Lo más difícil de ir a terapia es darte cuenta de que necesitas ir a terapia y en mi humilde opinión creo que todos debería ir alguna vez, pero como muchas cosas en la vida es más fácil decirlo que hacerlo.
Toda esta historia inicia cuando cumplí 18 y salí de la prepa, claramente tenía la ilusión de iniciar mi carrera, de conocer personas nuevas y de poder hacer lo que realmente me gusta, pero como muchas cosas eso no fue así de fácil. Hice un año en la mejor universidad del mundo, pero por muchas situaciones terminé en otra universidad más tradicional y sin mucho aprendizaje práctico.
Además de mi cambio de universidad el terminar con mi novio no ayudó y así fue como mi vida se volvió universidad y trabajo, que tampoco era que me gustara porque no tenía nada que ver con mi carrera y sentía que estaba perdiendo mucho tiempo y oportunidades al estar ahí. Tal vez te lo cuento con un panorama muy obscuro porque así lo sentí, después de todo no fue el momento más alegre del mundo.
Pero gracias a esta secuencia de sucesos, principalmente al cambio de universidad conocí a mi mejor amiga se llama Maricela, ella mide como 1.54 m solo un poco más que yo, es blanquita, tiene su cabello ondulado y de color rubio, no es su color natural pero me gusta mucho como le queda. Creo que nos hicimos amigas porque nos parecemos, en algunas ocasiones nos queda chica la Uní y desde el principio me apoyo con la uni y con mis diferentes problemas y fases personales, es de mis personas favoritas en el mundo.
En parte gracias a ella terminé aquí y a mi consejera de la universidad, te explico.
Pues estudiaba de siete de la mañana al medio día y aunque había días que abría y días que cerraba en el restaurante de alitas donde trabajaba, por alguna razón la mayoría del tiempo salía 11:30 pm o más tarde, así que al día siguiente en la escuela lo último que me daban ganas de hacer era poner atención a las clases, pero he de admitir que llevaba muy buenas calificaciones.
Así que llegaba a clase, pasaba lista y salía del salón, caminaba al final del pasillo dónde se encontraban unos sillones y ahí descansaba. Regresaba para la segunda clase y cuándo de verdad ya no podía más me quedaba dormida en el salón. Créanme no me siento orgullosa de esto, se el esfuerzo que estaban haciendo mis papás, además de que yo estaba becada y pues había un promedio que mantener, he de aclarar que esto solo fue un semestre, posiblemente el más complicado de mi vida, le debo mucho a Maricela.
Pero bueno un día de esos venía regresando de mi siesta matutina y me esperaban en la puerta del salón mi amiga y la consejera, la segunda me pidió que la siguiéramos y llegamos a su oficina debajo de las escaleras, me gustaba mucho tenía mucha iluminación, un par de sillones azules y su escritorio estaba decorado con un par de marcos y una plantita, nos dijo que nos sentáramos en el sillón más largo y nos dio una botella de agua a cada una. Después empezó a hablar.
- Emilia, quiero preguntarte algo – se quedó callada un par de segundo y yo volteaba a ver a Maricela intentando que me pudiera decir algo para estar preparada y saber que decir.
Respiro profundo y soltó – estamos preocupadas por ti, Maricela me ha dicho que no entraste a clase hoy, ¿te sientes bien o hay algún problema en casa? - no supe que contestar
- Emilia, te pregunto porque algunos profesores me han comentado que no has estado entrado a algunas clases y decidí platicar contigo primero – seguía sin saber que decir.
Maricela se levantó, me dijo que todo iba a estar bien y salió de la oficina, ahí solo nos quedamos Raquel, es el nombre de la consejera, es un poco más alta que yo, es morenita pero como de un color canela, cabello negro y tiene unos ojos que te dan paz, me miró como si pudiera leer mis pensamientos y lo siguiente que dijo fue:
– Si no te siente cómoda platicado conmigo está bien pero me gustaría que fueras con la psicóloga de la universidad, con ella podrías platicar sin ningún problema – seguía sin saber que decir pero me sentí aliviada porque la psicóloga supongo tiene reglas de no decir nada y digo platicar con alguien no me parece mal, además no creo que tenga que ir tantas veces, pensaba en eso cuando ella terminó de decir:
- Quiero que vayas con ella lo que queda del semestre y que ya no faltes a tus clases, además ella tiene sesiones todos los días por la tarde, así que estaré revisando que vayas 3 veces a la semana –
Asentí después de todo yo no tenía ninguna objeción y solo serían 4 meses pensé que solo tendría que ir, decirle un par de cosas, estar ahí y terminar con esto.
- De acuerdo, empiezo la próxima semana?- Pregunté ya que estábamos a jueves.
- No, ella te recibirá hoy, terminando tu última clase pasa a su oficina -
- Te puedes retirar a tu salón –
Me levante y salí de ahí.
Así fue como es que terminé en terapia.
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Lo estoy intentando
Novela JuvenilLa primera vez que escuche la palabra terapia fue como un chiste para mi, pero nunca imagine que tendría en algún momento de mi vida recurrir a ella como algo para estar mejor. Creo que lo más random de necesitar ir a terapia y lo que antes no te de...