad mágica supo de los peligros que representaba el Señor Tenebroso, el Caldero Chorreante estaba lleno. Habían brujas y magos concurridos en sus mesas. No obstante, el lugar estaba en la penumbra, a pesar de que había un sinuoso sol afuera que palidecía ante la neblina en Charing Cross. El ambiente parecía propio de Cabeza de Puerco, el pub más impopular de Hogsmeade, donde la apariencia de abandono daba un aspecto tétrico al lugar. Eso y que, detrás de los magos y brujas que estaban sentados por el local, había un hombre con una capucha negra que apenas daba a relucir el semblante del mismo, si no fuera por una vela cercana encendida que iluminaba sus ojos negros. Severus Snape estaba tomando whisky de fuego mientras escuchaba sin prestar tanta atención la conversación. Cuando oyó que mencionaron su nombre, Snape dirigió la mirada hacia ellos.

-No se sabe nada desde que Harry Potter lo acusó de la muerte de Albus Dumbledore -le respondió una bruja de aspecto rechoncho con una túnica blanca.

-Eso es cierto, Doris, pero, ¿por qué una desaparición tan abrupta? -preguntó el mago que abrió la conversación-. Que se sepa, el ministerio no lo ha encontrado y El Profeta no ha dicho nada en los últimos días.

-Tú sabes tan bien como yo cómo trabaja Scrimgeour, Reg -repuso la bruja mientras los demás que estaban en la mesa los observaban hablar-. La necesidad de ocultarle al mundo mágico lo que ocurre es lo que hizo que Fudge pusiera pies en polvorosa.

-¿Entonces el ministro no hará nada? -inquirió un mago con voz petulante que estaba sentado al lado de Doris, quien lo miró con frialdad.

-Rufus no es el ministro de Magia más competente que hemos tenido, y mira que Fudge estuvo detrás de él -explicó Doris con un matiz de exasperación mientras apuraba un trago de cerveza de mantequilla-. Cornelius estuvo tanto tiempo porque no tuvo que estar en guerra con El-que-no-debe-ser-nombrado. Sí... no necesitamos un ministro competente.

-¿Qué quieres decir? -quiso saber una bruja menuda con túnica rosada, quien estaba apuntando su varita hacia su cerveza y hacía que el vaso levitara.

-No sirve de nada tener resistencia mediática cuando la verdadera ha muerto, Emely -respondió Doris con serenidad-. Dime, ¿de qué sirve tener a un ministro muerto de miedo por lo que haga Quien-tú-sabes si siempre lo esconde? Y, de todos modos, aún muerto, Dumbledore sigue inspirando temor a Quien-ustedes-saben -afirmó y echó un vistazo a su alrededor, esperando a que alguien la contradijera-. Nadie más que él puede generar ese miedo a un mago tenebroso dos veces. Grindelwald lo sabía y créeme que Severus Snape también.

Snape se movió en su asiento mientras la conversación adoptada temas más tranquilos, ya que el tema de la muerte de Dumbledore y su opinión culminó en opiniones divididas. Mientras uno intervenía afirmando que el libro de Rita Skeeter tenía datos increíbles y comprobables sobre la vida del mago, otros, como Doris, rechazaban el libro de la periodista alegando que ella ha escrito demasiadas cosas que después terminaron siendo inciertas y no conviene crear un ambiente de división cuando el poder de lord Voldemort estaba creciendo desmesuradamente.

Snape dejó siete kunts, se levantó y se dirigió a la puerta sin hacer ruido. La túnica que traía lo ocultaba a simple vista y nadie se dio cuenta de que había otro mago ahí. Lord Voldemort no le había ordenado ir, de hecho, desde la persecución a Potter, habían pasado cuatro días sin recibir ningún tipo de llamamiento, tampoco ningún ululato de lechuza, ningún mensaje de Dumbledore, nada. La espera estaba dejando a Snape en una posición dubitativa, donde pensaba qué hacer ya que no sabía cómo continuar. Lo que quedaba era esperar a que lord Voldemort diera algún indicio. El día anterior Snape había estado en la mansión Malfoy, pero en vista que no había ningún tipo de novedad, intentaba no estar en la Hilandera y se movía en el Caldero Chorreante oyendo cuánto podía de información que manejaba la comunidad mágica no vinculada al ministerio. Dio un respingo al oír a un mago decir que ya mañana era el primero de agosto y cayó en cuenta de que hoy Harry Potter cumplía la mayoría de edad y, finalmente, estaría libre y el ministerio no podría hacer uso del Detector.

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⏰ Última actualización: Mar 14 ⏰

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