Beatrice no estaba segura de haberla escuchado bien. Ella continuo mirando el recién depilado coño de Ava, parpadeando estúpidamente. Y por un momento pensó que ese era el día en el que más veces había parpadeado en su vida.
Ambas estaban congeladas, no sé movían ni un poco. Beatrice solo escuchaba la respiración de Ava.—¿Porqué?— Pregunto Bea, para asegurarse de haber escuchado bien.
Silencio.
Una vez más Beatrice movió su dedo medio entre los pliegues de Ava. Está vez fueron perfectamente obvias sus intenciones.
—Te pregunté algo.
Ava comenzó a moverse bajo su mano, tratando de buscar más presión, aunque sin éxito.
—Por favor Bea...
—No me hagas preguntar de nuevo Ava.
—Por favor.
Beatrice comenzó a masajear la parte interna de sus muslos con ambas manos, en círculos, cambiando el ritmo y la presión. Cada vez que sus manos giraban hacia la vagina de Ava, estiraba los pulgares para que tocaran ligeramente sus labios exteriores. Cuando los estiraba lo suficiente como para tocar los labios internos, Ava gemía y eso era lo más sensual que Beatrice hubiera escuchado.
—¿Quieres que siga?
—S...S...Si por favor. Por favor Bea. Ya no puedo aguantar más.
—Entonces es mejor que sigas hablando.
Ava gemía. Sus manos agarraron la sábana debajo de ella, y la apretó con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.
—Por que me gustas. Me gustas desde el día en el que te conocí, creo. Y no se cómo paso, solo terminaste gustandome. Y empeze a amarte con todo mi cuerpo y alma. Y yo sé que nunca podrás ser mía. Dios sabe lo mucho que trataba de coquetear contigo, y aunque tú siempre me ignorabas yo seguía, no podía rendirme. Y aunque sabía que yo no te gustaba, no quería rendirme. Y pensaba en ti, fantaseaba contigo. No solo haciendo el amor, si no también viviendo juntas en un mundo sin Adriel y la guerra.
Beatrice cubrió la zona púbica de Ava con la palma de su mano, sintiendo la humedad y calidez que salía de Ava. Podía oír a Ava inhalando bruscamente y soltando un pequeño gemido.
—Sé que esta no es mejor forma de afrontarlo, y que entre más fantaseo, menos probabilidades tengo de superarte. Pero no puedo evitarlo. Cada vez que te miro entro en llamas. Cada vez que te preocupas por mí. Cada vez que eres amable y paciente conmigo y con mi comportamiento infantil. Cada vez que lidias con mi comportamiento terco y impulsivo. Siento que tengo un enorme globo en mi pecho que se está expandiendo y amenazando cada segundo para explotar, llevándome a la inmensidad del espacio donde no sentiré el amor, y que sería sin amor. Y a veces es demasiado y no puedo seguir fingiendo. Y necesito tomar una copa, y buscar un escape. Y con ella es mucho más fácil imaginar que eres tú quien me está besando. Por favor, eso es todo. Por favor, ya no me tortures así.
—¿Quieres que siga?
—Si, si Bea. Ya no aguanto más. Siento que muero.
— ¿Saldrás está noche?
—¿Q...Que?
—Despues de todo, ¿Saldrás está noche? ¿Irás a verla?
—No, no, nunca. Si no quieres que salga no lo haré. Hare todo lo que digas. Por favor Bea.
Después de eso, Beatrice finalmente tocó su clítoris.
El alivio que Ava sentía estaba más allá de todo lo que había sentido antes. Tan pronto como Beatrice había puesto su dedo en su lugar más sensible, comenzó a mover las caderas, con ganas de más, pidiendo más.
De repente, Beatrice agarró sus muslos y la atrajo más cerca, al mismo tiempo que se levantó de la silla y la pateó. Ahora estaba parada enfrente de Ava, mirándola a los ojos. Con un movimiento brusco arrancó la manta que todavía cubría a Ava que aún no la miraba. Los ojos de Bea eran negros y hambrientos.
—¿Esto es lo que quieres? ¿Esto es lo que necesitas y buscas cuando sales?
Beatrice se arrodilló frente a la cama, poniendo las piernas de Ava sobre sus hombros.
—Mirame. Mírame Ava, que está escena se grabé en tus pupilas. Que cada vez que cierres tus ojos, quiero me veas comiendote, llenandome de tus jugos.
Diciendo eso, la lengua de Beatrice toco el clítoris de Ava. Ava pensó que iba a morir. El arma secreta para matar a la Portadora del Halo era la lengua de una monja. Si no estuviera tan caliente como el infierno, se hubiera reído de ese pensamiento.
Beatrice comenzó a mover su lengua alrededor del clítoris haciendo pequeños círculos. Se movia tratando de reconocer qué movimientos sacaba los más deliciosos gemidos de Ava. Pasaba entre sus pliegues, recogiendo todos sus jugos, disfrutando de ese néctar, esparciendolo por todas partes. Podía sentir la mano de Ava sobre su cabeza, empujándola sobre sí misma, sin dejar que se detuviera ni por un segundo. Sin dejar ningún espacio entre ellas.
Ava se estaba acercando cada vez más, Beatrice lo sentía por la forma en que su respiración se hizo más rápida y superficial. Y sentia cómo apretaba cada vez más su agarre en su cabeza.
—Mírame a los ojos.— Ordenó Beatrice.
Ava no estaba segura de cómo logró mirarla, pero lo hizo de alguna manera. Y vió a Beatrice entre sus piernas, sosteniendo sus piernas, era demasiado. Fijo su mirada en las marcas rojas que las uñas de Beatrice dejaba en sus muslos. Su mirada siguió sus dedos, su brazo, hasta el rostro de Beatrice, que ahora brillaba por los jugos de Ava. Beatrice la miró con ansias, lamiendo lentamente sus labios, cerrando los ojos como si estuviera probando el vino más delicioso y raro que jamás haya existido. Mordió su labios mientras abría sus ojos para ver con ellos a Ava.
Para Ava todo esto se sentía como en cámara lenta, aunque solo podían ser unos pocos segundos. Beatrice bajó la cabeza una vez más y comenzó a mover la lengua alrededor del clítoris de Ava, sin dejar de mirarla a los ojos. Ava no podía aguantar más. Sentia los dedos de sus pies enroscarse, sus caderas moviéndose, sus dedos doliendo por lo fuerte que estaba agarrando la sábana debajo de ella. Podía sentir la explosión dentro de ella, dentro de cada parte de su cuerpo y alma. Ella gritó el nombre de Bea mientras tenía el orgasmo más intenso que jamás haya tenido.
Beatrice siguió moviendo lentamente su lengua, esperando que el orgasmo de Ava se calmara. Con su lengua tomó todos los jugos que salían de Ava.
Cuando la respiración de Ava se estabilizó, Beatrice salió entre las piernas de Ava y se acostó a su lado. Acariciando su rostro ella susurró:
—No volverás a encontrarte con ella, nunca más. Ni con nadie más. Eres mía. Y solo mía. Entendido?
Ava solo pudo asentir, dejando un beso en el cuello de Beatrice.
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• Espero que les haya gustado está pequeña traducción...
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Taking One Clumsy Shower (Tomando una Torpe Ducha).
FanfictionTraducción del Fic de mismo nombre en AO3 de Dismal_Love. (La historia no me pertenece). Este corto fic de 3 capítulos ocurre entre la temporada 1 y 2. Ava y Beatrice trabajan en un bar en los Alpes Suizos. ¿Podrá Beatrice ocultar sus sentimientos...