A Glimpse of the Future

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—Niki

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—Niki... Tsuki...— con voz cantarina, llamé a los dos pequeños traviesos que eran mis hijos y que llevaban algunos minutos tratando de pasar desapercibidos detrás del gigantesco piano que mi esposo había comprado por capricho del mayor durante su último cumpleaños.

No solo era fácil ubicarlos porque no dejaban de intentar silenciarse mutuamente, haciendo más ruido que si les hubiera pedido que gritaran, sino porque sus piernitas se movían de un lado al otro tropezando entre ellos mismos mientras, seguramente, intentaban arrancar alguna de las pegatinas de toda clase de animaciones que Hyunjin siempre les compraba para decorar el "aburrido" piano que solía ser de un blanco impoluto.

El bastardo podía llegar a quejarse de que faltara un solo gramo de mercancía o la más mínima pieza en cualquier entrega, pero no le importaba que sus hijos destrozaran a su manera un piano de edición limitada por el que había pagado millones de wons.

Si, ese era Hwang Hyunjin para ustedes.

Para mí, era mi insufrible, pero muy amado esposo.

— ¡SORPRESAAAAA! — fingí asustarme cuando el ruidoso par hizo aparición, con sus cabellos revueltos y restos de galletas llenando sus pequeñas caras y que seguramente habían robado de la cocina mientras que yo me tomaba cinco minutos para ir al baño.

Jugar a las escondidas era un buen recurso para distraerlos cuando yo estaba ocupado con mis asuntos con ellos alrededor o cuando necesitaba un rato a solas y Dahyun cuidaba de ambos. Niki y Tsuki eran lo suficientemente ruidosos como para saber siempre en donde estaban y sus escondites no solían variar mucho sin importar cuántas veces jugaran.

Otra de las cosas que Hyunjin les había intentado enseñar y que ellos habían aprendido a su manera.

Al menos no había sido como aquella ocasión en la que intentó enseñarle a Niki a lucir intimidante y que terminó con ellos dos jugando a las muñecas por petición de nuestro hijo y con mi esposo luciendo severamente decepcionado al ver su nuevo intento fallar.

O cuando trató de enseñarles sobre cómo dirigir una mafia y les preguntó qué es lo que debían hacer si llegaban a algún desacuerdo y sus socios se enojaban; Tsuki le había contestado con un puchero que debían darle palmaditas en la cabeza y decirles que no se enojaran más, mientras que Niki optó por la opción de darles un abrazo para que sonrieran bonito como papi.

En ambas ocasiones, Hyunjin les había dado un beso en la frente a cada uno y luego pasó el resto del día pegado a mi espalda, frotándose contra mí y susurrándome las razones por las cuales deberíamos tener un tercer bebé.

Dejando de lado aquellas que sonaban demasiado sucias como para repetirlas, entre ellas se encontraba la que aseguraba que los dos primeros nos habían salido no aptos para los negocios por lo que necesitábamos reemplazos y también la que decía que la tercera sería la vencida a su sueño de ser padre de un equipo de soccer.

A Self Crowned King (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora