parte única

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Kaveh dejó escapar un pesaroso suspiro. Junto al aire invisible escaparon todos los insultos que había preparado para escupirle a Cyno el próximo día que lo viera, por tener el descaro de no presentarse ese día en la Casa de la Daena para ayudarlo con su recolecta de información. ¡Que se jodiera, entonces!

Pero, ¡qué rabia! ¿Por qué había aceptado su petición, entonces?

El rubio tiró los informes que acababa de apilar y unir con un clip sobre la hermosa mesa de la biblioteca. El golpe hizo eco en todo el lugar, recordándole que se había quedado completamente solo. Irónico. Incluso los lugares donde abundaban las personas acababan vacíos cuando él se encontraba en ellos.

¿Es que acaso repelía a los seres humanos? ¿Tan insoportable era su presencia?

—Estoy agotado —Kaveh tiró de sus cabellos dorados hacia arriba, permitiendo a su rostro respirar aire fresco—. Creo que debería volver ya a casa...

Pero no quería.

En la Casa de la Daena estaba solo, pero era más acogedor que encontrarse solo en casa. Al menos, allí tenía la oportunidad de encontrarse con alguno de esos académicos maníacos que hacían visitas a la biblioteca en mitad de la noche para consultar información que necesitaban urgentemente (porque sus cerebros parecían funcionar mejor a altas horas de la noche, cuando todas las personas sensatas estaban descansando cómodamente en sus hogares).

Kaveh se recostó sobre los papeles que había sobre la mesa y ocultó sus ojos tras las largas pestañas que había al final de su párpado superior. Quedarse dormido en aquel lugar era una idea terrible, pero su cansancio era tan grande que se veía incapaz de recoger todo el desastre que había provocado y luego regresar a su casa cargando con todo.

Además, por si no fuera suficiente, aquel día apenas había comido. Para el desayuno se había preparado una tostada que había acompañado con un café, comida suficiente para mantenerlo vivo por el resto del día mientras se sumergía en el océano de información que tenía preparada y se dejaba llevar por la marea.

El sueño le clavó las garras en los hombros magullados y lo arrastró hasta el límite de ambos mundos, dejándolo atrapado en un molesto estado de duermevela, donde no era muy consciente, pero tampoco estaba totalmente perdido.

La ira que inundaba su alma se esfumó de forma muy ligera, convirtiéndose en una imagen turbada que se mostró ante él de forma repentina, bloqueando las reminiscencias de su última pelea con Al'Aitham, que habían decidido imperar sin previo aviso.

Al'Aitham... Cuánto lo echaba de menos, aunque no lo admitiría en voz alta. Mucho menos ahora, cuando se supone que estaba enfadado con él.

"Se supone", porque realmente, todo su enfado se había disipado hacía poco. Ahora, lo único que quería era poder ver a Al'Aitham y seguir conviviendo con normalidad. Pero, ¿y si Al'Aitham lo odiaba? ¿Y si esta vez había metido la pata hasta el fondo?

Una lágrima traicionera descendió por su rostro. Llevaba varias semanas dándole vueltas al asunto... Tal vez se había pasado.

Kaveh sintió una repentina presión en sus hombros que lo empujó hacia abajo. La realidad fue distorsionada y pintada de rojo, los libros se convirtieron en demonios que danzaban a su alrededor sin sentir lástima alguna por él, dedicándole miradas desdeñosas, aunque los seres despiadados y detestables eran ellos.

El rubio juró haber vislumbrado a Al'Aitham entre ellos. O tal vez fue su imaginación delirante la que lo convenció de ello.

El sonido de las puertas que daban a la Casa de la Daena chocando contra la pared se mezcló con los sonidos de su delirio, aunque Kaveh ni siquiera reparó en la presencia de otra persona. Estaba completamente desorientado. Su estado actual era lamentable. Desde luego, Al'Aitham no hubiera dudado en meterse con él si lo hubiera visto.

discusiones ♡ kavehthamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora