9- Tú cuñado favorito

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Alaya no pudo pegar un ojo en toda la noche, la muchacha no sabía si era por el hecho de haber dormido en la tarde o porque se encontraba en un lugar extraño y al final extrañaba a su familia. La cama en la que se encontraba era tamaño kin gigante al estilo matrimonial que podía abrir sus manos y piernas, y no se caería; quizás hasta pudiera saltar como una niña de lo suave que sentia el colchón en sus manos y el olor de las sábanas más allá del típico olor a lo limpio podía distinguir el aroma de ese hombre.

De sólo pensar en él sentía nuevamente mucho calor y deseos de abanicarse. Bañarse de nuevo no era una opción por lo que intento calmar su cuerpo quedándose quieta e ignorando a sus pensamientos que iban hacia él y el momento de antes en el cual su mirada letal la tenía presa. No sé explicaba como podía existir un hombre con ese rostro y esos ojos que imponían tanto, algo que obligaba a su yo interior a desafiarlo para ver su respuesta; no podía evitarlo. Ese hombre despertaba su fuego interior.

Sus ojos involuntariamente se cerraron para luego abrirse ante el ruido de un escándalo de una persona detrás de la puerta.

- ¡No te escondas de mí papá!- se escuchaba una voz masculina que a la vez golpeaba la puerta mientras la voz del guardia lo intentaba calmar.

Alaya no sabía que el hombre ricachón fuera papá.

- Ábreme no seas malo- se quejo nuevamente la voz haciendo que la muchacha se incorporará .

- El señor no está aquí...- intento explicar el otro hombre. Pero una voz ronca que conocía bien retumbó haciéndolos callar.

- Ya basta Valentino.

Así que su hijo se llamaba Valentino, la muchacha corrió descalza para escuchar pegando la oreja en la puerta.

- ¡ Buenos días papá! Sí tú estás aquí, entonces quien está allí- Valentino se mofo en la cara de Víctor y a este último le dió ganas de matar a su hermano por armar tanto griterío a las nueve de la mañana. Por suerte Vasili no se había unido.

- Gracias por despertarme, ahora sí ya terminaste de casi romper la puerta. Ven aquí y te explico- le indicó el mayor tratando de llamar a la paciencia. A veces creía que la madurez había huido de Valentino.

- Prefiero que Rou me lo muestre- antes de que pudiera detenerlo le quitó las llaves al guardia y abrió la puerta de su cuarto haciendo que una Alaya mañanera cayera en sus brazos.

Victor se apresuró a enderezar a la muchacha que a parte de raterita era chismosa y todavía tenía su camisa abrazándola. La separó de su hermano menor que tenía las cuencas de sus ojos abiertas de sorpresa mientras abría y cerraba la boca como si le hubieran comido la lengua.

- Que hijo más viejo- la voz de Alaya interrumpió el incómodo silencio que se armó por la cara de Valentino y la muchacha se soltó del agarre de Víctor ignorando la corriente eléctrica que le producía su tacto.

- Te tomaste en serio lo de la mamá- Valentino señaló Alaya mientras sus ojos bailaban recuperando su actitud juguetona- Por cierto soy Valentino Carruzo su hermano menor y alias tú cuñado favorito, ya sabes somos tres- estiro su mano hacia Alaya la cuál no sabía hacia donde mirar ya que ambos hermanos eran hermosos y se parecían un montón aunque la constestura del pequeño era más delgada y no la ponía tan nerviosa como el hombre a su lado.

La muchacha estrecho su mano y se sorprendió cuando el se acercó y le plantó dos besos en las mejillas. A Víctor casi le da algo cuando vió a su hermano acercarse a la muchacha, por lo que gruñó y se arrepintió de hacerlo ya que su hermano se rió a carcajadas.

- Mi nombre es Alaya y respondiendo a tú no pregunta no soy tú mamá ni nada por el estilo. Solo estoy aquí por un trato con tú hermano- se cruzó de brazos la muchacha haciendo énfasis en sus palabras.

- Me caes bien, tienes carácter. Aunque te digo algo mi hermano no es de los que hace tratos- señaló entre ambos y Víctor decidió mantenerse en silencio entre los dos- Bueno mejor me voy y los dejo con su romance, te espero en el despacho papá.

Victor vió como Valentino se iba haciendo una reverencia típica de él y negó con la cabeza, pero el sonido de la risa femenina a su lado era tan hermoso que no pude evitar quedarse bobo mirándola.

Alaya le hablaba pero el ricachon se encontraba como en otra galaxia.

- ¿ Qué decías?- reacciono al fin Victor volviendo a Tierra mientras sacudía su cabeza.

- Te decía que cuando podemos empezar.

- Primero que todo, debo mandar a traerte ropa. No pretendes andar por ahí así vestida ni mucho menos con los trapos que tenías en esa pelea.

Alaya se miró, es verdad que la camisa le quedaba gigante pero en la calle ella había vestido peor, así que no le hallaba lo malo. Incluso lo veía como un vestido.

Victor se dió cuenta de las dudas de la muchacha en su rostro a la vez que su ceño fruncido y no pudo evitar acercarsele y tomar un mechón suelto de su cabello entre sus dedos capturando sus ojos.

- No puedes andar así porque serías una distracción muy tentadora- susurró muy cerca de ella viendo de nuevo como la muchacha se ponía nerviosa.

Se quedó absorto en su rostro y la forma en la que sus labios se encontraban entreabiertos y fue acercándose poco a poco olvidando que no estaban solos.

- Señor...- la voz de Rau lo hizo gruñir enojado ya que Alaya se apartó al volver a la realidad. Estuvo tan cerca de probar esos labios.

- Yo , disculpe mejor me voy- se inclinó el guardia apenado y Víctor nego con la cabeza.

- Olvidalo, te quedas aquí. Mandaré a Rocío que le traiga el desayuno a la señorita y después vendrán unos modistas a traerle todo tipo de ropa.

El guardia asintió y la muchacha al ver que Victor se iba lo agarró por la mano.

- ¿ Cuándo comenzarás a buscar a mi hermana?-

- Lo más pronto posible. Ahora tengo que ducharme para atender unos negocios pero en la tarde estaré contigo. Perdón por lo de mi hermano aún te queda conocer a Vasili mi otro hermano.

Alaya asintió y lo vio marchar mientras ella entraba nuevamente a la habitación.

La muchacha desayuno todo lo que Rocío le trajo, que fue desde dulce, jugos, leche, pan. Sus ojos brillaron ante tanta comida y el ama de llaves sonrió cuando vió nuevamente la bandeja vacía.

Después más tarde llegaron los modistas y la muchacha pudo afirmar que el hombre ricachón no mentia cuando le dijo que traerían un montón de ropa.

Ella quiso dos o tres cosas pensando que sería más que suficiente pero la modista se negó diciendo que todo era suyo, desde la carteras, los tacones, los bolsos incluso tenía maquillaje como las chicas que veía en la tv de niña.

Nunca pensó que todo esto pudiera ser alguna vez suyo. Si Jena pudiera verlo fue lo primero que pensó e ignoró la tristeza que le vino en ese instante.

No importa lo que pasará haría hasta lo imposible por recuperar a su hermana.





"La Protegida del Mafioso" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora