El Infinito Poder Del Tiempo

2|Dos miradas no se cruzan por casualidad.

Apenas habían pasado veinte minutos desde que estaba con Aron en aquel bar y ya quería irme. Se podía decir que era un lugar bastante chico, familiar y repleto de personas. El ambiente era algo para destacar, la música sonaba desde parlantes viejos, algunos ancianos bailaban en el centro de una pequeña pista y las bebidas eran muy deliciosas.

—Entonces, Logan Guerra—hizo un breve espacio y asentí—, ¿puedes contarme un poco más de ti? —Aron es bastante curioso, quizás habla bastante—. Si quieres, obvio.

—Claro, no tengo ningún problema en contarle mi vida a un desconocido—una sonrisa se escapó de sus labios—. Tengo diecinueve años, sigo viviendo con mis padres y acepté esta salida porque vas a pagar la cuenta de todo lo que vaya a consumir.—Hice una pausa.—Ahora tú.

Sus cejas se fruncieron un poco y luego soltó una carcajada. Parecía estar cómodo.

—Sabes, manejas unas muy buenas vibras, seguro eres del signo acuario, tengo un buen radar.

<< ¿Cómo es capaz de adivinar? Claro que soy de acuario. >>

—No, parece que tu radar esta dañado.

Se levantó un poco de su silla de madera y la acercó a la mía, para que nuestras rodillas comenzaran a rozarse.

—Comentario típico de un acuariano, sabes que tengo razón.—Esa sonrisa apareció nuevamente mostrando sus malditos dientes perfectos. Giré la mirada para pedirle un trago al barman.

Le hice una seña con los dedos para que este me observe, tratando de llamar su atención:—Un daiquirí de mango porfa... Y el trago más fuerte que tengas.

La mirada de Aron parecía no estar sorprendida. Volví a girar la mirada hacia él.

—Entonces, Aron, cuéntame—le regale una sonrisa falsa—, ¿traes a muchos chicos a cargártelos aquí, o soy el primero?

Sus hoyuelos se mostraron al publico y, con una total atención hacia mi, dijo:

—¿Puedes dejar que me presente o tienes miedo a enamorarte de mi?

<< ¿Qué? >>

—Que ganas tienes de darme un beso, eh Aron, preséntate de una puta vez.

Mi comentario hizo que se ponga un poco nervioso.

—Tengo veintiún años, vivo solo y también soy de acuario—eso me hizo reír un poco—. Y sí, pagaré la cuenta.

Se peinó un poco su pelo rojizo y luego, entre susurros y mirándome fijamente, dijo:

—Y también consigo todo lo que quiero.

Me hice el sorprendido y abrí los ojos para luego rotarlos y dejarlos en blanco por unos segundos.

—¿Y qué es lo que quieres?—Pregunté.

—A ti—confeso.

Mi corazón comenzó a latir un poco más rápido de lo normal, ¿su confesión había generado eso a mis latidos? Qué tan idiota tenía que ser para ponerme nervioso, si a mi no me atraen los tíos.

¿No?

Gracias al universo, fuimos interrumpidos por el barman diciéndonos que los tragos ya estaban listos.

—Muchas gracias—le agradezco al señor y le doy el daiquirí a Aron—. Todo tuyo.

Con cara extraña Aron me observa, preguntándose algo en su cabeza.

—Cómo... ¿Cómo sabías que me gusta este trago?—Su cara era un incógnito, y sin dar muchas vueltas, respondí:

—Tengo un radar para gustos de mierda, sabía que ese trago horrible iba a gustarte.