Había vívido todos esos años engañandose a si mismo, creyendo que lo odiaba cuando en realidad lo anhelaba. Escondía su sentir bajo insultos, por su estúpido orgullo. Tal vez, de haber sido menos arrogante, él lo habría aceptado aquella vez. Pero no podría caer tan bajo para rogar por él, aún si ese era su deseo.
Deseaba que lo mirará, que solo tuviera ojos para él. Necesitaba de él.
Se sentía como un estúpido, se comportaba de una forma tan infantil. Él sufría, mientras, aquel que se había robado su corazón, vivía tranquilamente.
Cada noche pensaba en él. Y las pocas veces que lo pudo espiar durante el día, pero las veces que al fin se lo encontraba frente a frente, todo terminaba en peleas. Cada noche se arrepentía de todo ello, sabía que era su culpa, pero no podía evitar ser un estúpido. Se comportaba de manera tan inapropiada, cuando en realidad lo único que en esos momentos quería de él era un abrazo, incluso si fuera de manera más atrevida, un beso.
Lo deseaba.
Era tan frustante que no podía evitar llorar. El nudo que se formaba en su garganta cada vez que recorbada que jamás sería suyo, le dolía demasiado. Tener que ocultar sus sentimientos era tan agotador, lo hacía sentir vacío y culpable al creer que traicionaba a sus deseos y fantasías, cuando él sabía que había rogado por él durante mucho tiempo.
Una sola vista a esos hermosos ojos esmeralda que lo habían cautivado desde la primera vez, hacía que su corazón latiera rápidamente. Ese pequeño cosquilleo en su interior lo confundía. Se sintió a sí por algún tiempo antes de saber la verdad, estaba enamorado de Harry Potter.
Su hermosa piel que parecía tan suave. Aguantando sus ganas de tocarlo.
Se odiaba por su forma de ser, por no poder ser una mejor persona. Simplemente vivía bajo la oscura sombra de su familia, que era tan larga, tratando de adentrarse en su ser. Consumido por la puta culpa de no poder cumplir con los expectativas de todos. No sabía que hacer. Lo obligaban a decidir entre lo que quería su familia y lo que quería él. Pero muy en el fondo sabía que solo era una fachada, que al final caería al primer llamado de su padre.
Todo era tan abrumador que deseaba la muerte. Quería dejar de sentir esa pesadez, tal vez de ese modo su cuerpo se liberaría de esa maldición.
Harry, Harry, Harry. Era todo lo que pensaba.
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El bullicio del gran comedor lo sacó de sus pensamientos. Estaba tan ocupado pensando en los hermosos ojos de Harry que no estaba prestando atención a sus amigos.
- ¡Hey!, Draco, ¿estás con nosotros?.- Le habló Blaise.
- Si, claro.
- Pues no parece, no haz comido nada y solo te quedas con la mirada perdida. ¿Qué sucede?.- Habló esta vez Pansy.
- N-no, nada. Solo estaba pensado en algunas cosas sin importancia. Da igual.- Contestó Draco arrastrando las palabras.
- Bueno, si tú lo dices. Pero come ya, o sea acabara.
Solo necesito unos momentos para que Draco comenzará a comer. La verdad, no tenía hambre, veía la comida y simplemente sentía asco. Le costó mucho ingerir siquiera un bocado.
- Mira quién está ahí, Draco.- Dijo Blaise con tono de burla.
Alzó la mirada para poder ver a quien se refería Blaise sin esperar toparse con los ojos verdes de Harry, su corazón dio un vuelco de inmediato, apartando la mirada.
- San Potter.- Dijo Pansy riendo.- Que mala educación quedarse viendo así a alguien, tal vez necesite una lección de modales que no le dieron sus padres. ¿Qué dicen? Deberíamos enseñarle.
- Yo digo que si, ¿no, Draco?.- Le habló Blaise.
- No. Hay que dejarlo, que haga lo que quiera, me importa un carajo.- Dijo Draco levantándose de su lugar para abandonar el gran comedor, dejando atrás a sus amigos.
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Se encerró en sus habitaciones aprovechando que no había nadie de su casa. Se sentía mal, confundido tal vez. Se sentó recargandose de la puerta del baño y se soltó a llorar. Ya no soportaba nada, todos esos sentimientos que lo abrumadoron lo hacían enloquecer. Y para colmo, había comido de más.
Sintió el asco llegando, sabiendo lo que estaba por pasar.
Abrió la puerta del baño y se arrastro dentro. Sin poder contenerse más, vomitó todo lo que había ingerido. Seguía llorando sin parar. Él mismo se hacía daño, a su mente y a su cuerpo. Tal vez el dolor era lo único que lo estaba destinado a sentir.
Limpio el desastre que había hecho, lo hizo más rápido que de costumbre. Vio el espejo por unos segundos. Su reflejo dejaba mucho que desear, se preguntaba en qué momento terminó así. Pasó su mano por su cara tratando de quitar las gotas de agua.
Adentrándose a la habitación, sabiendo que muy pronto llegarían los de su casa. Draco no se sentía con la paciencia para lidiar con más personas. Por lo que se encaminó a la Torre de Astronomía lo más rápido. No importaba que no estuviera en su sala, era un prefecto, podía hacer lo que quisiera.
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Harry.
Desde hace unos minutos Harry veía la mesa de Slytherin. Pero no a todos los que Slytherin, sino a uno en particular. Malfoy, Draco Malfoy. El chico se veía raro, su piel no era tan resplandeciente como siempre y su mirada parecía perdida, sin el hermoso brillo plateado azulado.
Estuvo durante un rato así, viéndolo perdidamente. Hasta que al parecer dos serpientes se dieron cuenta de su mirada. Ahora si, puedo ver directamente los hermosos ojos de Draco. Pero este apartó la mirada rápidamente. "Tal vez lo incomodé"- pensó.
No pasaron muchos minutos para ver como Draco se levantaba de la mesa, dejando la sala. Harry no pudo evitar sus ganas de salir tras él y hablarle. Preguntarle si todo estaba bien.
Decidió no pensar más y se levantó de la mesa, dispuesto a salir tras él.
- Harry, ¿qué pasa?. ¿Te irás?.- preguntó Hermione.
- Si, tengo algo que hacer. Los veo más al rato.- Dijo dirigiéndo la mirada a Ron y Hermione antes de salir corriendo.
Supuso que Draco iría a su sala común, por lo que se encaminó a las mazmorras, esperando llegar antes que él entrará.
Pero no lo hizo, no logró llegar a tiempo. El pobre león de Gryffindor partió a su sala común totalmente desanimado.
Él en verdad quería poder verlo, ver a Draco, a su Draco.
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El viento tocaba sus mejillas y movía sus mechones rubios. Desde afuera podía ver la luna llena, totalmente hermosa y brillante como la plata. Por un momento olvidó todo. Solo quería guardar ese momento en sus recuerdos. Porque podría ser el último momento en el que estuviera en calma.
La paz lo invadia. No se había sentido así desde hace tiempo, cuando aún era un niño pequeño su madre se sentaba a su lado en la cama todas las noches de tormentas y le cantaba. Le sonreía y se quedaba a su lado hasta quedarse profundamente dormido, haciéndole saber que no estaría solo. Transmitiendo esa calidez que solo una madre podría hacer sentir a su hijo, lo hacía sentir protegido.
Sus lágrimas bajaban por su bello rostro con un destello. Pero no estaba seguro de que eran, si era tristeza, enojo, felicidad. Pero todo le era indiferente en ese momento, solo quería sentir aún si era mentira, que podría ser capaz de ser mejor persona.
Todos lo odiaban. Lo sabía.
Holaa, espero que les guste!
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Algo más complicado que odio [Harco]
FanficEl anhelo era el peor de los sentimientos, al menos para Draco Malfoy. Dos almas que se añoraban, pero incapaces de ver el mutuo amor de ambos.