Osamu tiene el sueño ligero, siempre ha sido así, por lo que el beep del teléfono móvil consigue despertarlo. Tras emitir un quejido somnoliento, toma el aparato y se queda mirando la pantalla, confundido, durante varios minutos. Se trata de un mensaje que recita lo siguiente:
» Feliz cumpleaños, vagabundo. ¿Estarás disponible ésta noche? Me gustaría darte un regalo.
¿Eh? ¿Qué demonios?
Eso no era lo peor, sino que el remitente estaba agendado como Mi enano gruñón. Ugh... ¿Por qué demonios decidió sincronizar sus contactos a través del correo electrónico? Lo mejor habría sido tener un nuevo celular libre de números indeseados, sí, el aparato es nuevo, mas gracias al correo recuperó los contactos. Y ahora se arrepiente. Sin embargo, probablemente el viejo Dazai creyó que esto era buena idea. Qué imbécil fue. Como sea, simplemente optó por no responder y comenzar su día, pues quisiera o no, debía ir a trabajar. Era preferible eso que quedarse en casa, bebiendo alcohol como aquella ocasión en la que terminó en éste trágico estado. Realmente no le disgustaba haber perdido la memoria, ya que sus compañeros de la agencia ahora eran más amables y lo veía como una grandiosa ventaja. El problema es la persona a la que olvidó, la cual aún le busca y no logra descifrar cómo debería sentirse al respecto.
. . .
Unas horas más tarde, Osamu está haciendo aviones de papel con documentos que ya no sirven y estaba a punto de lanzar uno por la oficina, específicamente al escritorio de cierto rubio, cuando su celular comenzó a sonar. Era una llamada. Aparato toma con intriga y observa la pantalla, leyendo el cursi apodo que descubrió en la mañana. Se le revuelve el estómago y siente las miradas de sus compañeros.
"¿Dazai-san? ¿Está bien?" Como siempre, es Nakajima quien se preocupa primero por el castaño.
"Sí, es que..." Intercala la vista entre el albino y el teléfono. "No conozco el número."
Entonces, rechaza la llamada y apaga el dichoso objeto. No tiene ganas de lidiar con ello. No quiere que la predicción de Ranpo-san se haga realidad. No quiere volver a sentirse débil por alguien que realmente no lo valora o, al menos, no como a él le gustaría.
Atsushi enarca ambas cejas, un tanto confundido por la actitud de su mentor y cautelosamente decide proponerle algo.
"Dazai-san, ¿le gustaría que bajemos a tomar un café? Quizás eso le ayude, aún está delicado por el accidente."
"¿Mh?" El mencionado sonríe muy leve, pensando en que seguramente se ve tan patético, tan desesperado, tan acongojado que incluso su subordinado trata de sacarlo del hoyo que lo está hundiendo. "Tranquilo, Atsushi-kun. Puedo ir solo a tomar ese café... ¿Le dices a Kunikida-kun que vuelvo en media hora?"
Inseguro, el chico tigre asiente mientras lo ve atravesar la puerta. Está dispuesto a lidiar con un rubio enfadado porque, nuevamente, Osamu ha escapado de su papeleo. No obstante, Nakajima haría todos sus informes durante un mes si eso pudiera regresarle el semblante alegre al castaño.
Es raro ver a Dazai-san tan serio, melancólico y desconectado de la realidad. La verdad es que... En tal estado, siente que es más probable que el mencionado intente acabar con su vida sin que alguien pueda detenerlo. Eso es lo que tiene excesivamente nervioso al menor.Pero realmente no es capaz de romper el caparazón que cubre a Dazai Osamu. No hay forma de llegar a él, a sus sentimientos, a sus penas. Y es doloroso verlo sufrir en soledad. ¿Por qué no permite que las personas a su alrededor lo ayuden a manejar tanta tristeza?
. . .
Minutos más tarde, el vendado está bebiendo un americano en la barra de la cafetería que se encuentra en el primer piso. Decidió que eso era lo mejor para mantenerse ocupado, además, necesitaba la cafeína para despertar por completo. Ha pasado pésimas noches gracias a los pensamientos que no se callan.
Esas malditas voces que tienen su mente a mil por hora jamás guardan silencio.
Y no se refiere a que escucha seres divinos como lo haría una persona esquizofrénica, no, es más bien que su voz interior siempre le está recordando lo que ha hecho y sigue haciendo mal, como la muerte de Odasaku. Si hubiera sido un mejor amigo, más atento, si tan sólo... Suspira. Lamentarse por los muertos no los revivirá. Lo sabe perfectamente.
Actualmente, en ésta particular etapa de su vida, se atormenta con el hecho de haberse enamorado de alguien fuera de su alcance.
Da un sorbo a la bebida, escuchando a sus espaldas la campana que indica la llegada de algún cliente al establecimiento. No le da importancia. Al menos no lo hace hasta que alguien le dirige la palabra con tono altanero.
"Oi, imbécil."
No. No puede ser. Con un nudo en el estómago, testa gira en dirección a aquel individuo, percibiendo cómo la ansiedad se cierne sobre su anatomía.
Frente a sus ojos, está Nakahara Chuuya, luciendo su típico atuendo de mal gusto, especialmente aquel sombrero horrible.
A pesar de no recordar haber escuchado alguna vez aquella voz, Osamu sabe de quién se trata y aun así, se atreve a preguntar: "¿Quién eres?"
El pelirrojo enarca una ceja en alto, segundos después esbozando una sonrisa sarcástica.
"¿Me estás jodiendo? He venido a buscarte porque no respondías mis mensajes y llamadas y lo primero que haces es jugarme una broma tan terrible. Eres un idiota, Dazai."
Y con esas palabras, el detective percibe cómo el peso del mundo cae sobre sus hombros. Iris avellanas analizan al mafioso durante largos y tensos segundos. Una interrogativa hace acto de presencia en su mente: ¿Por qué ha venido hasta aquí a buscarle? Ceño frunce.
"El idiota eres tú por venir."
"¿Hah?"
"No necesito en mi vida a alguien que he olvidado."
"¿Qué mierdas dices, Dazai?" El fastidio es cada vez más palpable en la voz del pelirrojo, quien se contiene de darle una patada al detective.
"Lo que escuchas: te he olvidado." Repite con tono plano, mirándole perezosamente. "Si te importara tanto, sabrías que hace unas semanas sufrí un accidente y perdí la memoria."
Silencio denso e incómodo. El de ojos azules ladea la testa en dirección al más alto, segundos más tarde acortando la distancia entre ellos.
"¿Estás bromeando con algo así? ¿En serio?" Susurra, provocando así que nadie más pueda escucharlos. "Ya déjate de estupideces."
Osamu emite una risa suave y niega con la zurda. "Ojalá fuera una broma o, mejor no, creo que vivo mejor así, sin recordarte." Y una sonrisa ladina le dedica, pues la ventaja de no tener memorias con el otro, es que aunque el corazón le duele —pese a no comprender el motivo— se siente como un huevo vacío por dentro. Sí, pueden romperlo, pero no tiene nada en su interior, por ende, no se arruina nada realmente.
"¡Hahaha! No me hagas reír, idiota. Tú no serías capaz de olvidarme ni en diez vidas."
"Pues lo hice y lo agradezco. Ahora, si me disculpas..." Un billete deja en la barra como pago de su bebida y se pone de pie. "Tengo que ir a celebrar mi cumpleaños, con las personas que sí han estado para mí. Adiós, enano horrible."
Entonces, el castaño deja con la palabra en la boca al contrario, saliendo por la puerta de la cafetería y encontrándose fuera con Atsushi-kun, quien le menciona que iba a buscarlo porque ya era hora de ir al restaurante que reservó Kunikida. Solían festejar el cumpleaños de cada empleado y, regularmente, el suicida lo evitaba. Sin embargo, éste año fue una excepción.
Decidió que aquel 19 de junio sería un nuevo inicio en su vida.
Quizá no sería capaz de algún día sentir verdaderos deseos de vivir, porque como bien le dijo Odasaku: posee un vacío que no podrá ser llenado con nada, nunca. No obstante, considera que por un tiempo... Debería permitirse disfrutar la calma que la Agencia le otorga. Dejar su pasado oscuro en la mafia y, con ello, al pelirrojo. Es lo mejor que puede hacer.
Odasaku tenía razón al pedirle que fuera al lado de los buenos, al menos ahí, puede ser iluminado por un poco de luz de vez en cuando, aunque a veces le deje ciego.

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Olvido [Soukoku]
FanfictionUna solitaria noche, Dazai Osamu fue atacado por los recuerdos de un viejo ¿amor? O tal vez sería mejor decir, de la persona que más lo lastimó. A día de hoy no ha logrado seguir su vida sin revivir las heridas de esa catastrófica relación que const...