El Fénix

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Estoy recogiendo mis cosas para marcharme. Hoy me he tenido que quedar más tarde de lo normal.

—¿Estás lista? —me pregunta Stella mientras sale de su oficina.

—Lista. —le respondo con una sonrisa mientras me cuelgo el bolso del hombro.

Apago las luces y salimos rumbo al ascensor. Presiono el botón de llamada y esperamos.

—¿Cenamos algo en tu restaurante favorito?

—Me encantaría. —respondo con una sonrisa muy animada mientras siento las puertas del ascensor abrirse.

Miro hacia allí y me quedo congelada. La sonrisa se acaba de borrar de mi rostro. Dentro hay una mujer con los ojos cerrados. Está recostada a la pared del ascensor con el rostro descompuesto de placer mientras deja escapar gemidos de sus labios. Se sostiene con sus manos de las paredes mientras su falda cubre a quien está entre sus piernas abiertas. Quisiera que todo fuera producto de mi imaginación y me gustaría no tener una mente tan prodigiosa como para recordar cada mínimo detalle. Porque el traje que lleva el hombre que le da placer con la boca mientras la sostiene con sus manos me resulta extrañamente demasiado familiar. Parpadeo varias veces mientras deseo que nada de esto sea verdad.

—¡Que significa esto! —exclama Stella indignada.

La mujer abre los ojos y el rostro descompuesto de placer cambia de forma repentina a uno aterrado. Se mueve apartando el hombre de sus piernas y acomoda su falda. Cuando el hombre se levanta y se gira hacia nosotros su rostro es de puro espanto. Creo que acaba de ver un fantasma y yo acabo de confirmar mi temor. Ya me había advertido Jessy, pero la ignoré. A ella y al resto que me decían que mi novio era un mujeriego. Acabo de confirmarlo con mis propios ojos y la cruda realidad me acaba de golpear con la misma intensidad que un tren bala.

Ambos salen del ascensor y acomodan su ropa.

—¡Kate! —exclama Joey horrorizado—. Esto no es lo que parece.

Desde luego que es justo lo que parece. Pero no pienso gastar mis palabras con él. Saco mi teléfono y marco a seguridad mientras las puertas del ascensor se cierran.

—Envíen a seguridad hacia la recepción del piso 25 por favor. —cuelgo sin apartar mi mirada de él.

—Déjame explicarte.

—Creo que hemos tenido suficiente explicación. —responde Stella.

Un guardia de seguridad llega donde nosotros en ese instante. Mira a todos alternadamente.

—¿Qué sucedió?

—Por favor acompañe a estas personas ha recoger sus pertenencias y después hacia afuera de la empresa, ya no trabajan con nosotros.

—Por favor, yo asumiré toda responsabilidad, pero no lo tome con ella. —responde Joey defensivamente.

Las puertas del ascensor se abren y salen tres guardias de seguridad.

—Ambos debieron pensar en las consecuencias de lo que estaban haciendo antes de hacerlo. Ahora con su permiso, apártense de mi vista.

Stella entra al ascensor y yo la sigo ignorando la mirada de súplica de mi exnovio. Las puertas se cierran y me abrazo a mi madre y comienzo a llorar.

He perdido el apetito por completo. Mi madre no me deja conducir, dice que no estoy en condiciones de hacerlo. Así que le pide a Joel que me lleve hacia mi apartamento y se lo agradezco. Quiero estar sola y sé que Jessy no estará ahí hoy.

Cuando entro en el amplio espacio voy dejando mis cosas por el camino rumbo a mi habitación. mi ropa queda desperdigada por el suelo camino al baño. Abro la ducha y me meto debajo de la cascada de agua helada mientras las lágrimas caen sin control de mis ojos. No debo estar llorando, no por un idiota como Joey. Pero no puedo evitarlo. Ignoré todas las banderas rojas y advertencias porque estaba enamorada de él. Incluso había planeado ir al baile de máscaras juntos. Todo iba a ser perfecto. Había tomado la decisión que ese sería el momento. Me entregaría por primera vez a un hombre y sería con él. A pesar de que me había negado a su petición hace unos días.

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