Enrique estaba explorando la casa de las hermanas Tendo, fascinado por la cantidad de habitaciones y los objetos interesantes que había. De repente, algo extraño sucedió. De pronto, todo parece enorme alrededor de él y de alguna manera, él visiblemente encogió. Era ahora tan pequeño que apenas podía ver sobre los muebles.
Poco después, las hermanas Tendo descubrieron a Enrique en su diminuto estado. Al principio, no podían creer lo que veían, pero rápidamente se dieron cuenta de que debían hacer todo lo posible para ayudarlo. Con ternura lo protegieron y lo cuidaron, pero el pequeño Enrique no podía evitar sentirse frustrado por su diminuto tamaño.
En realidad, Enrique estaba fascinado con las tres hermanas Tendo. Kasumi, la mayor, era amable y servicial. Nabiki, la segunda, tenía una arrogancia atractiva que le llamaba la atención. Y Akane, la menor, era una luchadora formidable, pero también una chica emocionalmente frágil.
Enrique rápidamente se dio cuenta de que cada una de las hermanas Tendo tenía sentimientos hacia él, y que todas ellas eran asiduas pretendientes. Pero ahora, como un pequeño muñequito de ser Lego, no podía hacer nada para ganar su atención. Los días se transformaron en semanas, y Enrique se encontró atrapado, atrapado en su pequeño cuerpo sin una manera de cambiar su situación.
Finalmente, una de las hermanas Tendo tuvo la idea de crear un pequeño carrito para Enrique. Con esto, Enrique pudo hacer sus propios movimientos por la casa, pero aún se veía intimidado por la grandeza de todo. Así, comenzó a concentrarse en atraer la atención de las tres hermanas Tendo. Con pequeñas acciones, como hacer una broma o recoger algo del suelo para ellas, comenzó a ganar su admiración.
Poco después de haber ganado la atención de las hermanas Tendo, Enrique estaba en su carrito explorando más la casa. Pasó por la cocina y sin querer, pasó entre las piernas de Kasumi y su falda se levantó revelando su ropa interior. Enrique se sintió un poco avergonzado por lo sucedido, pero Kasumi no se dio cuenta de lo que había pasado.
Después, Enrique pasó por el corredor donde Nabiki estaba caminando hacia su habitación. Al igual que en la cocina, pasó entre las piernas de Nabiki y prácticamente quedó atrapado bajo su falda corta, y se ruborizó al ver su ropa interior. Nabiki se detuvo y miró hacia abajo sorprendida. Cuando vio a Enrique en su carrito, le sonrió y se agachó para saludarlo.
Pero lo más sorprendente sucedió mientras Enrique se dirigía al baño en su carrito. Se topó con Akane, la hermana menor de las Tendo, saliendo del baño y completamente desnuda. Enrique estaba atónito, y no sabía qué hacer. Pasó entre sus piernas y no pudo evitar ver todo su cuerpo. Akane se sorprendió mucho, avergonzada y rápidamente se cubrió con una toalla. Miró hacia abajo y vio a Enrique en su carrito, que estaba tan sorprendido como ella.
Después de ese incidente, Enrique decidió ser más cuidadoso y no meterse en problemas. Se disculpó con Kasumi, Nabiki y Akane por cualquier incomodidad que pudo haberles causado.Kasumi se sonrojó por la situación con Enrique y decidió tomar acción. Se inclinó hacia abajo y le dio un beso en la mejilla. Enrique se sintió abrumado por la muestra de afecto y no pudo evitar sonrojarse también.
Nabiki notó lo sucedido y decidió jugar un poco. "¿Acaso quieres verme también como hace rato que te saludé?" le preguntó mientras le sonreía pícaramente. Enrique se sintió aún más intimidado y no supo cómo reaccionar.
Por otro lado, Akane estaba muy avergonzada por lo sucedido en el baño. Se dirigió a su habitación y llamó a Enrique para hablar. "Lo siento mucho por lo que sucedió en el baño... no suelo hacer esto", dijo Akane mientras se cubría con una toalla. Enrique le aseguró que estaba todo bien y que no tenía nada que perdonar cuando de repente por un descuido akane tira su toalla.
Enrique sintió que su corazón latía más fuerte que nunca cuando vio a Akane desnuda y gigantesca. Era una hermosa vista que nunca olvidaría. Sin embargo, su atención se centró en la toalla que ella había tirado y que accidentalmente lo golpeó en la cabeza, haciéndolo caer al suelo y desmayarse.
Cuando Enrique despertó, se encontró en medio del bosque azul de Akane, una suave alfombra de vello púbico. Miró a su alrededor y, al darse cuenta de dónde estaba, se sintió abrumado. En ese momento, se escuchó un suspiro gigantesco y Enrique pudo ver cómo el abdomen de Akane subía y bajaba con cada respiración.
Con cuidado, Enrique comenzó a caminar a lo largo del bosque azul. Con cada paso, se acercaba más y más a la intimidad de Akane. Finalmente, llegó a la línea de la cintura y, asumiendo que estaba a salvo de ser visto, sacó su teléfono para tomar una foto.
De repente, una mano enorme le arrebató el teléfono y se lo llevó a la nariz de Akane. "¿Qué es esto?" preguntó enojada, mientras su voz llenaba todo el bosque. Enrique intentó explicarle, pero ella parecía más interesada en jugar con el dispositivo que en castigarlo por su indiscreción.
Enrique se sintió tan pequeño e insignificante, que decidió que era hora de escapar. Subió por la pared abdominal de Akane, pasó por su ombligo y finalmente llegó a su pecho. Miró hacia abajo, a la gigantesca areola y pezón de Akane, y sus rodillas temblaron. A pesar de que Enrique estaba asustado al principio, su curiosidad y excitación lo empujaron a explorar más a fondo el cuerpo gigantesco de Akane, y se encontró incapaz de escapar de su sudor y de la grasa que lo rodeaba. Se sintió impotente y, al mismo tiempo, extremadamente excitado.
Finalmente, llegó al pecho gigantesco de Akane, donde sintió la tentación de tocar su gran areola. Con dedos temblorosos, se acercó y comenzó a acariciarla suavemente, sintiendo un poco de vergüenza y culpabilidad a la vez.
Para su sorpresa, Akane no mostró señales de molestia, sino todo lo contrario. Un gemido gigantesco escapó de su boca y la areola se puso rígida bajo los dedos de Enrique. Se dio cuenta entonces de que ella también estaba disfrutando de la experiencia y se permitió continuar explorando y jugando con su cuerpo.
Así que Enrique disfrutó de la dulce carne de los senos gigantes de Akane, acariciando, apretando y jugando con ellos durante horas. De vez en cuando, ella se reía o emitía un gemido gigantesco, lo que hacía que la excitación de Enrique sólo aumentara.
Mientras tanto, el sudor y la grasa seguían agarrándolo firmemente, y Enrique sabía que no iba a ser capaz de escapar. Pero en ese momento, no quería escapar. Estaba atrapado en un mundo de placer y excitación, disfrutando cada momento que pasaba con la hermosa y gigantesca Akane. Enrique se encontraba completamente abrumado por la cercanía de Akane, pero al mismo tiempo, disfrutaba del cálido contacto de sus pechos y de la suave caricia de sus manos.
Mientras tanto, Akane no podía contener su emoción. Había descubierto a su posible prometido, y estaba decidida a tratarlo bien. Se deslizó suavemente de su cama con las piernas cruzadas. Enrique, todavía en su cálida prisión, se encontró rodeado por los suaves mechones de cabello de Akane y por la agradable fragancia de su perfume.
Con una sonrisa en su rostro, Akane continuó masajeando y acariciando a Enrique, disfrutando cada momento de su intimidad. Enrique, por su parte, estaba encantado de ser reconocido y cuidado por alguien tan amable y cariñosa.
Después de unos momentos más, Enrique comenzó a cansarse y se relajó en la prisión de los pechos de Akane. Ella, con suavidad, lo levantó y lo colocó de nuevo en la palma de su mano. Allí, él pudo ver mejor su hermoso rostro y sentir el calor de su piel.