Chapter VI

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— Creo que debería ir contigo

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— Creo que debería ir contigo.

La hechicera alzó la mirada para clavarla en la figura que se mantenía al otro lado de la larga mesa redonda que presidia el salón. Los libros que se extendían como un manto por la superficie de madera olvidados por ambas personas.

— Tengo la suficiente edad como para ir yo sola a un reino vecino, Arturo.

— Lo sé.

— Y también tengo suficiente poder como para defenderme en caso de que me intenten atacar.

— Lo sé.

— Por no decir de que cuento con un dragón a un rugido de distancia que no tendría ningún problema con calcinar bandidos.

— Lo sé.

Merlín cerró el libro en el que había estado centrada la última media hora y se acercó al rey que la miraba como si estuviera debatiéndose entre la idea de dejarla ir o encerrarla en la mazmorra. O en sus aposentos, con un candado muy grande y a prueba de magia.

En el momento en el que el cuerpo femenino se encontró a su alcance, el joven rey la tomo entre sus brazos, dejando que su frente descansara en la curvatura femenina que conectaba la garganta con el hombro. El leve aroma a sándalo y lavanda inundó su nariz, y pudo sentir como parte de la tensión que llevaba aguantando su cuerpo desde hacía días, se desvanecía.

— Todo estará bien, Arturo— . Merlín enredó sus largos dedos en los rizos rubios, suspirando.— Volveré, mucho antes de lo que te imaginas.

<<Te lo prometo.>>

Arturo miró fijamente el orbe que descansaba inofensivamente sobre la mesa redonda. Los recuerdos de la última vez que había estado con Merlín amenazaban con consumirlo. Aún podía sentir la tela del delicado traje azul en sus manos y oler el leve perfume que la caracterizaba, a su alrededor.

Una semana. Llevaba siete días consumido por la incertidumbre de si volvería a ver a su hechicera. Siete días en donde había tenido que negarse a las palabras de la mitad de su consejo, que le decía que ya era hora de que designara un nuevo hechicero real. Incluso si no se había encontrado ningún cuerpo que dejara en claro que Merlín estaba muerta, la mitad de sus consejeros creían que debía dejar la búsqueda y centrarse en los otros asuntos que necesitaban de su atención.

Como conseguir esposa.

<<Te lo prometo.>>

Alargó la mano para tomar el orbe y... otra mano, enguantada en cuero, lo detuvo.

— Majestad, recuerde que no está solo.

Los ojos azules se centraron en los dos caballeros que lo habían estado vigilando desde las puertas, con ojos preocupados.

Lancelot y Gwaine eran los únicos de sus caballeros que en aquellos momentos se mantenían a su lado. Los demás caballeros de la mesa redonda se encontraban cumpliendo con sus ordenes, manteniendo la paz entre los preocupados ciudadanos de Camelot, que preguntaban incesantemente por Merlín.

Debía encontrarla. Por su pueblo, por sus caballeros y por él.

Principalmente por él.

— Arturo—. Gwaine se acercó, deteniéndose al lado de Lancelot, sin dejar de mirar a su rey.— Dé la orden e iremos todos a por ella.

Arturo volvió a fijarse en el orbe que destellaba como si tuviese todas las galaxias del universo en su interior. <<Ten cuidado con la magia, sobre todo con aquella que involucra deseos. Un simple cambio de pensamiento puede causar un gran mal>> La voz de Merlín, aconsejándole sobre los peligros de la magia, volvió a su mente como un eco del pasado.

— Preparaos. Mañana partiremos en busca de Merlín.

Ambos caballeros se miraron entre sí antes de asentir.

— ¡Sí, sire!

<<Te lo prometo>>

— Te voy a encontrar, Merlín. No puedes romper tu promesa.

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⏰ Última actualización: May 09, 2023 ⏰

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