En el reinado de Uther Pendragón, la magia esta prohibida.
En Camelot, utilizar la magia te lleva a la muerte.
Y Merlín lo sabe.
Historia basada en la serie "The Adventures of Merlín".
Advertencia: tomo la serie como base, pero no significa que s...
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Los ojos azules no eran capaces de abandonar el rostro del rey. El Uther Pendragón que se mostraba frente a ella distaba mucho del recuerdo que guardaba del rey en su memoria. Un rey abatido y derrotado que se había dejado morir de la pena al ser traicionado por Morgana. Un Uther que se había consumido en el dolor de que su propia hija lo odiara a muerte. Y que no había podido vivir lo suficiente como para ver a su hijo y heredero convertido en rey.
Y justo al lado de aquel Uther se encontraba aquella que la hacia perder el sueño de preocupación: Morgana.
La protegida e hija del rey se encontraba a la derecha de aquel Uther, con un rostro de amabilidad que Merlín no recordaba haber visto en las facciones de la bruja desde hacia muchos años atrás. Una amabilidad que sabia que se convertiría en odio y en venganza. Merlín tenía ganas de avisar al rey de lo que le deparaba el futuro, pero se contuvo. Parecía que se encontraba en un mundo igual al suyo, pero no estaba segura de que tan parecidos eran en verdad. Bien cabía la posibilidad de que aquella Morgana no cayera en las redes de la magia negra y ayudara con su don a las personas de Camelot cuando su hermano fuera rey. Aunque lo creía una posibilidad muy remota.
Sus ojos se desviaron de la visión de la joven princesa para clavarse en las dos figuras a la izquierda del rey. Un Arturo mucho más joven del que solía ver a diario le devolvía la mirada con curiosidad mientras que el sirviente a su lado lo hacia con cierto miedo. Un criado cuyo rostro se le hacía muy familiar.
—Es la mayor estupidez que he escuchado—la risa del rey logro captar su atención. Merlín había supuesto que sus palabras no serían tomadas en cuenta. Sonrió.
—Es libre de creer o no en mis palabras, sire.
Después de todo, ella solo respondía ante Arturo. Incluso cuando el rey había sido Uther, ella solo hacía respondido ante el príncipe. Y lo seguiría haciendo, por más dolores de cabeza que su rey le diera a diario.
—Sandeces—sentenció el rey.
Aun así, admitia que le molestaba en su orgullo femenino el que fuera capaz de dudar hasta aquellos extremos sobre el alcance de la magia. Sobre todo cuando ella sabía lo bien que conocia el rey los alcances de la misma.
Inspirando hondo dejó que sus ojos volvieran a escanear a la pequeña multitud de personas que se encontraban en la sala principal. Reconocía todos los rostros, alegrandose de encontrar caras tan conocidas para ella como Gaius y Gwen, pero eso solo hacia que se preguntase donde se encontraba la Merlín de ese mundo. Si sus cálculos eran correctos, ella debía ser aun la sirvienta personal del principe Arturo.
Los ojos de la doncella volvieron a clavarse en el joven príncipe y, por ende, en el sirviente que se encontraba a su lado. No era ella. Era un hombre que parecia tener la misma edad que el heredero a la corona y que la miraba con un rostro que reflejaba sorpresa, incredulidad y cierta fascinación. Y que se paseaba el peso del cuerpo sobre las piernas, incapaz de mantenerse en la completa quietud que la etiqueta de los criados exigía.
Merlín sonrió. Ella tenía el mismo tic.
—Mierda—fue cuanto murmuró cuando se dio cuenta de que aquel sirviente era ella. Casi era capaz de escuchar la molesta risa de su rey junto a ella, burlandose del hecho de que era la única -según parecía- cuyo doble de aquel mundo había decidido nacer en el sexo contrario.
Mentalmente se recordó jamas decirle nada de aquello a su rey.
—Admito que sois divertida, aunque no me creo vuestras palabras—haciendo un gesto con la mano, Uther llamó a dos guardias, y Merlín pudo sentir las duras y frias manos de los caballeros sujetandola de los brazos con mas fuerza de la que ella consideraba necesaria. —Llevadla al calabozo.
Merlín se vio arrastrada hacia la salida sin ningún tipo de compasión y tampoco la pidió. Era consciente de que a Uther le gustaba escuchar las suplicas de los prisioneros que acusaba de brujería y ella se negaba a darle aquel placer. Simplemente se irguio cuan alta era y siguio el paso apresurado de los caballeros.
Solo miró una vez atrás y durante aquellos segundos sus ojos se encontraron con las orbes azules del principe Arturo, antes de que las puertas se cerraran detrás de ella.
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Para todos los lectores que leen esta historia, tengo dos palabras que deciros: muchas gracias.
Como habreis podido ver, no es una historia que actualice todas las semanas. Esto se debe a que incursiono en un mundo que conozco muy poco. Se de Merlín, Arturo, Camelot y eso gracias a series y películas y al contar todos la misma historia -mas o menos- pero siempre de una manera muy distinta pues resulta difícil de decidir por donde tirar.
Aunque es una historia basada en la serie de Merlín que hechaban en la tele hace unos años, y que ahora se puede encontrar en Netflix, obviamente van a haber muchos cambios. Aunque quiero dejar en claro una cronología básica: La historia transcurre en el mundo del Merlín de la serie, entre la primera y segunda temporada. Y esto lo vemos en el hecho de que Morgana aun es una dama buena que desconoce de la magia que vive en ella. La Merlín que llega proviene de otro mundo muchos años después, en una época donde Arturo es rey, la magia es legal y ella ya otorga el cargo de Hechicera Personal del Rey.
Dejando esto en claro, solo me queda decir una cosa: "frui legere."