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Un silencio sepulcral se estableció en la hogareña cabaña, siendo este opacado por las carcajadas que se escuchaban en el salón mientras MK veía una de sus caricaturas preferidas, sentado sobre las piernas de la chica dragón que lo envolvía en un ...

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Un silencio sepulcral se estableció en la hogareña cabaña, siendo este opacado por las carcajadas que se escuchaban en el salón mientras MK veía una de sus caricaturas preferidas, sentado sobre las piernas de la chica dragón que lo envolvía en un abrazo mientras sonreía con cariño palpable mientras distraía al menor para que no le prestara atención a la conversación que mantenían los adultos, prefirió esperar a que todo se calmara y que explicaran lo que había sucedido con el heredero de una manera más tranquila sin gritos de por medio.

Decidió centrarse en la interesante serie en lugar de en la conversación que había cerca de si misma unos metros atrás, tomando el mando de la televisión para subirle algo de volumen, evitando así que el escándalo que pronto comenzaría captará la atención del niño de orbes canelas.

Un golpe azoto con fuerza la mesa de la cocina, consiguiendo causar un ligero respingo en el monje que trataba de no derramar su té con el temblor que mantenían sus manos ante todas las emociones mezcladas; estar en la casa de uno de los personajes que más le había llamado la atención desde su infancia, el ambiente pesado y tenso que impedía que pudiera actuar con normalidad, y el saber que el repartidor estaba convertido en un pequeño infante, la preocupación se arremolinó en su cabeza aturdiéndolo ligeramente, pero no permitió que eso impidiera que escuchara atentamente la conversación que mantenían los demonios del lugar.

El cerdo responsable del golpe, miró con el ceño fruncido a los monos frente a él, disculpándose con un rápido mirar por el susto a Tang, que sonrió tenso en respuesta.—Entonces, todo esto es culpa tuya.—siseo apuntando al rey, que de forma inconsciente bajo ligeramente sus orejas hacia atrás, perturbado por la idea de haber dañado nuevamente a una persona especial para el. Tras notar como el usualmente imperturbable monarca parecía estar estresado, en un amague que iba más asociado al instinto que a la mentalidad del guerrero, envolvió su cola al rededor del héroe, recibiendo una mirada sorprendida que no tardó en relajarse ante el familiar toque, que apaciguó los pensamientos intrusivos, el mismo correspondió el movimiento dejando que su mirar reflejara un pequeño agradecimiento no dicho en voz alta, pues sentía fuera de lugar el enrollar su cola con la ajena. Quizás realmente temiendo que si lo hacía el contrario se alejaría, pero eso era un asunto aparte, y eso le fue recordado al escuchar la voz enojada del demonio rosado.—No es de extrañar de todas maneras, sabía que volverías a meterlo en problemas tarde o temprano.—soltó una risa sin ganas, la mirada apática clavándose en la dorada que aunque parecía permanecer estoica, ocultaba como la culpa se arrastraba bajo la piel del mono dorado.—

—Yo también estuve implicado, ambos tenemos la culpa.—admitió en voz alta Macaque, recibiendo otra mirada levemente sorprendida de su antiguo cónyuge.—No estamos exigiendo comprensión, sino tiempo para arreglar lo que sucedió, porque no creo que queráis que MK ese así para siempre. Y en vez de perder el tiempo aquí de brazos cruzados, deberíamos de estar buscando por separado una solución, ¿o no estoy en lo correcto?—declaro en respuesta, adorando el silencio establecido porque significaba que por mucho que le doleriera a Pigsy, el tenía la razón.—

Family. || Shadowpeach.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora