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11. HEY, DAD

THE LIGHTNING THIEF.



LA ENTRADA AL INFRAMUNDO no se parecía nada a la que estaba en el Inframundo. No era para nada ese estilo.

-¿Estás seguro que estamos en el lugar correcto? -pregunté a Percy, mirando aquél lugar con desconfianza.

Estábamos en las sombras del bulevard Valencia, mirando el rótulo de letras doradas sobre mármol negro: ESTUDIOS DE GRABACIÓN EL OTRO BARRIO. Debajo, en las puertas de cristal, se leía: ABOGADOS NO, VAGABUNDOS NO, VIVOS NO. Era casi medianoche, pero el recibidor estaba bien iluminado y lleno de gente. Tras el mostrador de seguridad había un guardia con gafas de sol, porra y aspecto de tío duro.

Una música suave de ascensor salía de altavoces ocultos. La moqueta y las paredes eran gris acero. En las esquinas había cactus como manos esqueléticas. El mobiliario era de cuero negro, y todos los asientos estaban ocupados. Había gente sentada en los sofás, de pie, mirando por las ventanas o esperando el ascensor. Nadie se movía, ni hablaba ni hacía nada. Parecía el grupo de personas más aburrido que jamás haya visto. Hacía juego con todo el lugar: de aspecto moribundo y aburrido.

Con el rabillo del ojo los veía a todos bien, pero si me centraba en alguno en particular, parecían transparentes y veía a través de sus cuerpos. Entonces supe dónde estábamos.

El mostrador del guardia de seguridad era bastante alto, así que teníamos que mirarlo desde abajo. Era alto y elegante, de piel color chocolate y de pelo teñido de rubio y cortado estilo militar. Noté que no se movía mucho, un traje de seda italiana a juego con su pelo. También lucía una rosa negra en la solapa bajo una tarjeta de identificación.

-¿Quirón? -murmuró Percy, mirando a el guardia con desconcierto.

El hombre se inclinó sobre el escritorio. No le pude ver sus ojos por los lentes oscuros pero sí veía que él tenía una sonrisa escalofriantemente dulce y fría.

-Mira que preciosidad de muchacho -el hombre dijo con un acento británico-. Dime, ¿te parezco un centauro?

-N-no, señor...

-¿Sabes leer esto, niño? Dice C-a-r-o-n-t-e. Repite conmigo: Ca-ron-te.

-Caronte.

-¡Maravilloso! Ahora di: señor Caronte.

-Señor Caronte.

-Muy bien -volvió a sentarse-. Detesto que me confundan con el viejo caballo de Quirón. Y bien, ¿en qué puedo ayudarlos, pequeños muertecillos?

𝗔𝗟𝗟 𝗔𝗠𝗘𝗥𝗜𝗖𝗔𝗡 𝗕𝗜𝗧𝗖𝗛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora