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Alaya es una joven que fue echada de su casa por su padrastro alcohólico con solo 15 años. Su madre que había presenciado los maltratos del hombre desde que la chica era pequeña nunca hizo nada para defenderla, pero ese día fue la gota que rebaso el vaso. La jóven confirmó que su madre no la quería para nada. Siempre lo había sospechado pero era más duro saberlo de verdad.
Con un corazón roto, sin nadie a quién acudir para pedir ayuda, la joven se dedicó a recorrer las calles de Italia, él país que la había visto nacer dándole está miserable vida. Primero pensó que quizás acabar con todo fuera más fácil, tal vez su madre creyendola muerta la quería aunque sea un poco.
Pero no tubo el valor de acabar con su vida esa noche. Se quedó en un parque mirando fijamente una navaja que había comprado con sus ahorros recientemente. Su madre prefería que la chica trabajará antes de que fuera a la escuela. Así que no contaba con ningún amigo y a penas sabía leer ni escribir. Y pedirle ayuda al viejo que era su antiguo jefe lo había descartado al momento de recordar cómo su padrastro había pactado con el hombre para venderla, motivo por el cuál se encontraba también en la calle. Al revelarse termino siendo un estorbo para su madre y su marido.
-¿ Piensas acabar con tú vida chica?- un viejo mendigo que hija pasando se le intentó acercar pero ella se levantó asustada guardando sus pertenencias.
- ¡ Tranquila no te haré nada!- el anciano levanto ambas manos en el aire en gesto de paz- Sólo te ví ahí concentrada y triste. Y pensé en ayudarte.
- ¿ En qué me podría ayudar usted?- lo señaló Alaya. Que veía poco probable que aquel anciano tuviera la solución a todos sus problemas. Dudaba mucho que tuviera casa y comida. Y sus tripas ya estaban comenzando a cobrar vida rugiendo furiosas por alimento. Por Dios con solo pensar que sería de esos tantos adolescentes que mueren de hambre en el mundo se estremecía. Ya de por sí era bastante delgada y su tez blanca como la nieve no ayudaba en nada. La naturaleza sin dudas había sido injusta con ella.
- Se lo que piensas de mí, pero me veo en tí cuando era jóven. Te puedo dar lo poco que tengo- la sonrisa que le dió el anciano fue sincera. Pero la joven lo miro desconfiada.
- ¿Seguro que me ayudará sin pedir nada a cambio?
El anciano asintió añadiendo.
-Te ayudaré a sobrevivir sí eso es suficiente para tí sígueme.
La joven lo pensó un segundo y la verdad no tenía otra opción. Quizás el mundo le estaba mandando una señal en las calles solitarias.
Y así fue como conoció a Josh quien sería su único y verdadero padre de corazón. Josh vivía en un callejón al Este de la ciudad, siendo uno de los ladrones más famosos de la zona. En la calle todos lo respetaban. Cuando Alaya llegó con él se convirtió en una más de la pandilla. El anciano le enseño todos sus trucos y como camuflarse para robarle a los ricos de la ciudad. Así es como comenzó a sobrevivir en dos años. Allí conoció a Jenna y a Tyler. Jenna tenía su misma edad, la joven se había fugado de los servicios sociales del gobierno cuando a penas tenía diez años y Tyler era el nieto de Josh de sangre. Juntos eran más que una pandilla, una familia.
Sólo había una regla, nunca pero nunca le robes a la Mafia.
Hasta esa noche.
Alaya llevaba cinco horas siguiendo a un joven vestido de negro que tenía un reloj que había llamado la atención de la chica. Jenna se había adelantado hacia el callejón. Y Tyler se encontraba peinando la zona del parque como siempre junto a Josh.
La jóven pensaba que lo tenía todo bajo control. Sólo serían unas cuantas cuadras y le pasaría corriendo arrebatandoselo en el gentío cuando cruzarán la plaza de la ciudad. No había ni un sólo fallo en su plan. De hecho se sentía más segura que nunca. De los cuatro en la pandilla Josh le había dicho que era la más rápida. La muchacha sabía escabullirse y correr como ninguna.
Quedaba menos, todo tan predecible...
La sonrisa de su rostro desapareció al ver que el hombre desaparecía en un callejón y luego no había nada.
-¿Cómo?- gruño frustrada y enojada consigo misma. Y cuando fue a girar chocó contra una pared de musculatura execiva.
-Me buscabas- la ronca afirmación la dejó sin habla y sin aire. Por primera vez en la vida había dejado de respirar aunque fuera un solo segundo.
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"La Protegida del Mafioso"
RomanceAlaya es repudiada por su familia en el país que la vió nacer con a penas 15 años. Con una mochila que contiene sus pertenencias y un. corazón roto por no tener a nadie en el mundo, solo le quedan las calles como refugio. Y así lleva un mes bien, "s...