Silent Words

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Fines de noviembre, época fría. Las calles de Seúl cubiertas por el blanco manto de la nieve, las tiendas comerciales ya mostraban accesorios rojos, verdes, la navidad ya llegaba. Se escondió aun mas en su bufanda rosa pálido, queriendo protegerse, dejar que el vaho saliera de su pálida y pequeña boca, protegiendo sus mejillas y cuello del crudo invierno.

Caminó entre la gente, chocando a veces con ella, deteniéndose a analizarla. Gente que vivía ocupada, atareada, estresada. Un mundo que marchaba extremadamente rápido, o era él quien caminaba lento. Ni siquiera empezaba diciembre y ya hacían compras navideñas. Una sociedad consumista, individualista, materialista. Matthew creía que las personas no aprovechaban lo que tenían. Vivian en sus propios mundos sin cultivar los lazos afectivos entre ellos, entre los seres queridos. Todo lo compraban con ostentosos regalos. La falta de los padres en la vida de sus hijos se arreglaba con una casita de muñecas, la autopista de autos más moderna; las desatenciones hacia la esposa se arreglaban con una cena carísima, en un restaurante de lujo. Todo era dinero, aun en las fechas que se suponía eran para compartir.

Por que la gente ya no se hablaba, no se detenía a escuchar al otro, mientras él lo único que pedía era ser escuchado, poder hablar.

Se detuvo en la parada de autobús, esperando. El transporte pasaba y ninguno le servia. Froto sus manos, maldiciendo el no haber salido con guantes, dándose un poco de calor.

La gente poco a poco se acumuló a su alrededor, esperando el bus, muchos jóvenes ya salían de su escuela, igual que él. Cerró sus ojos, soñando que era algún cantante famoso, que hacia vibrar los corazones de muchas jovencitas, que se hacia escuchar.

Abrió sus ojos luego de un rato, observando como el bus que le servia acababa de partir, quedándose abajo. Maldijo para sus adentros por ser tan despistado. Comenzaba a hacer más frío y a él se le ocurría quedarse más tiempo ahí. Poco a poco nuevas personas fueron llenando el paradero, en su mayoría, otra vez, estudiantes.

Los miro uno a uno, pasando su tiempo. Jóvenes normales, que aparentaban no tener problemas, pero sabia que solo era eso, apariencia. La vida del estudiante era fácil comparada a la del adulto, ¿Cuántos de los ahí presentes tendrían un futuro estable? ¿Cuántos quedarían en el camino? La vida era un juego de azar.

Poso su mirada en un grupo de jóvenes que conversaban divertidos, riendo, haciendo bromas. Él no pedía nada mas en este mundo que poder hacer aquello, ser un chico común y corriente. Perdido en sus pensamientos, posó su vista en uno de los muchachos. Por algún motivo, mantuvo su vista en ese chico. Era alto, pelo negro, una sonrisa entre seductora y traviesa. Estuvo observándolo un rato, sin saber o entender por que no podía correr la vista de ese chico de rostro hermoso.

Hasta que sus miradas se cruzaron.

Una fracción de segundos, lo que se demora una persona en respirar. Sus ojos se encontraron con los oscuros de aquel joven, el mundo a su alrededor se detuvo y las distancias se acortaron. Solo ellos dos y la nieve que comenzaba a caer lentamente, podía jurar que sentía el aroma de aquel chico cerca suyo.

Una leve sonrisa, un guiño, unos pocos músculos moviéndose, y el corazón de Matthew dejó de latir un momento.

Aquella extraña calidez inundándolo, pues un extraño, un chico, le había sonreído. Y no supo por que fue tan feliz. Quizás por el hecho de que en el mundo actual ya nadie regalaba sonrisas, menos a gente como él.

Se quedo en ese lugar, disfrutando de ese efímero momento. Después de lo que parecieron años, el joven alto desvío la mirada, volviendo a conversar con sus amigos, y el mundo siguió girando.

Matthew miró hacia el lado contrario, para después observar como un bus se acercaba, lamentablemente no el suyo, pero si el de aquel misterioso muchacho, quien se subió con sus amigos, sin mirar atrás, desapareciendo de su vista.

Silent Words | mattwoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora