Un rayo de luz me despierta y, cautelosamente abro mis ojos. Giro mi cabeza y lo primero que veo es el rostro de Helena de Troya.
- Buenos días, mi amor - acerca su cara para darme un beso y yo la parto.
Apoyo mis manos a ambos lados de mi cuerpo y me levanto. Voy hacia mi bolso y saco el datáfono. Lo dirigió hacia Helena evitando su mirada por completo.
- Son 20 euros - digo con una voz fría y cortante.
Veo que Helena no se mueve y en este momento es cuando alzo mi mirada para ver su dolida expresión. Parece que quiere llorar, pero ya lo habíamos hablado.
- Pensaba que me amabas... - su voz es un sollozo.
- Helena, ya lo hemos hablado. Yo am...
- amo a Alberto el del culo abierto - termina por mí - , ya lo sé. Pero él te ignora, él no te quiere, además... Se rumorea que él y Ma...
No la dejo terminar porque la interrumpo.
- Paga.
Helena suelta una pequeña lágrima de su ojo derecho, pero se la limpia rápidamente.
- Yo sí te habría querido, Eleonor - dice mientras pasa la tarjeta por el datáfono.
- Si me quisieras en verdad, no recurrirías a mis servicios - cuando el datáfono emite el sonidito de que el pago se ha realizado correctamente, me levanto de la cama para ponerme mis calzoncillos.
- Es que eres la mejor puta de la cuidad, tú movimiento de caderas es inolvidable, no sé cómo pretendes que te olvide.
- Pruébalo con otras - le digo mientras me abrocho la falda real.
- Lo he intentado, pero nada me pone más que una princesa drogadicta como tú.
Me abrocho el corsé y me voy al espejo para peinarme.
- Alberto es gay, no tienes ninguna posibilidad.
Me giro hacia su dirección y veo como su rostro se llena de esperanza.
- Vuelve a hablar así de mi amado y te destierro.
Me dirijo hacia la puerta y la cierro de un portazo, dejando a Helena de Troya detrás de ella y, mi carrera de prostituta también.
Me dirijo hacia mis aposentos reales cuando paso por la cocina.
- Joder, que bien entraría ahora un poquito de marihuana chaval.