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El reloj emite un tic tac constante que logra ocasionarle una ansiedad horrible al castaño que trata de dormir en el futón. Abre los ojos de golpe y aprieta los labios, se siente frustrado. Quiere tirarse por la ventana. Quiere herirse. Quiere gritar.

Sin embargo, termina recurriendo a su gran amigo: el sake. Toma asiento y da largos tragos directamente de la botella, la luz está apagada y su única compañía es la soledad. Se muerde el labio inferior.

¿Por qué? ¿Por qué debe pensar en él justo ahora? Se supone que esa historia quedó en el pasado. Cada uno continuó su camino ¿no? Tanto el enano como él decidieron alejarse, ya que su relación no iba a ningún lado. Simplemente fracasarían.

Además, jamás logró entender del todo sus sentimientos hacia Nakahara. Lo quería, pero a la vez sabía que debía dejarlo ir. Anhelaba pasar su vida al lado de él, pero no creía que pudiera hacerlo porque jamás fue capaz de ser el único en el corazón del pelirrojo. Todo el tiempo sintió la presión de llenar un lugar que le quedaba excesivamente grande.

Una sonrisa amarga se dibuja en sus labios para luego dar un trago más a la botella. Hubiera dado cualquier cosa por ser el único dueño del amor de Chuuya, dio lo mejor de sí y no lo consiguió. ¿Qué le hizo falta? No lo sabe y tal vez nunca lo sabrá.

"Moh, maldito enano. ¿Cuándo podré olvidarte?" Murmura sin esperar una respuesta caída del cielo. Hace algún tiempo decidió que se obligaría a aceptar la cruda realidad: nunca fue suficiente. Así como también tuvo algo de culpa en que fracasara la relación, pero ¿cómo podría haber arreglado algo que estaba destrozado desde el inicio? No había forma. Y sólo terminó con el corazón hecho añicos, la autoestima por el suelo y con demasiado temor de volver a amar a alguien.

Muchas veces dudó de su amor por Nakahara, pues aunque hizo de todo por verlo feliz, siempre tuvo miedo de no estar a la altura porque sabía que el pelirrojo seguía amando a cierto saco de huesos llamado Fyodor. Además, durante esa relación todos los jodidos días tenía que tragarse el nudo en la garganta porque sabía muy bien que Chuuya pensaba en Dostoyevsky. Por ende, toda acción del castaño fue cautelosa, así que el amor que le dio a su ahora ex novio fue a medias. Nunca supo cómo demostrarle su afecto. Era incluso cómico que, aunque formalizaron su relación, Dazai siempre percibió a Chuuya como una persona lejos de su alcance. Y no era para menos, si cuando estaban conversando de algo y el de hebras rojizas recibía una llamada, éste dejaba tirado a Osamu y se iba con Fyodor.

Tal vez el vendado debió poner límites, lo sabe, pero tampoco tuvo mayores deseos por luchar por alguien que sabía a la perfección jamás sería enteramente suyo.

Tenía mucho, muchísimo miedo de ser un novio celoso y tóxico, pues se supone que Fyodor y Chuuya eran simples amigos. Aun así, todavía tiene la duda de si alguna vez Nakahara le puso los cuernos... Permitió cada una de esas acciones porque trató de confiar en el pelirrojo.

Pero a cambio, ante los ojos de todo el mundo, quedó como el tonto al que le eran infiel.

Y todo empeoró cuando terminaron su relación, mas fingieron que aún la mantenían, porque Chuuya se negaba a soltarlo y porque Osamu se negaba a permitir que Dostoyevsky celebrara haber conseguido la victoria.

Esa relación falsa fue lo que terminó destruyendo al vendado, quien a pesar de tener intenciones de regresar con Chuuya —y para eso estableció un par de condiciones— siempre fue consciente de que el otro se le escapaba como arena entre los dedos conforme transcurrían los días. Lo estaba perdiendo para siempre y no había vuelta atrás.

Mejor dicho, Chuuya jamás se entregó completamente. Osamu no quiso que fuera suyo en un sentido enfermo y posesivo, simplemente quería ser capaz de decir "tengo un novio que me ama ciegamente y estaremos juntos toda la vida". Qué tontería. Todo eso fue una fantasía que de alguna forma reconfortó a su corazón, el cual había anhelado por años amar libremente a ese hombre de ojos oceánicos. Sin embaego, la poca estabilidad emocional que tenía se fue a la basura con esa relación.

Por suerte luego rompieron y se liberaron de esas cadenas que ambos se colocaron. Fue una ruptura complicada, costó demasiado soltar al hombre que durante años amó en silencio y que, si bien de alguna forma le correspondía, éste amaba aún más al ojipúrpura.

Osamu suspira y se frota la sien, se siente abrumado. ¿Por qué no puede olvidarlo? ¿Por qué no es capaz de seguir adelante? ¡Lleva años soltero porque se niega a ser herido otra vez! Mientras tanto, Nakahara Chuuya se presume feliz con el jodido ruso en redes sociales.

Si pudiera regresar el tiempo atrás, definitivamente no aceptaría tener una relación. Hubiera preferido mil veces quedarse con la duda, porque honestamente, nada duele más que permitir que tu amor, autoestima, dignidad y salud mental sean pisoteadas por la persona que más amas.

Lo peor es que cuando terminaron, el ojiazul había dicho que iba a estar solo porque necesitaba tiempo consigo mismo ¡y al mes estaba saliendo con Fyodor!

"Hah, caí en tu asquerosa mentira. Como siempre." Murmura el vendado a la nada, con la mirada clavada en un punto muerto y la botella de sake entre las manos. Odia el hecho de que, a pesar de intentar seguir adelante, tarde o temprano, vuelve a tener este tipo de pensamientos.

¿Por qué permitió tanta humillación? ¿Por qué dejó que su corazón fuera maltratado de tal forma? ¿Cómo pudo dejar que sus valores, sus sueños y su amor fueran despreciados una y otra vez?

"Ah... Realmente fui un imbécil." Se recrimina, después de todo, el único que decidió quedarse ahí y permitir tanto daño a su persona fue él mismo. Nadie lo obligó. Por decisión propia se quedó, rogando infantilmente porque algún día Chuuya dijera que lo elegía por sobre cualquier persona.

Y tal vez eso es lo que más le aflige: haberse quedado de manera consciente, por amor, y obtener profundas heridas de quien juraba amarlo con profunda devoción.

"Pero ya está hecho, no hay vuelta atrás. Debo continuar. Por favor, ya deja de aparecer repentinamente en mi mente." Dicho esto, toma la última gota de la bebida alcohólica, deja el recipiente vacío a un lado y tras colocarse el abrigo, sale de su departamento.

Lo que no sabía es que al cruzar la calle hacia la tienda de conveniencia, un auto lo impactaría y terminaría perdiendo la memoria. Así jamás volverá a recordar a Nakahara Chuuya, lo cual podría convertirse en una maravillosa bendición para él.

O no.

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No quiero prometer mucho, este escrito estaba pensado para ser un one-shot, pero ahora que lo terminé me quedé con ganas de escribir más-. Probablemente en unos días continúe o tal vez no, ya veremos. Gracias por leer. :)

Olvido [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora