Prefacio.

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─Sean bienvenidos! ─ decía Frigga, con esa sonrisa cálida que la familia ya conocía, abría los brazos mientras dos chicos abrían las puertas del castillo. Odín llevaba su capa, como siempre, y les dedicó una sonrisa cuando los vio llegar. 

─Ahora puedes quitarte esto, mi amor. ─ le dijo Dahlia a su hija, Keira. La pequeña llevaba una pequeña capita sobre su cuerpo, por encima del vestido. La mujer le sacó el abrigo a su hija y le dio una sonrisa a la muchacha que llegó para quitárselo de las manos y guardarlos.

─Cielo, estaré de vuelta en seguida ─ le habló su esposo, Gerd, dejando un beso en la frente de la mujer, acarició la mejilla de su niñita antes de alejarse y estrechar la mano de Odín, éste colocó una mano en la espalda del hombre y lo guió por donde quería que fuera, perdiéndose en el pasillo del castillo. 

─Guerras y más guerras ─ dijo Frigga acercándose a la mujer. ─ Hola Keira, preciosa ─ la saludó, la niña le sonrió ampliamente. ─ Han estado preguntando por tí ─ le dijo a la niñita, ella sonrió nuevamente. ─ Están en el patio trasero, ¿recuerdas cómo ir? ─ preguntó. La pequeña ya conocía los pasillos del castillo como la palma de su mano, miró a su madre, que asintió otorgándole el permiso, y luego comenzó a alejarse con sus pequeños pasos. ─ ¿Vamos? ─ preguntó la reina, con el semblante más serio. 

─Espera a que Kei salga, si ve que nos vamos dará media vuelta, la conozco. ─ habló la mujer, y se le escapó una pequeña sonrisa debido a que la pequeña acababa de voltear para saludar a la mujer con su manito y luego abandonar el interior del castillo. ─ Bien, vamos.

─Esa niña será tan buena guerrera como tú. 

─Deja los elogios y hablemos de la batalla, Figg. Tenemos minutos contados antes de que vuelvan o nuestros pequeños, o nuestros esposos. ─ habló, la reina soltó una risita y guió a la mujer hacia la biblioteca para tener una reunión sobre la misma batalla que sus esposos hablaban en otra habitación. 

Desde antes que Keira naciera, Dahlia y Figga habían comenzado a luchar en las mismas batallas que sus esposos, utilizando magia que la reina de Asgard se había encargado de enseñarle a la otra. Jamás habían sido descubiertas, ya que ni Odín ni Gerd sospechaban absolutamente nada del talento oculto de sus esposas. Ellos se marchaban a tener sus infinitas reuniones sobre futuras batallas, y ellas también. 

...

En el momento en que salió del castillo, se dio cuenta que tendría que haber pedido a su madre la capa, pero ahora ya no regresaría. Salió hacia el patio, notando como siempre el increíble aroma de las flores, y los colores. El gran árbol plantado unos metros frente a las puertas. Bajó las escaleras, que la primera vez le habían parecido eternas, y pudo ver cómo, junto a éste árbol, se encontraba un niño de cabello negro, con un libro en su regazo. Se acercó a él cautelosamente, por la parte contraria a la que él estaba. 

─¡Tonto! ─ le gritó cerca de su oído, el chico dio un respingo y cerró su libro en un reflejo, para encontrarse con la niña del vesido celeste frente a él, sonriendo victoriosa. ─ ¡Hola! ─ lo saludó finalmente.

─Me asustaste ─ le reprochó el pequeño. 

─Pues que bueno ─ Kei se sentó a su lado, mientras cruzaba las piernas, su falda las cubrió y la chica colocó sus codos sobre sus muslos para apoyar su cabeza. ─ ¿Que lees? ─ torció la cabeza. 

─Mamá me lo prestó ─ le enseñó el niño, orgulloso. Era un libro de portada negra y letras doradas, en noruego. Hablaba de magia. 

─¿Y has aprendido algo? ─ le preguntó ella, el asintió ─ ¡Enséñame! 

─¡Mira! ─ dijo él, se sentó más cerca de ella para que pudiera ver cómo, al abrir su mano, salían unas pequeñas chispas y fuegos artificiales. 

─¡Es increíble! ¿Me lo enseñarás? 

─Si pudiera lo haría ─ dijo él, asintiendo. Kei no poseía, hasta el momento, poderes mágicos, pero su madre los había adquirido con los años, así que no perdía las esperanzas.

─Genial. ¿Sabes de que hablan nuestros padres? 

─No tengo idea, creo que hay una persona mala, nuevamente. ─ dijo Loki, ella hizo un pucherito con sus labios y él le colocó una pequeña mano en su hombro ─ ¡Pero tranquila! Nuestros padres son los mejores, seguramente todo terminará bien, y acabarán con el peligro.

─Pareces tenerles mucha confianza, a mi siempre me da miedo... ─ confesó 

─Si me da miedo también, pero si no fueran buenos no lucharían, ¿no? 

─Supongo que sí. ─ dijo la niñita, luego sonrió. ─ Ey, ¿quieres jugar conmigo? ─ le preguntó, mientras se paraba. El niño dejó el libro a un lado del árbol antes de pararse y asentir.

─¿Alguien dijo jugar? ─ preguntó un pequeño de cabello rubio, detrás de ellos, mientras levantaba el brazo en un saludo, tastabilló y cayó, haciendo que los otros dos suelten una carcajada. ─ ¡Loki! ¡Prometiste que ya no te reirías si me caía!

...

─Bien... sabemos que son seres peligrosos, no podemos arriesgarnos a que nos vean encubierto ─ hablaba Frigga a las damas que se encontraban sentadas delante de ella, con libros sobre la mesa para tener una coartada si alguien las descubría ─ Creo que tendremos que dispersarnos por el campo de batalla, los hechizos irán apareciendo en su mente a medida de que los necesiten, pero no podemos exponernos. Eso hay que dejarlo en claro. ─ todas asintieron ─ Creo que ésta puede ser una de las batallas más peligrosas a las que nos hayamos enfrentado alguna vez, ¿están preparadas? 

─Lo estamos, Frigga. ─ respondió una de ellas 

─Perfecto, porque no tendremos tiempo para dudar. 

─La batalla será en una semana ─ habló Dahlia ─ Tenemos que entrenar cuando nadie nos vea, ─ dio un par de pasos alrededor de la mesa en la que se encontraban ─ practiquen, ─ dijo ─ practiquen como si su vida dependiera de ello, porque puede llegar a ser cierto... Debemos estar atentas a todo tipo de inconvenientes, y como dijo Frigga ─ miró a la mujer ─ No hay tiempo de dudar, tenemos que estar completamente seguras de lo que estamos haciendo. ¿Alguna pregunta? ─ una de las mujeres levantó la mano, y Dahlia asintió, otorgándole la palabra. 

─¿Que pasará con nuestros hijos? 

─Los niños estarán aquí ─ habló Frigga ─ en Asgard, bien cuidados por todas mis doncellas. Todos los niños hijos de guerreros estarán aquí, a salvo, donde ningún enemigo pueda encontrarlos. Lo intentarán, y para eso, tenemos gente designada. 

─Perfecto, en ese caso. No hay más dudas. 

─Excelente. Empecemos a entrenar. 

...

─¡Acabaremos con esos monstruos! ─ gritaba Odín ─ Tenemos que defender a nuestras familias, nuestras esposas, nuestros hijos. ¡Tenemos que demostrar lo que somos! ¿ESTÁN LISTOS SOLDADOS? ¿Listos para arriesgar su vida por Asgard? 

─¡Lo estamos! ─ respondieron los guerreros en aquella sala de reuniones. 

Y ese día, hombres y mujeres prometieron luchar por Asgard. 

Unworthy's | Loki (short story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora