15 ▪︎ God, please save me

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— La puta madre. La puta madre. La puta madre — Insultaba Violeta una y otra vez con rapidez.

Llevaba cinco días ignorando a Juan. No contestaba a sus mensajes y mucho menos sus llamadas. No es que le gustara ignorarlo, por supuesto que no, amaba hablar con el chico, pero su miedo le impedía responderle. Ella estaba en México, y aunque él no lo sabía, temía que de alguna forma pudiera descubrirlo y le dijera de verse en algún lado. Le paniquebaba la idea.

Quería juntarse con Juan. Quería conocerlo en persona, se moría por hacerlo, pero estaba casi escrito que su corazón se saldría de su pecho y ese raro sentimiento de querer vomitar que golpeaba su estómago cada vez que hablaba con él, o si quiera lo pensaba, aparecería. Estaba al cien por ciento segura de que su mente le jugaría en su contra y los nervios le harían hacer o decir algo estúpido que la haría pasar vergüenza. Probablemente se sonrojaría cual tomate y empezaría pedir perdón una y otra vez. Es lo que siempre le pasaba cuando alguien le gustaba.

¿Gustar? ¿De dónde mierda salió eso? No me gusta Juan Pensó, negándose a creer otra cosa — Aunque, ¿quién dijo que gustar de forma romántica? Te puede gustar la forma de ser de alguien, vos sola pensaste algo amoroso, Violeta — Se reprendió a ella misma — Que pelotuda que soy, mira si me va a gustar Juan. Es mi amigo. Lo conocí recién hace un mes. ¿Y que tiene que ver el tiempo? No hay tiempo para enamorarse de alguien — Se contradijo su propia mente, como si estuviera hablando con dos ella — ¿Enamorarse? ¿Ahora dijiste "enamorar" además de "gustar"? No me lo puedo creer. Me estás jugando en contra. Por eso voy al psicólogo, porque ni vos, o sea yo, me ayudas con mis, o sea tus, o nuestros, ya no sé, problemas.

Negó con la cabeza frustrada antes de dejar salir un gemido de frustración y refregar ambas manos contra su rostro. El celular, antes arrojado a la cama, seguí sonando con la foto de perfil de Juan en su pantalla. Esa era la razón de su crisis. Intentar ignorar a alguien era muy difícil, aparte de que si no quieres, esa persona no deja de buscarte.

Cuando la llamada dejó de marcar pudo suspirar tranquila. Negó con la cabeza intentando no perder los estribos, así que, como eran las diez de la mañana, decidió bajar al comedor del hotel a desayunar. En el ascensor, aprovechó a sacarse una foto en el espejo y se la mandó a su mamá para avisarle que se encontraba bien. Al llegar a su destino, optó por unas tostadas, mermelada y un café, y tomó asiento en el patio trasero en una mesa redonda para uno.

ᴍʏ ᴋɪɴᴅ ᴏꜰ ᴡᴏᴍᴇɴ • 𝔍𝔲𝔞𝔫 𝔊𝔲𝔞𝔯𝔫𝔦𝔷𝔬 •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora